40. Nada que perder

103 11 1
                                    

¿Qué se hace en las citas? ¿En una cita normal? Salen, caminan, hablan de cosas e intereses de ambos, comen algo y con mucha suerte al final te lleva a casa y te besa. Pero querida para eso tu hombre tiene que ser normal y esto no aplica para Caleb Blacke.

De los nervios se me quita el hambre, los platos se me hacen infinitos y mi estómago se revuelve a menos que sean las mariposas alborotadas... o gases.

Caleb vuelve muy rápido y se sienta junto a mi observándome mientras aún tengo comida en la boca que trato de masticar.

-Para ser tan pequeña, comes mucho.-Su voz me ayuda a pasar la comida.

-Ya no tengo hambre.-Me apena mucho tener que dejar todo la comida que han preparado para mí, pero el pánico de mi primera cita con Caleb me ha quitado todo el apetito. Y Caleb tiene mucha razón cuando dice que como mucho, amo comer. Pero creo que a cualquiera se le quitaría el apetito con semejante propuesta, de semejante chico. ¡Mantén la calma! ¡Calma! Me repite mi subconsciente. ¿Cómo mantengo la calma? Caleb me pone muy nerviosa porque nunca se sabe cómo va reaccionar.

-Como quieras.-Responde con simpleza. Me estoy limpiando la boca con una servilleta cuando Caleb toma mi mano y la jala como si fuera elástica, no me queda de otra que levantarme cómo puedo y seguirle el paso.

-Puedo caminar sola.-Trato de hacer que me suelte porque para mí tamaño estoy dando muchos pasos extras pues un paso suyo son tres míos.

-Eres lenta.-Revoleo los ojos, odio cuando se pone en este plan. Continua jalándome como a una niña pequeña, pronto salimos del comedor y avanzamos hasta las escaleras. Dejo de caminar y hago mi mayor esfuerzo para que se detenga.

-No voy a subir esas escaleras.-Hago que me suelte y me cruzo de brazos. Gira los ojos de mala ganase rasca detrás de la oreja como si mi actitud lo sacara de quicio, camina hasta mí.

-Si querías que te cargue otra vez solo tenías que pedirlo, Steel. -Sus palabras me dejan muda, no es lo que quería decir... bueno quizás sí, pero es en serio no voy a soportar el dolor de mi tobillo. Se acerca mucho a mí y baja la cabeza un poco para poder verme directamente a los ojos.

-Lo digo por mi tobillo. -Aclaro cuando lo tengo cerca.

-Ajá sí. -Frunce los labios y mueve la cabeza. Si sigue haciendo eso con los labios no me va a quedar de otra que lanzarme contra él y besarlo. Antes de que pueda responderle como se merece hace un movimiento rápido que termina con mi estómago sobre mí sus hombros. ¡Me está llevando sobre sus hombros como si fuera un saco de papas!

-¡Caleb, déjame! -Repito, pero mis gritos son en vano. Al final no me queda de otra que resignarme pero no me baja cuando las escaleras se acaban, no. Caleb continúa caminando por el pasillo que antes ya habíamos pasado.

-Aunque aprecio tu amabilidad Caleb, me gusta ser una persona independiente.-Le digo pero no me hace caso, ni si quiera se molesta en contestar. Solo sigue caminando en silencio, quizás me va a llevar a la habitación de invitados para no sé, encerrarme. Mi percepción sin embargo es errónea porque Caleb entra a su habitación, aquella puerta negra del fondo, con el grabado en madera de su nombre, no comento nada hasta que sin aviso me deja caer sobre la cama, que a mi parecer es enorme para una sola persona.

-¿Qué hacemos en tu habitación? -Pregunto ingenuamente mientras me acomodo al borde de la cama y se me salen los ojos tratando de observar todos los detalles posibles de este lugar.

Su habitación es bastante grande más de lo que me esperaba. Las paredes están pintadas de gris salvo el gran ventanal que está en el lado izquierdo, la cortina también es gris y un poco más clara que las sabanas de la cama. El piso está recubierto por una alfombra bastante suave. Frente a mi hay un armario bastante grande a su lado un escritorio y una puerta la cual supongo es el baño. En ambos lados de la cama hay dos mesas de noche con lámparas y pilas de más o menos diez o quince libros cada una. Sobre la cama hay una repisa que tiene dos cuadros pintados a mano por él, según leo en la inscripción y a su lado hay muchos cuadernos de dibujo iguales al que le vi la primera vez que lo conocí. Están enumerados y en perfecto orden, como todo aquí. Trato de buscar algunas fotografías de Caleb cuando era bebé o alguna durante su niñez pero no hay ninguna.

El pacto del amor y el poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora