—Yo... yo, yo solo vine a... solo estaba viendo...viendo unos libros. —Contesto como puedo aun pasmada por la presencia de Caleb ¿En qué momento? ¿Cómo ha llegado hasta aquí? Él observa mis manos y se topa con la evidencia, el libro rojo, solo le bastó dar un paso más para estar por completo cerca de mí, me dejo llevar por el miedo cierro los ojos. Saca lentamente el libro de mi mano, abro los ojos y lo veo ponerlo en su lugar. Vuelve a poner sus ojos negros oscuridad sobre mí, sorprendiéndome y causándome un mini infarto.
—¿Crees que estoy jugando? —Dice suavemente frente a mi. —¿Qué haces aquí? —Vuelve a preguntar, clavando sus tenebrosos ojos negros.
—Yo solo vine por un libro.—Susurro, el golpe detrás de mí me hace saltar. Caleb golpea la repisa. No parece contento con mi respuesta, se aleja bruscamente y al voltear sus ojos están llenos de ira.
—¿Crees que soy estúpido? ¡Dime! —Grita golpeando la repisa nuevamente, me estremezco pero esta vez de miedo. —Primero nos escuchas a escondidas, no dejas de observarnos, segundo quieres ver lo que escribo y tercero vienes aquí ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Quién eres realmente?! —Grita y siento que con cada grito me acerca más al borde del llanto, la situación no es para nada confortable ¿Quién era? ¿Qué clase de pregunta es esa?
—Yo... yo no sé de qué hablas. —Digo en un susurro ahogado, el nudo en mi garganta no me permite gritar porque algo me dice que si me atrevo a levantar la voz no le va a gustar y entonces estaré en problemas.
—No juegues conmigo, no sabes en lo que te estás metiendo así que mejor dime que es lo que quieres y quien te mando. —Su voz es amenazante, se acerca a mí, me siento tan pequeña ante su presencia que no puedo contenerme más, las lágrimas comienzan a brotar por sí solas, mientras mis piernas se hacen de gelatina siento que en cualquier momento me voy a desvanecer y caer.
—Yo solo... yo no sé qué...—¡Cállate! —Grita y me interrumpe. Se comienza acercar a mi solo para decir en tono amenazante. —Aléjate niña, aléjate de lo que no entiendes. —Su mirada es fría y parece disfrutar de tenerme acorralada sin poder respirar. Las lágrimas me inundan, el miedo se apodera de mí por completo y no me importa quedar como una cobarde, él no está bromeando.
—¡Suéltala! —Escucho a lo lejos. De inmediato Caleb se aleja, caigo al suelo tratando de calmar mi llanto limpiando mis mejillas. Al voltear me doy cuenta de quién es el dueño de la voz, es Ian. Se acerca y me cubre con sus brazos. —¡Cómo te atreves! —Le grita pero no quiero prestar atención a nada más lo único que quiero es aferrarme al pecho de Ian y salir de este lugar.
—Ella se lo busco. —Responde Caleb sin importancia. —Sabes muy bien lo que significa que ella esté aquí. ¿No te da curiosidad? —Ian duda un segundo y me observa, ruego para que el no desista de su idea, está bien peque de curiosa pero no merezco ese trato.
—Esto es contra las reglas. —Permanece firme y me abraza con más fuerza.
Lo veo rodar los ojos descaradamente. —Solo que no meta sus narices donde no la llaman. —Dice y lo escucho marcharse. Mi única reacción a esto es el llanto, lloro y me desmorono pensando en que esto fue una idea muy estúpida, jamás debí haber venido.
Aun sin poder creerlo me levanto del piso con ayuda de Ian.—Todo va estar bien, tranquila.—Me susurra y trato de calmarme, esto de que Ian me vea llorar como una niña me da mucha vergüenza.
Después de algunos minutos las lágrimas dejan de correr pero el miedo sigue impregnado en mi rostro. ¿Qué mierda fue lo que pasó? Estoy consciente que Caleb es un poco extraño pero eso de llegar al extremo de querer atacarme solo por tratar de leer un estúpido libro antiguo es no sé, exagerado. Hasta para él.
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El pacto del amor y el poder
FantasyEn un pequeño pueblo casi perdido en el mapa viven dos familias dueños de una eterna rivalidad; los Blacke y los Laurent, familias respetadas en el pueblo con solo una cosa en común los Petterson, la familia más misteriosa según los habitantes. ¿So...