Capítulo 5

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Saskia

Es mi primer día de entrenamiento oficial. Estoy despierta desde las 6:00 por la emoción, aunque hay cierto aturdimiento dentro de ella.

Ayer pude apreciar el "hermoso" carácter de Yuri Plisetsky, y tengo el presentimiento de que será así de amable conmigo hasta que termine todo esto del patinaje en parejas.

Llevo puesto unos joggers rojo carmín y una playera de mangas largas (que me cubren hasta las muñecas); es un poco ceñida, para evitar que me estorbe durante el entrenamiento. Opté por llevar una sudadera negra encima de todo, pues hace un poco de frío afuera, y llevo los guantes puestos. Dentro de mi bolsa llevo mis zapatillas de ballet y los patines blancos, un short negro y unos mallas del mismo color.

Decido caminar hacia allá para entrar un poco en calor. Me coloco los audífonos y escucho Lonely Girl de Tonight Alive.

Esa canción la escuché por primera vez cuando estaba en el centro comercial, cuando yo tenía 13 años. Recuerdo haber visto el video en una pantalla. Ese día, una chica se me acercó a preguntarme sobre mis gustos musicales. Apenas era nueva en eso de la adolescencia, ¿se supone que le iba a dar una buena respuesta?

A pesar de que ella se me acercó sólo a hacerme una pequeña encuesta, terminamos hablando varias horas. Después, se fue. Así es como han terminado también todas mis amistades desde que voy a la escuela.

Fui de ese tipo de chicas a las que no le interesaba mucho conservar una amistad después de que me graduara. En primaria, pasaba el receso con mis "amigas" de gimnasia rítmica: Heller, Anneliese y Kirsten. Tampoco tuve la manera de seguir en contacto con ellas. Es como si no hubiese tenido amigas. De hecho, creo que nunca las he tenido.

Aunque tampoco esperaba tener "amigos" al llegar a esta edad. Alemania tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. En las escuelas en las que he estado, sólo hay dos grupos por año, de veinticinco niños como máximo.

Al iniciar a patinar, no tuve mucha suerte con las demás niñas, pues nos separan por edades: soy la única que tiene entre 13 y 18. La mayoría tienen de 18 a 21. Y algunas tienen menos de 9. Por lo que no tengo manera de relacionarme con alguien.

Mi madre dice que es normal, considerando que tuvieron que educarme en casa a partir de los 12. Y aunque hubiese ido en un colegio normal, yo no hubiese sido capaz de relacionarme con nadie.

En la academia de baile a la que solía ir, me sentía más libre, pero prefería encerrarme en mí misma para bailar. No llevaba una relación tan cercana con mis coreógrafos. Con los demás bailarines, mi relación se basaba en la indiferencia. No lo hacía por timidez, sino que prefería disfrutar de mi persona al bailar, en lugar de bailar para los demás o para los jueces en los concursos.

Cuando menos me lo espero, estoy frente a la puerta del club. Miro el reloj de mi teléfono, el cual marca las 8:50. Esa puerta le dará un nuevo comienzo a mi vida. Después de abrir, veré a quienes me acompañarán hasta finales de año.

Me quito los auriculares y los guardo en la mochila. Tengo puesta una mano en la manija, lista para halar de ella, cuando alguien pone su mano encima de la mía y abre la puerta.

—Llegas temprano, Nueva York —dice Yuri. Lo interpreto como un "hola".

—¿Nueva York? —pregunté levantando una ceja.

—¿No captas?

Niego con la cabeza, hasta que se me viene a la mente una ocasión en la que fui a Nueva York para una competencia de gimnasia, cuando tenía 6 años, y fuimos a hacer las compras de Navidad.

Breaking the iceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora