Parte 3: Capítulo 14

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Capítulo XIV

La oscuridad vence

Muchas hydras posan sus afiladas vistas en mí. Ahora entiendo por qué: mis manos ya no son garras; mi pelaje ya no es blanco y tupido, sino rosado e indefenso; mi cola ha desaparecido; ya no noto la presión que ejercen mis colmillos sobre mis labios inferiores.

En efecto, he hecho añicos el plan, aunque ya no tiene importancia. Ahora me encuentro en "persona" ante la reina de Sjraevha.

Mis pesadillas se materializan ante mis ojos. Siento un murmullo a mis espaldas y sé que se trata de los mutantes que ya no estan enfermos, los que llevan siguiéndome desde que los liberamos, inquietos por mi inesperada transformación, preguntándose qué hacer ahora o por lo menos intentando no transformarse ellos por inercia. Alguno ladra al fondo y me pregunto si es Uriah o alguno de mis compañeros tranquilizando a las masas.

La reina muestra quizá más sorpresa que yo y me pregunto por un momento si realmente sabía que me encontraba cautiva en su propia fortaleza. En cuanto se levanta del trono de hielo, sin desviar la mirada de mí, parece que todo el mundo se viene abajo, postrándose ante ella. Al principio solo los mutantes no liberados y las hydras se postran, y consigo diferenciar a los que ya no estan confinados a su forma animal, mi leal ejército, los cuales pocos segundos después se postran imitando a sus compañeros prisioneros.

La reina baja las escaleras que la magnifican con pisadas secas y apresuradas.

- Deianira - me llama como si se atragantara al pronunciar mi nombre - ¿De verdad eres tú?

Me sorprende la calma de su voz aunque no sé qué responder.

¿Es esto una broma? ¿Toda esta aventura, todos nuestros planes, mis amigos muertos, es todo esto una broma de mal gusto?

Espero a que todos los presentes se quiten los disfraces, a que Uriah se acerque a mí, riéndose, a que aparezcan Alanis, Symmus, Yeray y Mattson burlándose de mi inocencia, incluso Eymar.

Mamá posa sus manos sobre mi cara, como si quisiera comprobar que no soy un espejismo sino yo misma y me ofrece su tupido abrigo plateado para cubrirme. Yo no lo rechazo, aunque tampoco tengo voluntad para hacerlo.

- ¿Cómo has acabado aquí? - pregunta desviando la mirada hacia sus supuestas súbditas.

- ¿Eres la reina de Sjraevha? - la pregunta más absurda que podría haber formulado ante la obviedad. Pero la verdad es que todavía no consigo creérmelo.

- ¿Cómo has acabado aquí? - pregunta de nuevo, esta vez con voz impetuosa y similar a una orden.

Lo sabía. Ella sabía que me habían capturado y convertido. Quizás ella ordenara mi detención. Y sabía perfectamente dónde encontrarme. Pero su pregunta va más allá: ¿Cómo has acabado aquí si ordené tu muerte?

Recuerdo la primera vez que estuve aquí y que logré escapar gracias a Rose, mi padre y compañía. Me encerraron en una celda a la espera del cuarto día, en el que supuestamente iban a deshacerse de mí. Quizás las hydras no le dijeran que escapé por miedo a su reacción y por ello se han dedicado todo este tiempo a perseguirme e intentar matarme. Pero no lo han hecho. No lo han hecho gracias a las hydras "buenas". Ellas me capturaron y me convirtieron en mutante solo para protegerme. Todas las hydras lo sabían pero si intentaban atentar contra mí, la reina, mi madre, se enteraría de mi huida y entonces saldrían perjudicadas. Las piezas sueltas del puzle que llevaba arrastrando desde hacía tanto tiempo empiezan a librarse de sus telarañas y a encajar unas con otras.

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