Capítulo 15

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Saskia

Hace unas horas, me sentía peor que en este momento. Intenté contener la inquietud tras mi corto ataque de ansiedad (ya no tuve deseos de saltar por la ventana; ya estoy progresando), inclusive tomé calmantes que compré en la farmacia. Pero ahora, justo ahora, me está dando sueño.

La culpa me come viva.

Trato de estar alerta, a pesar de que sienta que me voy a desmayar. Yuri no se ve tan de buen humor hoy. De hecho, hace días que su comportamiento me es inusual: más callado, con los ojos irritados y el cabello desaliñado (¿¡Cómo es eso posible!? Se enoja si lo despeinas). Además de que, al hacer algunos saltos, se cae o se detiene de la valla para mantener el equilibrio.

Me encantaría preguntarle a Yuri qué le está pasando, y si tengo alguna manera de ayudarlo; sin embargo, no me conviene preguntarle ahora que nuestras vidas parecen estar hechas un caos.

Es domingo, y casi nadie ha venido, a excepción del equipo de Yakov que, por cierto, ya están saliendo. Yuri dijo que nos quedaríamos a entrenar unas horas más. En mi mente, he protestado de una manera en la que ninguna chica le gustaría imaginarse.

—Hay que aprovechar el tiempo —me dijo—. Necesito que practiques tus elementos.

Compartimos la pista. A cada uno le corresponde la mitad.

Estoy tan cansada, desanimada; no le encuentro sentido al patinaje. Intento hacer un Axel doble, el cual termino fallando. El segundo mejor salto que puedo hacer, y ahora es como un bonito dibujo en una hoja de papel arrugado.

No tiene sentido que siga intentando, esto no es lo mío. Quizá era para Richelle, pero no para mí. ¿Qué es lo que tenía en la cabeza en ese momento?, ¿qué sólo por seguir el sueño de ella me sentiría mejor?

Para nada. Cada vez que los patines tocan el hielo, es un recuerdo constante de que mi hermana murió sin cumplir un sueño. También me recuerda al momento en el que encontré su cadáver.

El cansancio hace que mi cuerpo se sienta pesado.

Yo no soy feliz aquí, y cuando no eres feliz en un deporte, no vale la pena intentarlo. ¿Richelle hubiese sido feliz en esto? Quizá no, ella había encontrado su felicidad en los cigarros, desde que ella tenía 12 años. O al menos, creí que fumar la hacía feliz. Debí decirle algo.

Debí decirle a mis padres que Richelle fumaba. Pero no lo hice. Eso la hubiera salvado.

Yo contribuí a su muerte. Yo hice malas decisiones. Yo perjudiqué su vida y la mía; sin embargo, yo sigo viviendo para ver cómo el destino me echa en cara lo mala que soy para actuar al momento.

Quiero llorar. No he sido buena hermana, porque no le detuve a Richelle. No he sido buena hija, porque nunca dije nada con mis padres. No he sido buena gimnasta, porque la abandoné. Y no he sido buena patinadora (sin comentarios).

—¿Por qué no sigues? —me preguntó Yuri agresivamente.

Aprieto los puños y vuelvo a deslizarme. Trato de hacer un Lutz simple, pero me caigo. Me dejo caer, mejor dicho.

—Sabes que eso fue patético —comentó.

Se me tensa la mandíbula. Meto la cabeza entre mis rodillas. Estoy rota. Ya no quiero arreglar nada; me encerraré en mi habitación y no saldré hasta que sienta que realmente me hacen falta las personas.

—Vamos, tenemos que seguir. —Lo siento, Yuri, pero tendrás que seguir sin mí.

Me levanto y patino hasta la valla. Me pongo las cubiertas y voy hacia los vestidores. Tal vez esta sea la última vez que lo haga.

Necesito buscar qué quiero, averiguar la forma en la que retomaré mi vida, a pesar de que ya casi tengo 16 años.

Estoy jodida.

<<No hay salida, ni solución>>

Apenas tomo mis cosas, con la respiración agitada y los ojos llorosos, cuando me topo con Yuri a la salida del vestidor. Esto quería evitar: que tuviese que despedirme de él.

—No te puedes ir —dijo, cruzándose de brazos.

—Tengo que hacerlo —opuse, muriéndome por lo fracasada que me siento. Y me voy a sentir más una fracasada si llego a desatar lo que tanto estoy reprimiendo ahora mismo. ¡Malditos calmantes, no sirven!

—¿Estás llorando?

Paso a un lado de él, hacia la salida, pero escucho sus pasos detrás de mí.

Atrapada. Me siento atrapada.

—Saskia, hay que seguir. No pierdas el tiempo llorando.

—No, ya no. Me rindo.

—¿¡Tú qué!?

Entonces, me toma del brazo. Yo me detengo a verlo con terror.

¿Alguna vez pensé en qué pasaría si los dos llegamos a enojarnos? Bueno, creo que estoy a punto de saberlo.

—¡No, no puedes! —me reclamó—. ¡Estás bajo mi cargo!

—Pues será un alivio deshacerte de mí —opuse en un tono más fuerte y desesperado; estoy perdiendo la cordura.

—¡No, no lo será!

—Eso dices ahora. —<<Ya cállate, por favor>>.

—¿¡Qué diablos te pasa!? ¿Así dejas las cosas?, ¿a medio camino? Ahora entiendo por qué no ganas ni una sola jodida medalla...

—¡Tú no sabes lo que me pasa! —grité.

Jalé mi brazo para romper su agarre, salgo corriendo y no miro atrás; no quiero ver su expresión dolida o extremadamente molesta.

Cierro la puerta y me cubro la boca mientas lloro, sin dejar de correr.

¿Por qué me hace esto la vida?, ¿por qué me equivoqué de camino? ¿Por qué todo lo que hago está mal?

Ahora sé por qué Richelle prefirió el suicidio.

 Yuri

He llegado a la conclusión de que todas las mujeres ¡están locas!

Creí haber encontrado estabilidad con ella, pero veo que no fue capaz de mantenerla conmigo. Saskia se ha ido, posiblemente del patinaje también.

Me quedo mirando la puerta antes de darle una patada a la pared. Ahora ya no podré ver a Otabek, he roto la promesa que hice. Pronto encontraré la manera de decirle.

Ella fue la causa de mi maldito insomnio por esta semana y ahora resulta que se ha ido. Desperdicié mi tiempo con esa estúpida niña que no sabe lo que implica ser realmente bueno en algo.

Volveré a patinar, ahora sólo por mí, sin preocuparme de nadie más. No sé si eso debería significar mitigación o culpa.

Breaking the iceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora