Capítulo XIII
Más cuatro indeseables
Desde que partimos, Uriah y yo no intercambiamos palabra alguna. Tras varias horas de viaje, decidimos tomar un descanso de unos minutos en los que yo me senté en una zona de un claro en la que aún alumbraba el sol del atardecer mientras que él se escondió en un oscuro recoveco. Decidimos continuar caminando unos pocos minutos más cuando de repente se remueve la maleza.
Uriah se para ante mí y se vuelve mirando a mis espaldas. Yo le imito aunque no giro todo el cuerpo. Si hay que salir corriendo perdería mucho tiempo si estuviese de cara a ellos.
- ¡Esperad!
En medio del sendero por el cual caminamos aparecen un grupo de chicos. Por el atuendo, reconozco a los Salvajes. Me pregunto cuánto tiempo llevarán siguiéndonos.
- Somos de la tribu de Alanis. Ella nos envía para guiaros por un camino más corto hacia Rhycund - nos explica la única chica del grupo jadeante.
- ¿Y eso por qué? - pregunto rudamente al oír pronunciar el nombre de Alanis. Qué ilusa fui al pensar que jamás volvería a escuchar su nombre.
- Pretende disculparse por el incidente de los caballos... - explica el chico que tiene justo al lado jadeante - El camino hacia Rhycund es duro y nosotros conocemos un atajo. Alanis nos envía para amenizar vuestro viaje.
Me extraña que Alanis se preocupe por nuestro bienestar. Es más, cuando nos dio la noticia, parecía regodearse al ver mi reacción. ¿Ahora que nos marchamos nos envía ayuda para ganarse nuestro perdón? Y lo más importante: ¿qué beneficio obtiene de ello?
Uriah sonríe a la chica y en mi estómago siento un burbujeo. A continuación les hace un gesto a todos para que les siga. Yo me quedo clavada en el sitio con los ojos muy abiertos y no empiezo a caminar hasta que se alejan unos metros.
Durante el camino mantengo la boca cerrada ya que estoy algo molesta con Uriah por haber dejado que los Salvajes nos acompañasen sin consultarlo conmigo. Genial, nuevos asesinos en el grupo. Ya tenía suficiente con uno.
La chica que hizo las presentaciones tiene el cabello liso, largo y de un rubio blanquecino, los ojos de un marrón cobre y la piel blanca. Es muy alta y demasiado delgada, de hecho, raquítica. No tiene mejillas y tiene la cara muy huesuda y marcada por unos pómulos pronunciados que destacan en su rostro. Tiene las cuencas de los ojos huecas y oscurecidas y se llama Lynne. A pesar de todos sus huesudos rasgos, su semblante es hermoso y su patética sonrisa también.
Uno de los chicos me llama la atención; tiene el cabello muy rubio y los ojos muy ovalados y azules, enmarcados por unas tupidas cejas tan rubias como su cabello y es más alto que Lynne. Sus facciones no son típicas del prototipo de Salvaje y se llama Fred. Los otros dos son más normales: Jean, de piel negra y ojos muy oscuros y Lauren, de cabello marrón claro, ojos oscuros y mirada intelectual.
Durante el camino, me sentí observada por Lynne y cada vez que nuestras miradas se cruzaban, ella me dedicaba una sonrisa afable.
Avanzamos a trompicones por un sendero pedregoso cuando la voz alarmante de Uriah nos sobresalta al resto del grupo después de andar durante tantísimo tiempo callados.
- Quietos...
Me detengo en seco. No sé lo que ocurre pero oigo gritar a Lynne. Miro en todas direcciones en busca del peligro y mi cuerpo se paraliza cuando veo como un gigantesco felino de piel moteada se desliza con sutileza por un árbol. Enseña sus fauces y ruge con gran estruendo. Lynne se interpone entre la bestia y Uriah y ruge como si fuera un animal... O más bien una gata en celo. ¿Por qué hace eso? Solo se me ocurre pensar que los Salvajes no son más que lo que la misma palabra indica: salvajes.
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Igneous
PertualanganEn los cuatro reinos se avecina una guerra. Y Deianira, una joven alocada que vive sin preocupaciones en un pequeño pueblo a las afueras de una gran ciudad, no sabe que será la detonante de esa guerra. Sus decisiones la llevarán a dejar todo lo que...