Caleb Blacke
Nunca me he aislado de esta manera con el silencio aplastante de la noche y es justo en este momento me siento en calma, muerto, como estoy y como debería ser, como lo era antes de conocerla.
Antes de ella solo tenía la soledad que ha estado conmigo desde que me convertí en vampiro, desde que me volví esta aberración y nunca me molesto. Al principio solo me buscaba pero en ese entonces la idea de estar solo por toda la eternidad me causaba pánico pero cierto día solo decidí dejarme envolver por la soledad aceptando entregar mi alma a la oscuridad prometiendo que jamás arrastraría a otra alma conmigo, ese era el sacrificio.
Era solo, Caleb, la soledad y la oscuridad.
Nunca pensé que eso podría cambiar.
Pero ahora al cerrar los ojos me llega a la mente el recuerdo de sus resplandecientes e irritantes ojos cafés culpables de mi maldito insomnio, su sonrisa tonta e ingenua se repite una y otra vez, su voz dulce a tal punto que te empalaga, esos recuerdos mejor dicho imágenes vividas se clavan en mi corazón ya inerte que parece volver a latir y... duele. No sé cómo, pero es esto la única manera que tengo de describir lo que siento ahora.
No creí que la luz me alcanzara a estas alturas, había perdido la esperanza para mí pero ahora todo ha cambiado su resplandor es más fuerte y se intensifica en algún momento chocara con mi oscuridad y entonces no se cual de los dos estará más jodido.
—¡Hey!—Me grita Nathan desde abajo. Eso me despierta un poco de mis pensamientos. Decide darme el alcance saltando con una agilidad que para nosotros es común.—Aquí estás, te he estado buscando por todos lados.
—No quería ser encontrado.—Respondo sin observarlo.
—Ya es tarde, cuéntame lo que paso.—Distingo su curiosidad por su tono de voz.
—Acaso ¿No lo sientes?—Giro para verlo y el cierra los ojos concentrándose.—De hecho.—Dice con los ojos cerrados.—No siento nada, es como... como si estuvieras.—Muerto.—Completo, abre los ojos.
—Es como me siento justo ahora.—Me ve desconcertado.
—Pero antes, hace unas horas... me sentí vivo.—Comento mirando la profundidad del bosque.—Creo que luego de eso solo decidí auto asesinarme con mis pensamientos deprimentes.
—¿Qué paso?
—La besé.—Se hace un silencio.—Y lo he sentido de un modo... de un modo casi humano.—Nathan permanece en silencio escuchándome.—Fue como si ella hubiese besado más allá de mis labios, ella besó mi alma y fue... fue épico. Épico Nathan. Realmente en ese pequeño momento sentí la vida en mi ser.
—Sé lo que sientes.—Habla Nathan de pronto.
—¿Puedes sentirlo?—Él asiente.—No quiero sentirme así.
—Es normal tener miedo.—Niego con la cabeza.
—No es miedo... no quiero involucrarla.—Confieso.
—Creo que sabes que ya es tarde para eso.—Sentencia y me señala el cuaderno que tengo entre las manos.—Es ella. ¿Ha sido una visión?—Niego.
—Solo la dibuje.
—Nunca habías dibujado algo más que visiones.
—Lo sé.—Respondo resignado.
—Sabes que ha llegado el momento. El destino finalmente ha acercado nuestro mundo con el suyo, han borrado la distancia entre ustedes y esta uniendo sus caminos desafiando lo imposible para que sus almas se encuentren.
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El pacto del amor y el poder
FantasyEn un pequeño pueblo casi perdido en el mapa viven dos familias dueños de una eterna rivalidad; los Blacke y los Laurent, familias respetadas en el pueblo con solo una cosa en común los Petterson, la familia más misteriosa según los habitantes. ¿So...