Capítulo 35

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Saskia

Aún puedo sentir la punzada de miedo, que se ha quedado estancada en mi garganta, al darme cuenta de que me había fallado el equilibrio en los brazos de Yuri. Sospecho que fue porque Lilia nos observaba, ya que hemos practicado los levantamientos previamente y él ponía sus manos con firmeza en mi cuerpo. Pero debo de admitir que yo también me sentía nerviosa, así que asumo la culpa en parte.

Ese era mi miedo desde un principio: que me dejase caer. Recuerdo que me enojé con él al venir aquí por mi estúpido miedo. Ya no soy esa; como Lilia me diría: "tu yo del pasado ha muerto". Yuri fue quien me ayudó a matarlo.

En menos de 48 horas (hoy es jueves), estaré con Luka en el Marsovo. Me dio a elegir entre ir al cine o al parque, pero algo muy dentro mío dijo que el cine era muy mala opción; fue una sensación parecida a cuando alguien te ha seguido desde que saliste de tu casa. Puede que se haya tratado sólo de una ilusión de mi cerebro, provocado por mi nula experiencia en citas. Para cuando reflexioné acerca de mi actitud, ya había enviado "al parque".

Casi no pude dormir por pensar en qué pasará. De hecho, así he estado toda la semana.

Ayer por la noche, hablé con Mila para pedirle consejos:

—¡Tu primera cita! —dijo al teléfono con exaltación.

—Ya sé —respondí, ocultando mi desgana.

—¿Con quién?

—Un chico que conocí en una cafetería. —Sacudí la cabeza—. Me muero de nervios.

—Bueno, dudo que lo conozcas mucho, pero procura relajarte para que no piense que has venido por obligación.

—Trataré. —Pero parece verdad.

—Número dos: llega a la hora que te dice. No lo hagas esperar tanto.

—Sí.

—Tres: planea temas de conversación para que no tengan silencios incómodos.

—Será difícil, pero lo voy a intentar.

—Cuatro: vístete lo mejor que puedas, pero sin exagerar.

No suelo hablarle para que ella sea mi consejera, pero no podría decirle a otra persona. Yuri no ha salido con chicos, ¿verdad?

Mis padres no saben nada: no sé cuál sería su reacción. Si Richelle estuviera viva, le hablaría a ella, aunque podría ser capaz de venir a Rusia sólo para verme.

Mis saltos van adquiriendo más altura; sin embargo, ahora debo centrarme en mejorar mi equilibrio y girar más rápido para los Twist Lift.

Tomo el debido impulso para hacer un Axel cuádruple, girando con más rapidez de lo normal. No obstante, roté de más y caí; es la primera vez que caigo tras las nacionales. Siento un mareo y no logro levantarme.

—¿Tú cayendo? —cuestiona Yuri, cruzándose de brazos en el lugar donde me he quedado sentada.

—¿Tú preocupado por mí? —le refuto; la luz que entra por las ventanas me lastima la vista.

—Siempre lo he hecho. —Me tiende la mano, pero yo sólo la miro de forma despectiva—. ¿No te vas a levantar?

—Estoy cansada.

Entonces, Yuri, con su cara de "desearía estar muerto", me toma por los brazos y me carga como si fuese su hija de 3 años. Siento algo dentro de mi pecho, que me golpea las paredes de éste. Durante los segundos que él tarda en patinar a la salida de la pista, yo me acomodo en sus brazos, algo así como cuando estás durmiendo en casa de alguien y te tomas la libertad de, encima de todo, adueñarte del único cobertor que hay. Yuri es la cama, pero ¿qué es el cobertor?

Breaking the iceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora