Capítulo 57

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Saskia

¡Tuve el peor sueño de toda mi maldita existencia! No sé qué demonios he hecho para merecerme esto: Yuri me había acompañado a mi apartamento, hablamos en el sofá, inesperadamente él me besó, y una cosa llevó a otra... No quisiera recordarlo a detalle.

Tomé el último vuelo de Moscú a San Petersburgo y llegué a mi apartamento alrededor de media noche. Me dejé caer en la cama con la ropa que traía puesta y dormí así. Tal vez fue el cansancio lo que me hizo soñar tal cosa.

Desperté a las 9:02 (más tarde de lo habitual), por lo que sólo me dio tiempo de tomar un batido de proteína, ya que mi tiempo lo ocupé en encontrar mi ropa deportiva y arreglar mi cabello.

Por cierto, logré encontrar la manera de llevar el dije que Yuri me regaló sin que me lastime: lo enredé en el listón rosado con el que me ato el cabello. No es la mejor manera de llevarlo, pero lo tengo conmigo cuando menos.

Logro calmarme un poco cuando camino hacia el club.

Hace apenas dos días me di cuenta de que quizá me guste Yuri. Por más que me cueste admitirlo, él tiene mi atención en este instante. Pero, ¿ahora qué? Me gusta y no sé qué deba hacer.

Lo primero que se me ocurre es corregir lo que le dije ese día en que salimos, porque sé que no dejaré de darle vueltas al asunto mientras tenga ese sentimiento estancado. Sin embargo, si le digo, me verá como una idiota: puedo no ser correspondida y convertiría nuestra amistad en algo incómodo. Yo no quisiera perder a Yuri de esa forma.

Repentinamente choqué con la puerta de cristal. He llagado al club. ¿Seré capaz de ver a Yuri a los ojos después del sueño que tuve? Debo serlo o comenzarán los problemas.

Tomo aire y entro. No es tan temprano, por lo que es muy raro no ver ni a un solo patinador o entrenador en los pasillos y, si los hay, no emiten ningún ruido. Lo más lógico es que estén en calentamiento, así que me apresuro a dejar mis cosas y cambiarme; en los vestidores no se percibe ni un alma.

Tú: Enano, ¿tenemos entrenamiento hoy?

Leo mi mensaje dos o tres veces. ¿Todo este tiempo he sido tan molesta con Yuri? Rayos, ¿por qué no soy más recatada? No me sorprende que no piense en tener una relación conmigo.

Se me encienden las mejillas.

Siento que mi cuerpo está rígido como una roca. No me siento capaz de tocar las puntas de mis pies tan siquiera. Necesito entrar en calor de una vez.

No obstante, detengo mi caminar cuando siento la mirada de alguien sobre mí. Volteo a todos lados y no doy con los ojos de la persona que me observa.

—¿Hola? —saludo con duda; mis pulsaciones aumentan.

Un rechinido hace eco en los pasillos y se me pone la piel de gallina. ¿Ahora quién carajos quiere meterse conmigo? ¿Es algún admirador? ¿O quiere pelea? Le daré pelea.

Es ahí cuando me vuelvo y, con una velocidad cósmica, alguien se abalanza sobre mí. Un fuerte grito escapa de mi garganta al tiempo en el que ambos caemos al suelo. Tan sólo por el olor a gato y perfume reconozco a quien no deja de abrazarme por la cintura.

—¡Al fin llegas! —exclamó Yuri.

—No, idiota, soy un holograma —comenté con sarcasmo, aun sintiendo el golpe en la cadera. Creo que me rompí el coxis.

Yuri levanta su rostro, haciendo contacto visual conmigo: sus labios rosáceos se curvan en una discreta sonrisa. No me había percatados de que sus cejas son bastante delgadas. ¿Es mi perspectiva o algo en sus ojos se ve más grande? Esto se siente desagradablemente bien, tanto que podría quedarlo viendo todo el puto día.

Breaking the iceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora