Parte 3: Capítulo 1

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Capítulo I

¿Y nuestra misión?

Alanis y Symmus han muerto. Se han ido para siempre. Es lo primero que asalta en mi mente cuando soy consciente de que respiro.

Oigo ruidos a mi alrededor. No se si es el silvido del viento, el romper de las olas o si las hydras se acercan sigilosas a mis espaldas para matarme. Si es así, no me importa. Me aferro con fuerza al cuerpo de Symmus. Está frío como un témpano y mi instinto me lleva a rodearle para darle calor. Sé que está muerto, lo sé, pero me permito imaginar que está vivo y que en cualquier momento despertará y se pondrá nervioso porque nos hemos quedado dormidos en el pantano y mi madre nos matará. "Tranquilo, Sym, mi madre te quiere y cuando lleguemos a casa nos preparará un chocolate caliente de esos que tanto nos gusta y mientras os explicaré la pesadilla que he tenido". A ciegas busco su cabello y empiezo a acariciarlo como siempre hacía cada vez que nos quedábamos más rato de la cuenta observando el amanecer.

Una mano se posa sobre mi hombro y abro los ojos, que lo primero que ven es el pecho de Symmus quieto y la tez morena de su cuello. Levanto la cabeza y entrecierro los ojos hasta que se acostumbran a la luz. Uriah me mira preocupado, aunque mantiene sus ojos fríos como de costumbre. Tuerce el gesto al ver las heridas en mi rostro.

Me incorporo rápidamente con su ayuda y le abrazo con fuerza. Él aprieta fuertemente con sus brazos rodeando mis costillas y siento dolor por ello aunque no me importa. Ojalá tuviera la fuerza suficiente como para rompérmelas.

Durante el abrazo, miro por encima de su hombro y observo que todavía estamos en el barco. Incluso Yeray y Sina se encuentran aquí, observándome con rostros tristes aunque sin saber qué decir. Me pregunto cuando habrá llegado Sina al barco. Tiene las pestañas apelmazadas. Seguro que de haber llorado por la noticia. Miro a Matt, que intenta sonreirme con dulzura aunque sus ojos no acompañan a su sonrisa y seguidamente miro a Yeray.

Dejo de abrazar a Uriah y me levanto. Todos observan cómo me dirijo hacia Yeray que se encuentra a mi lado junto a Matt y Sina.

- ¿Puedes llevarlos de vuelta a Vëersoyahr? - pregunto. Mi propia voz me sorprende. Debo de haberme quedado afónica.

Yeray asiente aunque me mira extrañado.

- Informa a los familiares de lo sucedido; pide que mantengan sus cuerpos hasta que todas las hydras de Sjraevha hayan muerto.

- ¿Y nuestra misión?

Le suplico con la mirada. Él asiente y se levanta en dirección a su bö, que tiene apoyado contra el timón pero se detiene y se vuelve de nuevo.

- ¿Los parientes de Alanis...?

- No tiene.

No tiene. Mis propias palabras se clavan como un puñal en mi pecho. Yeray se da cuenta de que no debe preguntar más.

- Te irás con el barco.

El resto, Matt, Uriah, Sina y yo, nos subimos al bote salvavidas en el que Matt alejó a Yeray para salvarle la vida y utilizo algo de viento contra el agua y llegamos en menos de un minuto a la orilla. Cuando salimos de la barca me llevo a Sina a un lado. Mis pies se hunden en la arena como si fueran de plomo y me hago un gran esfuerzo a cada paso hasta que nos alejamos lo suficiente de Uriah y Mattson.

- ¿Dónde se encuentra la reina de Sjraevha? - le pregunto susurrándole al oido.

- No lo recuerdo...

Sina frunce el entrecejo y fuerza su memoria para recordarlo.

- Me llevaron a un sitio con agua. Pero era un sitio cerrado así que no era este lago... Recuerdo una voz, pero no sé si era de hombre o mujer. Obedecíamos sus órdenes directas. Bueno, mi otro ser obedecía. Yo me resistía - se apresura en aclarar.

Asiento en señal de que no necesito que se excuse. Camino unos pasos en dirección a la selva pero una mano me detiene.

- Deia, espera - me pide Uriah cogiéndome del brazo.

Su voz parece cansada y me vuelvo por curiosidad. Tiene el cabello húmedo. Seguramente por el ataque de alguna hydra. No lo alcanzó de lleno porque en tal caso habría quedado inconsciente. Agarro su cabello mojado para comprobar cuan grave ha sido el ataque.

Al tacto, su cabello arde aunque a mí no me afecta. Le miro a los ojos, sucumbiendo de nuevo a ellos... Retiro mi mano al recordar que no puedo permitir que mi anhelo por él sea satisfecho a pesar de que ahora, después de lo que ha pasado, le necesite más que nunca... La muerte de mis amigos no cambia nada. Sigo queriendo protegerle. Y más ahora que es lo único que me queda de ellos. Me resisto aunque parecemos imanes de polos invertidos.

- Vamos contigo - me asegura hablando por él y por Matt.

Sé que no puedo impedírselo. A ninguno de los dos. Y Sina parece igual de decidida. Maldición. Debí de haberla dejado con Yeray. Así podría haberse reencontrado con su madre. Aunque ahora no sirve de nada lamentarse.

- Seguiremos un camino distinto - sugiero - Espero que estéis de acuerdo conmigo en que debemos acabar con esta plaga de raíz.

Ellos asienten y saben a qué me refiero. Cambio de planes. Esta vez nos toca a nosotros pasar a la ofensiva. Y no esperaremos a los refuerzos para hacerlo.

- La reina se encuentra en un lugar cerrado pero lleno de agua, seguramente un lago subterraneo y, por descontado, no sería raro encontrarlo en el mismísimo centro de la fortaleza. Desde allí manda a sus criaturas - digo señalando a Sina, quién parece molesta por la comparación.

- En un lago subterraneo... Nos costará mucho encontrarla si se encuentra además en el fuerte - piensa Mattson en voz alta.

- Debemos volver a la esplanada donde vimos por primera vez a los mutantes. Si los seguimos, llegaremos al fuerte. Podemos entrar por donde entran ellos y, me juego lo que sea a que no entran por la puerta principal. ¿Probamos?

Todos asienten y parecen contentos con el plan. Es un buen plan, por no decir nuestra única opción de dar con la reina.


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