Capítulo 61

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Yuri


Percibí un movimiento en su rostro. Llevo varios minutos esperando a que alguna señal de vida se desprendiera de su cuerpo. Para mí han sido como horas.

Contrajo el ceño. Sí, sigue viva.

Después las luces blancas de la enfermería se refractan en su verdoso iris.

Jamás me sentí tan aliviado.

Saskia


Lo primero que veo al despertar es la fuerte luz blanca, la cual no tarda mucho en calentar mis córneas.

Me siento pesada, aunque vacía al mismo tiempo, como si me hubieran despojado de mis órganos, pero me cuesta trabajo mover mis músculos.

Todo me da vueltas. Apenas tengo una clara reminiscencia de lo que ocurrió. ¿Tendré algún hueso roto?

—¡Saskia! —grita alguien al lado mío.

Yuri.

Es él.

Pone sus manos en mis hombros. Sus cejas se arquean tanto que, por un momento, no logro reconocer su rostro. ¿Ha estado aquí todo el tiempo?

—Yuri —musito; una fuerza insiste en mantener mis labios cerrados.

"Oh, take me from the hospital bed. Wouldn't it be grand? It ain't exactly what you planned. And wouldn't it be great if we were dead?" ¹

¿Por qué mierda pienso en eso?

—¿Cómo te sientes? —me pregunta Lilia, acercándose a mí.

—Extraña —respondí—. ¿Qué me pasó?

—Te solté y te golpeaste la cabeza.

—No —contradije a Yuri—. ¿Por qué lo dices así?

En realidad, me duele que lo diga de esa forma. Sé que está arrepentido.

Sabes, algo que he aprendido en todos estos años es que la culpa te carcome la razón, te hace pensar que tienes tu crimen grabado en la frente, que todo el mundo lo ve y te lo recrimina. Tal vez, si mis padres me hubieran hecho creer desde el principio que lo que pasó con Richelle no fue culpa mía, me habrían ahorrado las noches sin dormir.

—No es culpa tuya —aseguro tomándole la mano—. Los accidentes pasan. Además, a ti te golpearon.

—Tiene golpes en el brazo y la cadera —apunta Lilia.

—No es mucho —insiste Yuri, bajando la vista—. Pero tú... —aprieta los labios— tu mano.

En ese momento, una chica con una bata blanca y un maletín cruzó la puerta de la enfermería. Era castaña y de cabello corto, estilo pixie, con anticuados lentes de pasta y un semblante muy amable.

—Despertaste —me dijo; sé que dirigió su palabra a mí por la forma en que no paraba de mirarme.

—Supongo —contesté.

—Ella es la doctora Mayer —dijo Lilia—, especialista en medicina deportiva.

—Puedes llamarme Felicity también —sugirió con una voz melódica—. Gusto en conocerte, Saskia.

—Igualmente —respondí.

—Ella te revisará unos minutos —continuó Lilia—. Yuri y yo esperaremos afuera.

—¿Podré volver a la competencia? —pregunté con voz quebrada.

Me esperaba lo peor: que me dijeran que llevaba más de dos horas inconsciente y que todo el esfuerzo que he puesto en todo el año se irá al carajo.

Breaking the iceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora