Capítulo 37

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Saskia

<<Para ya. Para ya>>. Mi mente rogaba porque Luka se detuviera. Esta es, posiblemente, la quinta vez que pasamos por el área central del parque. Enserio, me estoy preguntando si no piensa parar.

Habla demasiado, aunque aparente ser un chico misterioso y callado, de los que nunca sabes su vida a la primera.

—Jamás había logrado un salto tan alto —sigue diciendo.

—Apuesto a que sentiste emoción —aseguro, procurando prestar atención en lo que él dice.

—Sentí miedo, más bien. No supe controlar el salto y terminé cayendo sobre mi hombro: me fracturé la clavícula.

—Ouch.

—Lo sé.

Cuando menos, puedo deducir que Luka siente pasión por lo que hace, que una simple caída no logra detenerlo por mucho tiempo. Yo tan sólo tropecé, me dejé caer y tardé en levantarme.

Ahora que me doy cuenta, he encontrado algo de atractivo en el patinaje. Me gusta escuchar la cuchilla raspar contra el hielo, como disfrutaba de la fricción del suelo y mis punteras. Ni siquiera me había percatado de que algo me había motivado a seguir, a establecerme algo más que ganar una medalla de oro. Lo que sea que me haya dado el impulso de creer que yo podía lograr más de lo que imaginé, lo apreciaré mucho a lo largo de mi vida.

Me pregunto dónde estará Yuri. Miro por detrás de mí, a los lados, y al frente. No lo veo. ¿Y si se perdió? Porque no creo que él sea capaz de dejarme sola. Un amigo no haría eso, ¿verdad?

La carente luz solar empeora mi vista, por lo que encontrar a Yuri se me hará imposible. El número de personas que quedaban por el lugar va disminuyendo. Aprieto las flores por la angustia.

—¿Buscas algo? —me pregunta Luka.

—Ah, ¿qué? —titubeo—. No.

—¿Estás segura?

<<Me dio desconfianza venir sola, así que traje a un amigo. Espero que no te moleste>>.

—Completamente —contesto.

Trato de ser amable con Luka, aunque siento que soy un poco cortante. Mi primera actitud con los chicos varía: con Yuri me porté defensiva por miedo a que quisiera revelar mi parte sumisa; y pensar que he sido ignorante con otros chicos.

Las personas no suelen agradarme desde un principio. Y, sin embargo, con Viktor era cohibida porque lo consideraba guapo. Sí, ya sé: él no se fijaría en una niña como yo. Podría ser mi tío.

Mis pies están lastimados, desgastados entre el patinaje y coreografías largas. No sé cómo, pero Luka (¡finalmente!) entiende mi lenguaje no verbal:

—¿Te quieres sentar?

—Sí —digo, reprimiendo mi impulso de haberlo gritado.

Volvemos a las bancas, sólo que Luka y yo nos sentamos en una que está muy ceca de los árboles. Mantengo mi distancia.

He estado tan distraída, con la mente ocupada en Yuri, Luka, Richelle, Viktor, y estúpidas reflexiones momentáneas, que ni siquiera he podido apreciar lo lindo que se ve este parque, especialmente ahora que el sol se está metiendo, bañando de luz dorada la mitad inferior de los árboles; la otra mitad ya es teñida por un tono azulado.

Me hubiese gustado venir sola y sentarme a dibujar o a leer. Sin embargo, ya que estoy aquí, debo disfrutarlo, aunque no se dé en las condiciones que yo quiero. Puede que sea la única vez que vea esto.

Breaking the iceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora