29. Mente abierta

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El solo escuchar a Caleb mencionar la palabra huir me hizo querer responderle de inmediato y decirle lo que verdaderamente se merece.

—El burro hablando de orejas. —Susurre por lo bajo pero al parecer Caleb me escucho porque de inmediato recibí su respuesta.

—Acaso tú... ¿Me llamaste burro? —Giro la cabeza un poco y frunció las cejas e hizo algo con sus labios que dios fue lo más perfecto que había observado en años.

—Es solo un dicho... pero. —Se lo merece. —Sí, técnicamente sí. —Sé que de alguna manera intenta desviar el tema, pero no lo harás Caleb Blacke. —No me cambies de tema. ¿Qué me
dices de ti? ¿Por qué te fuiste? —Pregunte siendo amable, realmente quiero saber los motivos pero algo me dice que me va a evadir diciendo algo estúpido o recordándome lo metiche que soy.

—A veces necesito estar solo para limpiar mi alma. —Fue su respuesta. Y la forma en que lo dijo simplemente me dejo atónita sin saber que responder. ¿Qué tan sucia puede estar él alma de Caleb?

Me quede viéndolo fijamente y él por segunda vez en la noche hizo algo que jamás creí ver. Una sonrisa se dibujó en su rostro y por Dios fue lo más bello que se pudiesen imaginar, la
simple sonrisa le cambió el rostro de una manera impresionante jamás imagine que Caleb pudiera verse aún más atractivo con una sonrisa en el rostro, esperen... no imagine verlo sonreír algún día, me abrió nuevas esperanzas.

—Realmente querías verme ¿Verdad? —Dice de pronto fijando sus intensos ojos en los míos, el pánico se apodera de mi cuerpo y lo evito. Aclarándome la garganta para no morir ahoga por mi propia saliva después de verlo sonreír.

—Que no, solo quería... —Alzó una ceja y sinceramente a este punto estoy al borde de un colapso. ¿Quién eres y que hiciste con el amargado y aislado Caleb Blacke? —Solo quería salvar a alguien más. —Trate restarle importancia.

—¿Y quién va a salvarte a ti? —Comenzó acercarse de nuevo de manera acechante y peligrosa.

—Es impresionante la forma en la que esquivas el tema, pero déjame decirte que aunque tu boca no lo admita. —Miro mis labios y trague grueso para tratar de calmar mi pulso. —Todo tu
cuerpo grita lo contrario. —Roja como un tomate otra vez ¡Agua, necesito agua! —Vamos no hay que ser Sherlock Holmes para darse cuenta. —Alzo los hombros y se separó por el bien de mi salud, un segundo más y mi corazón estalla de tanta presión.
Aunque moría por confesarle mis sentimientos, mi cerebro se negó a cooperar y decidí no hacerlo.

—Como sea. —Lo escuche de nuevo. —¿Qué tienes planeado para esta noche? —Me quedé pensando. Es cierto, tenía que hacer planes para nosotros la cena no iba a durar por siempre ¿Cómo lo deje pasar? —No tienes nada planeado ¿Cierto? —Caleb nuevamente acertó interpretando mi silencio. —No me sorprende Steel. —Giro los ojos. —Sígueme. —Ordeno
mientras comenzó a caminar a toda prisa. Lo seguí.

Salimos fuera de la escuela y continuamos avanzando hasta la parte más remota de la escuela el
límite que tenía con el bosque.

—Daremos un paseo. —Dijo serio de nuevo. Y algo en su mirada me decía que había cambiado su estado de ánimo. Lanzo los cascos lejos de la moto. —No los necesitamos. —Dice subiendo a la moto y me mira de nuevo. —¿Qué esperas? —Pregunta y de nuevo me entra esa sensación
de peligro y miedo que sentí en la biblioteca, sé que algo ha cambiado. —Vamos, no tenemos toda la noche. —Insiste y mi cerebro me da todo un libro de cien hojas para no subir pero no puedo mi ilusionado y estúpido corazón es más fuerte y acepto, voy hasta la moto y me subo como puedo, solo una duda se planta en mi cabeza cuando estoy en la moto y como adivinando mis pensamientos Caleb toma mis brazos y hace que rodee su cintura.

El pacto del amor y el poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora