Parte 1: Capítulo 12

3 0 0
                                    

Capítulo XII

Alanis

Alanis nos invita a seguirla con un gesto. Yo sigo a Uriah de cerca.

Desde que hemos empezado a adentrarnos en la hondonada no he abierto la boca, al contrario que Uriah a quién no han cesado de preguntar cosas a las que responde en su idioma por lo tanto no consigo entender lo que dicen. Por si acaso intento en todo momento mantenerme cerca de él, cosa que me resulta algo difícil debido a la cantidad de cosas que llaman mi atención. Observo como un grupo de Salvajes traen a la hondonada gigantescas piezas de carne, que penden de gruesas ramas que llevan entre cuatro personas.

Me mareo y decido no seguir mirando. Seguimos caminando en dirección al centro de la hondonada, donde al menos cinco docenas de troncos, tocones y demás forman un perfecto círculo. Una luz cegadora y repentina proveniente del centro de ese círculo aparece de pronto y ahogo un grito de sorpresa. Una fogata. Uriah apenas se ha immutado. Al contrario que yo, cuando ha prendido la hoguera, él la ha mirado de reojo con una sonrisa y una mirada que no sabría descifrar. Justo cuando dirijo la vista hacia la espalda de Uriah pasan por mi lado un grupo de Salvajes transportando en sus lanzas colgajos de carne fresca. Tras echarla a la hoguera, esta desprende un humo cuyo aroma me hace la boca agua.

Pronto cae la noche. Aunque la luna empieza a menguar una horda de estrellas iluminan el cielo como luciérnagas en la oscuridad.

La chica de cabello rojo vivaz se aproxima a nosotros.

- Me llamo Alanis y soy el Jefe de estos Salvajes - se presenta con solemnidad - Siento lo de esta tarde. ¿Por qué no os quedáis a comer?

Uriah supongo que responde que sí en su idioma porque Alanis asiente complacida con la cabeza. Alanis muestra el asiento de Uriah y este se sienta en un tocón de madera junto a ella. Yo, sin embargo, prefiero mantener las distancias con ella y me siento justo detrás de él.

- Hemos sufrido múltiples ataques últimamente - explica Alanis a Uriah - Estan sucediendo cosas extrañas en las ciudades del sector norte.

Alanis me mira de reojo y a partir de ese instante ella y Uriah conversan en su idioma. Será estúpida...

Uriah y Alanis hablan durante un buen rato y decido de mientras matar el tiempo dibujando con una ramita figuras en la tierra, aunque una rabia iracunda crece en mi pecho a cada palabra que pronuncia la chica y empiezo a imaginar miles de formas en las que hacerla sufrir.

De pronto Alanis se levanta y Uriah se vuelve para mirarme aunque yo no le presto atención. Cinco minutos después, Alanis aparece a mi lado ofreciéndome una bandeja que contiene un pedazo de carne. Tengo el estómago cerrado a causa de los nervios pero no la rechazo. No sé cuando podré volver a comer. A continuación me ofrece una enorme cuba de madera con un líquido espumeante dentro.

- ¿Qué es?

- Skuten. Va bien con la carne.

- Prefiero no saber de dónde lo has sacado.

Alanis sonríe con malicia y con un golpe deja la cuba en el suelo a mi lado haciendo que se derrame un poco de líquido.

Empiezo a masticar y realmente me parece una carne deliciosa. Pensé que lo Salvajes comían carne cruda porque les gustaba el sabor a sangre. O eso es lo que mamá nos explicaba en sus cuentos. Pronto me entra sed y la boca se me vuelve pastosa. Bajo la vista y contemplo la cuba de Skuten. ¿Debería? Claro que no. Pero la sed se vuelve isoportable y la carne se me hace bola en la boca. Finalmente acabo cogiendo la cuba y la huelo antes de dar el primer sorbo. Al principio cierro los ojos con fuerza y estoy a punto de escupirlo pero consigo tragar el sorbo junto con la bola de carne. Antes de dejar ir una lágrima, me paso la manga de la camisa por los ojos. Si que es Skuten, pero está muy caliente. Es como si hubieran dejado la botella todo el día bajo el sol. Aún así, continúo bebiendo hasta que me siento saciada y compruebo que me ha hecho bien cuando los nervios que estrangulaban la boca de mi estómago desde hacía ya un buen rato desaparecen. Continúo comiendo, esta vez por voluntad propia y masticando pequeños bocados con más esmero. Miro hacia el frente, hacia la espalda de Uriah y luego miro al fuego que entre todos los presentes coronamos.

IgneousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora