Saskia
Hay un chico en mi apartamento, y yo estoy sola con él. Si Richelle supiera esto, si ella estuviese aquí en este momento, en el que ya entiendo las frases con doble sentido, me diría: "te dejaré cenar sola". Si no más bien recuerdo, ella llevó a su novio a casa, teniendo 14 años; debí preocuparme en lugar de admirar la facilidad con la que ella solía atraer a los chicos. Esa vez, sólo lo saludé y subí a mi habitación.
No estoy muy segura de qué estoy haciendo. La razón por la que traje a Yuri fue para hablar lo del patinaje a solas y sin presiones; pero estoy, en parte, consciente de que elegir las canciones ahora es demasiado prematuro. Sin embargo, es tarde para decirle que lo dejo en libertad y que lo he traído aquí para nada porque estoy un poco perdida.
—Tienes razón —desisto. Odio cuando me equivoco y actúo de forma estúpida—. Será mejor organizarnos en otras cosas.
—Es justamente lo que te iba a preguntar. —Aparta la vista del techo para dirigirla a mí—. ¿Tienes algún plan previo al evento?
—Eh, no. Hasta ahora, lo único que tengo claro es que vamos a patinar juntos.
—Hay que plantearnos metas —dice, escuchándose más como una orden.
—¿Por qué? Es muy pronto para comenzar a practicar el baile.
—Porque estos meses serán jodidamente aburridos. Extrañaré cuando te la pasabas pegada a mí en el entrenamiento, como una goma de mascar a la suela de un zapato.
Arqueo una ceja y amortiguo una sonrisa por la hermosa comparación que me ha hecho.
—¿Tienes una libreta y una pluma? —me pregunta.
—¿Qué te hace pensar que he traído eso?
Yuri me mira de forma despreciativa. Me gusta hacerlo enojar y parece gustarle a él también.
—Pues, piensas bien —le digo—. Están en mi recámara.
Voy rápidamente por las cosas. Guardo una libreta para dibujar. No me molesto en tratar de esconder mis horribles garabatos; dudo que a Yuri le guste tocar algo mío.
—¿Para qué vamos a necesitar eso? —interpelo, dándole los dos objetos que me pidió.
—Ahora lo verás. —Abre la libreta y, por fortuna, le atina a una hoja en blanco—. Mejor, escribe tú.
Me lanza la libreta a las piernas junto con la pluma.
—¿Y qué quieres que escriba? —le pregunto mientras enderezo la libreta.
—Escribe una lista de cosas que necesitemos hacer antes de diciembre.
—¿Qué tenga que ver con el patinaje o... con nosotros?
—Con ambas cosas —responde con neutralidad.
Mi cerebro está en blanco. Apenas puedo imaginarme un par de cosas necesarias. Y luego, recuerdo la principal razón por la que no quiero ni imaginármelo.
Comienzo a escribir. Presiono tan fuerte la pluma contra la página que las letras quedan cinceladas en las hojas de atrás.
—Ya —digo, poco convencida.
—Déjame ver.
De pronto, la inseguridad regresa. Casi no me había importado lo que Yuri piense de mí, ni desde que llegué a Rusia ni desde que conservamos una relación más estrecha; últimamente, me he preguntado cuál será su percepción de mí dentro de su mentecita de adolescente emo de 16 años.
A veces siento que tiene recelo hacia mí, que en lugar de sentirse a gusto conmigo, se siente hostigado por mi forma de ser.
—¿Te molestó escribir? —me pregunta con mala cara.
—No —respondí con sinceridad.
—Parece que te estabas desquitando con la hoja.
Hace una mueca mientras lee, como si tratase de mantener la concentración. No sé qué tanto lee en la página, si tan sólo he escrito cuatro cosas. ¿Tanto le cuesta analizar?
—¿Ya terminaste? —lo apremio impacientemente.
—Terminé hace un minuto, pero escribes extraño. Tus letras son muy cuadradas.
—Sí, igual que yo. —Puse los ojos en blanco—. Ya, ¿qué tal la lista?
—Podemos empezar por lo que primero que escribiste: los levantamientos. —Sonríe con insuficiencia—. ¿Qué no te habías enojado por eso?
—Eso era antes, ¡supéralo!
—Sólo te tengo que sostener por unos segundos. Espera a que hagamos los Twi...
—Twist Lift, lo sé.
Dejo caer mi cara en un cojín que he tomado del sofá y profiero un gutural; por alguna razón, me arden las mejillas.
—No seas tan dramática —dijo, hundiéndome más la cara en el cojín.
Estoy tan tensa. Pensar en que Yuri y yo tendremos que estar a menos de dos brazos de distancia me provoca una sensación extraña, como si pudiese sentir una esponja suave contra mi piel. Eso de tan sólo pensarlo.
—De todas formas, hay que ir avanzando —digo, retomando el tema—. Tengo hambre, traeré algo.
Volví de la cocina con galletas de arándanos y jugo de durazno. Al principio, Yuri y estábamos viendo los eventos anteriores de Danza sobre Hielo mientras comíamos. Sin embargo, no recuerdo el momento en que terminamos viendo videos de caídas graciosas en YouTube.
—Son casi las nueve —dijo Yuri—. Me tengo que ir.
—Claro —dije mientras acompañaba a Yuri a la puerta.
—Te veo mañana.
—Sí.
Luego, con una mano en el picaporte, lo abracé rápidamente por la cintura. Su espalda, que antes me parecía ancha, apenas es más amplia que la mía. Me sentí avergonzada, pero era algo que deseaba hacer desde que regresamos de Moscú.
—Gracias —farfullo, una vez habiéndolo soltado. ¡Demonios, ¿por qué lo hice?!
—¿De qué? —me preguntó con su rostro contraído por disimular su oprobio; el rubor de sus mejillas lo hace parecer menos agresivo.
—De no haber sido por ti, no hubiese... ganado —contesté entre dientes.
Veo que él se obliga a sonreír.
—Soy tu entrenador, eso se supone que debo hacer —dice—. Ya, me tengo que ir. Lilia debe de preguntarse dónde me he metido.
—Hay que hacer esto más seguido.
—Como quieras. до свидания (adiós).
—Auf Wiedersehen (adiós).
Y me he quedado sola, de nuevo, con el fantasma de recuerdos. Hermana, no sé cómo podías dominar esto.
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Breaking the ice
Fanfiction¿Alguna vez te has preguntado hasta dónde te puede llevar tu inseguridad después de una caída?, ¿volverías a subir a la misma copa del árbol, el que una vez te dio una vista hermosa, pero ocasionó que te fracturaras un brazo? Cuando menos, Saskia no...