Después del raro episodio con los hermanos Petterson prefiero seguir con lo mío y olvidarlo, pero es un poco difícil pues para ser hermanos no parecen llevarse tan bien que digamos algo muy similar pasa con los Blacke, al parecer los únicos hermanos que se llevan bien aquí son los Laurent. Sin embargo hasta ahora es lo único que tengo de ellos, conflictos familiares muy poco para conformarme pero en un rato iré a la biblioteca a ver qué encuentro acerca de la historia de Wolftein y sobre todo si hay algún tipo de información sobre las dichosas familias fundadoras.
Al entrar al aula de química, siento un escalofrío recorrer mi cuerpo al descubrir a Caleb Blacke sentado, concentrado en su cuaderno, moviendo la mano de un lado a otro como si estuviera escribiendo o dibujando. Permanezco estática por unos segundos, sorprendida por la extraña coincidencia después de nuestro primer encuentro desastroso. Reviso nuevamente mi horario y confirmo que no me equivoqué; es mi clase. Inicialmente, experimento nerviosismo, ya que lo último que deseo es encontrarme con él. De repente, sus ojos se levantan y se clavan en mí. Mi cuerpo se estremece solo con sentir su mirada, pero noto que sus ojos no muestran ninguna emoción. Por suerte, la tortura visual termina cuando vuelve a ocuparse de su tarea. Recupero la compostura y decido entrar; obviamente, no me sentaré junto a él, dejó claro que no le agrado. Para mi alivio, encuentro un asiento vacío al lado de una chica delgada con el pelo rojizo alborotado. Me siento sin pensarlo demasiado y aparto la mirada de Caleb, quien permanece frente a nosotras. Me pregunto por qué su presencia me afecta tanto, qué tiene de especial y por qué estas sensaciones.
Cuando todo pinta mejor, cuando estoy segura de que él me va a ignorar y yo lo voy ignorar para así acabar con esta clase tan incómoda y volver a nuestras vidas el preciado momento se acaba con un toque en mi hombro, al salir de mi trance de nerviosismo los ojos verdes de una chica me traen a la realidad.
—Disculpa pero ese es mi sitio, tengo que estar con Jacqueline en todo momento.—Me dice la chica castaña muy amablemente, que resulta ser Eris me siento tan avergonzada.
—Claro.—Susurro y recojo mis cosas.—Disculpa no me había dado cuenta.—Me sonríe y se sienta donde me encontraba hace algunos segundos.
—Descuida. —Dice y entonces me doy cuenta que la chica de pelo rojizo no es otra más que Jacqueline.
—Eres Gia ¿Cierto? Soy Eris y ella es Jacqueline.—Se presenta amablemente mientras yo sigo lamentando el hecho de no haber preguntado si el asiento estaba ocupado. Y entonces recuerdo que son amigas de Ale. Eris me mira esperando mi respuesta.
—Si soy Gia, mucho gusto otra vez y de nuevo disculpa.—Le ofrezco mi mano y la aprieta cordialmente. La otra chica Jacqueline no dice nada y yo tampoco insisto entiendo lo que es ser tímida, así que no interrumpo más y busco alguna otra salida a mi alrededor, pero no la hay. Mi sentencia está escrita, no hay más asientos disponibles salvo el que está al lado del escalofriante Caleb Blacke.
Pienso seriamente en escaparme de la clase, eso sería mucho mejor que sentarme con aquel chico pero mi oportunidad se esfuma cuando el profesor entra y pide a todos que guarden silencio, no tengo otra opción resignada a que este es el peor día de mi existencia me siento al lado de Caleb.
Trato de relajarme pero es casi imposible, yo misma siento como el sudor de mi frente comienza a desbordarse por el nerviosismo de estar al lado de un Blacke, inhaló y exhaló varias veces para controlarme, de reojo y por cuestión de segundos observó a Caleb que parece no percatarse de mi presencia, es muy bueno ignorando. Así que me relajo pensando en que quizá ni siquiera me recuerda, con este pensamiento trato de poner atención.
El profesor Stevens pide que apuntemos lo que está en la pizarra, me apresuro a sacar un bolígrafo de mi bolso y sin poder evitarlo desvió mis ojos hacia Caleb él está con los ojos completamente fijos en lo que está haciendo trato de ver que es lo que está dibujando o escribiendo pero su brazo no me deja, por un momento pienso que se ha dado cuenta de que estoy pecando de indiscreta así que vuelvo a lo mío y dejo de observar. El pequeño espacio que nos separa se siente tenso pues él cierra su dichoso cuaderno y comienza a jugar con su lápiz ansioso. Puedo sentir sus ojos clavados en mi hombro pero no me atrevo a mirarlo de nuevo así que como antes ignoró su presencia hasta que el bendito timbre toca, ganas no me faltan para salir corriendo, acomodó mis cosas lo más rápido que puedo y cuando regresó la mirada para ver si él sigue sentado observando como lo había hecho al final de la clase, no está, se ha hecho humo, como por arte de magia desaparece y nada me alegra más, en serio.
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El pacto del amor y el poder
FantasyEn un pequeño pueblo casi perdido en el mapa viven dos familias dueños de una eterna rivalidad; los Blacke y los Laurent, familias respetadas en el pueblo con solo una cosa en común los Petterson, la familia más misteriosa según los habitantes. ¿So...