32. Ni la muerte será suficiente castigo

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Jaden Blacke

Pateo los arboles con una fuerza que hasta a mí me sorprende, estoy destrozando todo a mi paso, es lo que más necesito ahora, desquitarme tengo que de algún modo liberar esta sensación de asfixia. Estoy seguro que esto va a terminar obligándome hacer algo brillante y estúpido al mismo tiempo, como siempre. Los puños se me cierran sin querer, estoy tan lleno de rabia contenida.

Estoy harto. Harto de todo pero seguro de que no me quedare con las ganas de hacer sufrir a alguien y creo que ya tengo a ese alguien.

—Jaden, detente.—Escucho a Luke detrás de mí. Su pobre alma está tan ligada a la mía que realmente es como un hermano para mí, de hecho todos eran mis hermanos, éramos familia.

—No ahora Luke.—Digo sin dejar de apretar los dientes. Quiero matarlo justo ahora, alguien tiene que sentir dolor para poder estar tranquilo.

—¡Basta!—Me sostiene del brazo y su voz por primera vez me suena seria, su voz de picardía y diversión desaparece lo que solo me enfurece más.

—Suéltame Luke.—Aun estoy calmado por así decirlo.—Suéltame ahora o te arrancaré el brazo y se lo daré de comer a los perros y creo que ya no podrías autoanimarte con un solo brazo, si me entiendes ¿Cierto?—Exijo, pero es firme. No responde con palabras. Sus intensos ojos azules se encienden y mis pies de pronto solo se funden con la tierra. Trato de liberarme pero es imposible Luke me tiene. Es su territorio me podría a prestar con cualquier elemento del bosque si él quisiera, es la naturaleza su especialidad.

—Por Hades, Jaden tú no eres así, reacciona. Es Caleb al que te enfrentas, es tu hermano tú familia tienes que estar con nosotros. —Siento el sentimiento en sus palabras, Luke realmente quiere que reaccione pero ¿A qué precio? Ser el perrito faldero de Gia y convertirme en Ian Laurent por supuesto que no, eso no pasará. A parte no sé si mis hermanos son estúpidos y no se dan cuenta que ella es la enemiga.—Diga no que diga no vas a cambiar de opinión ¿Cierto?—Aprovecho ese pequeño instante. Justo cuando Luke pierde la concentración logro liberarme de sus extrañas tierras movedizas. Se queda de pie observándome, no quiere detenerme.

—Sabes lo que tengo que hacer ahora ¿Cierto?—No responde solo se queda ahí de pie observándome.—No quería llegar a estos extremos, en serio.—Voy hasta él y sin pensarlo o reconsiderarlo le rompo el cuello. Y solo porque le tengo consideración lo llevo hasta un árbol donde lo dejó recargado, estará bien. Probablemente solo deje de hablarme por unos días.

¿Dónde me quedé? Oh sí. Estoy seguro que nuestro bombón tendrá una nada grata visita inesperada.

Toco la puerta y una guapa rubia de piernas largas me recibe.—Hola primor. Estará tu extraña amiga a la cual todos aman repentinamente. —Uso mi encanto, no el natural. Ella sonríe y asiente. Quizás más adelante sea una buena compañía si es que Luke no se pone las pilas. Me sede el paso pero ni bien intento dar un paso dentro del departamento mi piel comienza a quemarse, retrocedo de inmediato.—Hazte a un lado linda.—Ordeno a Ale. Me deja ver lo que me impide entrar. Una maldita y apestosa flor meses está creciendo en esta casa, traducción no puedo entrar, es protección básica contra vampiros.—Serías tan amable de pasarle la voz a Gia.—La rubia asiente y va a buscarla. La susodicha aparece segundos.

Está sorprendida definitivamente no me esperaba.

—Hola, sé que esperabas a otro Blacke pero te tendrás que conformar conmigo.—Sonrió y cuando esta a punto de hablar la obligo a detenerse.—Solo quedate quieta, haré un pequeño experimento que dolerá mucho.—Ella obedece para mi buena suerte no trae nazque en su organismo. De inmediato le lanzo todo el acónito directo al rostro y espero a que ella reaccione retorciéndose de dolor o muriendo, lo que pase primero. Pero mi decepción es grande cuando solo estornuda. Eso no es bueno, no es nada bueno.

El pacto del amor y el poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora