Los Blacke, los Laurent y los Petterson.

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Es hoy.

Es lo que pensó el joven e impulsivo Ian Laurent mientras corría a una velocidad inimaginable abriéndose paso entre los árboles del bosque. Hoy finalmente era el día que tanto había esperado.

Porque hoy después de casi setenta años se vuelve a ver la súper luna, que ahora mismo está por alcanzar su posición máxima, la posición suprema que hará de Ian más fuerte y también hará más fuertes sus ansias de matar, una oportunidad que no está dispuesto a dejar pasar y menos teniendo tan vulnerables a sus enemigos, su principal objetivo Caleb Blacke.

Se negó a aceptar los consejos de su tío Adam que trató de una y mil maneras de razonar con él, tanta fue su desesperación que intentó encadenarlo pero pese a todo su esfuerzo no logró retenerlo.

Voy a matarlo.

La frase se repetía en su mente de manera intensa, mientras su pecho subía y bajaba con violencia por su respiración agitada. Los latidos de su corazón sonaban como un enorme tambor haciendo eco en todo su cuerpo. La idea de ver a su enemigo sin corazón le causaba un cosquilleo en el estómago.

Simplemente no podía pensar en nada más, ni siquiera en lo mucho que esto afectaría el pacto de las familias que tanto les había costado mantener y además que era muy probable derribar los muros de alianza con más de mil años de antigüedad. No, nada de esto pasó por la cabeza de Ian en ningún momento.

Por otro lado en la mansión Blacke, la familia se encontraba inquieta porque podían oír como Ian Laurent se acercaba a lo que podría convertirse en una tragedia.

París responsable de la familia sólo podía dar vueltas de un lado a otro nervioso por el futuro de su familia. Quizás si fuera un día cualquiera, quizás sin la súper luna tendrían oportunidad, pero no. Estaba seguro de la inteligencia de Ian y del porqué escogió este día pero también estaba seguro de que era tan solo un niño jugando a ser grande, sin embargo no podía confiarse menos de un hombre lobo.

—Quiero a todos listos para el peor de los casos.— Ordenó a su familia que se encontraba reunida en su sala. Trato de ser fuerte y darle ánimos a sus hijos que ahora mismo se encontraban débiles y somnolientos por la súper luna.

Los muchachos haciendo su mejor esfuerzo intentaron levantarse y obedecer a su padre pero Caleb los detuvo.

—Solo me quiere a mí.— Dijo.

Nadie se atreve a decir algo más por lo débiles que se encuentran, de todos modos darle la contra no serviría de nada porque saben que digan lo que digan no van a poder detenerlo. Caleb siempre termina haciendo su voluntad aunque la mayoría de veces sean ideas suicidas y estúpidas.

París se rinde rápidamente y solo contempla el muy posible fin de su hijo.

—¿Cómo vas a detenerlo?— Pregunta con temor a la respuesta.

—¿Detenerlo?— Suelta un suspiro mientras mueve la cabeza de lado a lado en negación.—No, él viene a matarme, vamos a ver quién lo logra primero.— Sentencia.

Quizás está noche sea también una oportunidad para Caleb, detesta a Ian, no al punto de matarlo pero si él quiere que sea así, que así sea pero eso sí, no va a perder el tiempo en cosas de niños él va a matarlo.

En otra parte del bosque, casi a las afueras resalta la mansión Petterson en donde también se discute el futuro de las familias y del pueblo.

—Tu sabes lo que se viene, tienes que decirme la manera de evitar que Ian cometa una locura.— Súplica el joven Ayden a su tío Mason que está sentado meditando como siempre. Él sin embargo parece no escuchar lo que desespera al joven. —Ian va a causar que el pacto se rompa, por favor tienes que ayudarme a detenerlo.—Insiste al borde de las lágrimas por la desesperación.

—No te esfuerces Ayden no va a responderte.—Dice Kyle entrando con un libro en la mano. —Y si lo hace nos dirá lo mismo de siempre "Tienen que resolver sus propios problemas, sólo así se harán fuertes y bla bla bla."— Continúa haciendo una mala imitación de la voz de su tío.

—Basura, pura basura.— Añade con pesimismo Tayler que acaba de entrar metiéndose en la conversación de sus hermanos.

—Entonces ustedes tienen que ayudarme.— Ambos hermanos se miran entre sí para luego reír con ironía.

—Sabes que no podemos hacer eso y tú tampoco tendrías que interceder.— Recuerda Kyle.

—Es mi mejor amigo, si tengo la oportunidad de salvarlo de hacer una estupidez lo haré.— Defiende su noble posición Ayden.

—¿Y estás dispuesto a pagar el precio? Que estúpido eres hermanito, sacrificarse por un Laurent que no ha hecho nada por ti.— Provoca Tayler.

—Y los Blacke si hacen mucho por ustedes ¿Verdad?— Contesta Ayden harto de escuchar los reproches por su amistad con Ian Laurent.

—Ayden sabes que no podemos estar de lado de ninguna familia.—Kyle trata de aclararle las cosas a su hermano, está es una regla fundamental para ellos aunque hace mucho que no se respete.

—Lo ayudaré con o sin ustedes no me importa el maldito reglamento.— Ayden aparta a sus hermanos saliendo de la sala de lectura sin tener la mínima idea de qué hacer con Ian.

Aun así sale decidido a ayudar a Ian a no cometer una locura, aunque el precio a pagar sea demasiado alto.

Como mejor amigo de toda la vida, Ayden sabe en dónde está Ian así que con un movimiento de manos y una palabra aparece en medio de un espeso humo gris en el bosque un poco desorientado por el viaje pero aun así trata de enfocarse y buscar a Ian al cual no tarda mucho en encontrar.

Ian está tendido en la tierra retorciéndose de dolor por el cambio de su cuerpo su dolor es acompañado por gritos desesperados. Ayden corre a su auxilio, no es la primera vez que ve a su amigo sufriendo de esa manera.

—¡Quiero estar solo!—Grita Ian al ver a Ayden acercarse. El punto de descontrol esta cerca por la súper luna, Ayden observa la luna, está en todo su esplendor no falta mucho para que la transformación comience.

—Ian ya hemos afrontado esto juntos, sólo déjame ayudarte.—Dice.

Ayden hace un movimiento con la mano y le muestra a Ian lo que puede hacer para ayudarlo pero esto lo irrita y ocasiona la transformación, cuando Ayden se da cuenta ya es demasiado tarde su querido amigo se ha convertido en algo que ni él mismo reconoce, en sus ojos sólo puede observar el instinto de un animal mientras que la esencia de la persona ha desaparecido.

Al ver a Ayden, Ian se echa a correr en el bosque y su mejor amigo no duda ni un minuto en perseguirlo. Adivina las intenciones de Ian, él corre por el camino que va directo a la casa de los Blacke. Se van a hacer pedazos entre ellos si no lo detiene, pero conoce los límites y no va a poder ayudar a Ian si este los sobrepasa.

Corre muy rápido como para alcanzarlo con un hechizo, no puede arriesgarse a fallar porque se puede quedar sin posibilidad de detener a Ian.

Cuando están llegando a la carretera el don de Ayden se enciende, es claro que algo malo va a pasarle a Ian esta noche.

Entonces lo ve.

Ian corre a la carretera por donde viene un auto, por las luces delanteras Ian se detiene justo en frente, este sin mayor reparo sigue avanzando y embiste a Ian el golpe lo aturde y suelta un quejido pero logra avanzar hasta el otro lado donde se deja caer inconsciente y malherido, el dolor lo vuelve humano.

Ayden sigue entre los árboles horrorizado por lo que acaba de ver, sin embargo no tiene tiempo de analizar más las cosas porque a unos metros el auto se detiene y ve salir a alguien. Tiene que hacer algo o van a descubrirlo.

Desde su posición vuelve a Ian a su estado animal y con solo el chasquido de sus dedos desaparecen. 

El pacto del amor y el poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora