30. Inicio del caos

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Fue volteando lentamente hasta que estuvo frente a mí, sus ojos brillaban más que nunca. Me miró fijamente, el simple hecho me estaba dejando sin respiración, me quemaba la piel y lo peor de todo es que no puedo despegar mis ojos de los suyos, es como si desde el primer momento que cruzamos miradas estas se hubiesen enlazado de una manera tan fuerte que ni nosotros mismos sabemos cómo explicar.

Los labios se me secan, trago grueso y me desconozco. Mis piernas comienzan a correr hasta él, quiero sentirlo cerca nuevamente.
En ningún momento despego la mirada y cuando me detengo solo centímetros separan nuestros cuerpos y me entusiasma más que no haya huido.

—¿Es todo lo que vas a decir? —Digo sin saber exactamente como las palabras dejan mi boca pues a este punto no estoy segura ni como sigo de pie.

—Steel, yo…—Pronuncia con la misma dificultad que yo, sin embargo él es más fuerte y me mira fijamente, sé que con sus ojos me está diciendo más de lo que sale de su boca, lo siento así.

De pronto rompe nuestra conexión desviando la mirada detrás de mí, mi cuerpo lo reclama al instante, quiere sentirse asfixiado por las sensaciones que Caleb Blacke en mí.

Lo sigo observando fijamente analizando cada centímetro de su rostro, cada facción y me doy cuenta que su expresión ha cambiado, sus ojos solo reflejan odio y desprecio hacia lo que está viendo, me da un último vistazo y luego solo comienza a caminar en dirección contraria.

—Caleb. —Quiero sonar firme, pero no lo logro y lo que sale de mi boca es un penoso susurro, como de súplica porque realmente es lo que quiero, quiero que se quede. Se detiene y cuando estoy segura de que va a voltear y regresar mis expectativas son derrumbadas al darme cuenta que sigue caminando.

Quiero ir detrás de él pero el brazo de alguien más me detiene.

—No Gia. —Me susurra y me abraza. El consuelo de Ian no es suficiente mis ganas de estar cerca de Caleb son más fuertes y me duele saber que quizá nunca podamos estar juntos de la forma que quiero.

(…)

—Gia. —Escucho a Ian. —Sabes que puedes confiar en mí, dime lo que te pasa. —Veo sus ojos tan preocupados por mí y la manera en como toma mi mano me enternece, soy tan estúpida y estoy mal de la cabeza por enamorarme de mi verdugo.

—No sé como decírtelo. —Al instante su mano deja la mía y evita mirarme.

—Sé lo que vas a decir. —Sus puños se cierran. —Él te gusta. —Sentencia.

—Ian yo…—Regresa a verme.

—¡¿Cómo puedes amarlo después de todo lo que te ha hecho Gia?! —Espeta sin temor a demostrar sus sentimientos, sé lo mal que le debe caer la noticia.

—Yo… no lo sé Ian. ¿Crees que no me lo he preguntado? ¡¿Crees que no me doy cuenta que todo esto es toxico y me hace daño?! —Las lágrimas surgen nuevamente, no me gusta a donde nos está llevando todo esto.

—Y si te das cuenta, porque no solo te alejas. —Los ojos de Ian están llenos de súplica, justo lo mismo que yo reflejaba hace un rato.

—Porque no puedo, me he enamorado de él. —Es mi veredicto final.

—¿Y qué pasa conmigo Gia? ¡¿Qué pasa con lo que yo siento por ti?! —Se pone de pie y se toca el pecho de una manera tan desgarradora que me hace sentir más culpable. —Estoy enamorado de ti Gia y… y yo puedo hacerte la mujer más feliz de este planeta si es que me lo permites, jamás dejaría que una lágrima salga de tus ojos, conmigo no tendrías que mendigar amor…

—No lo entiendes Ian. —Es lo único que logro pronunciar.

—Sí, no entiendo… ¡¿Por qué no puedes amarme?! —Se arrodilla y toma mis manos.

El pacto del amor y el poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora