¿Había escuchado bien? es que acaso escuché bien.
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Y de repente lo dijo en voz alta.
— Escuché bien.Si alguna duda le quedaba para algo que no obtuvo respuesta, no tuvo duda en cuanto sintió la mano de su prometido rodear su cintura y asentir hacia los invitados en modo de gesto cordial por la ola de aplausos en motivo de festejo por la próxima unión. Y la venia del conde, pero ese hombre era... Era ... Casi podía jurar tan temible como su padre, estaba a punto de dejar las rodillas caer frente a lord Eliot y suplicarle que se casará con ella pero eso no tendría sentido el hombre no la aceptaría, no, después de publicar su bendiciones a Gastón si tan solo lo hubiera sabido antes del anuncio oficial pero quien era esté, quizás un asesino, debió mantenerse en el ejército para que pasará desapercibido de Lady Ladina, es decir Lady Warbell, pero entre la muchedumbre se habría camino la más Ladina mujer de Inglaterra, sí, sin Ápice de sorpresa, bueno era obvio que le habían informado antes que a ella, tuvo tiempo suficiente y ella muy poco, de hecho no le había visitado desde el día aquel en el que solicitará información sobre su prometido, ¡oh! si pudiera cambiar de prometido; Lord Eliot parecía un dulce en cambio Gastón parecía hecho en piedra, con ojos de... Verdugo, sí, de castigador, de sádico, ¡oh! claro que no era el momento para flaquear debía sostenerse en pie y sonreir así lo hizo entre abrazos y felicitaciones hasta que llegó Lady Helen.
— ¡Querida que Dios te acompañe!
— Milady puedo visitarla mañana
— Tú siempre directo al grano, deberás esperar hasta el lunes querida porque saldré de viaje pero volveré.Helen noto lo fría de las manos atravesar de los guantes, lo sabía, Ivett estaba en pánico, pero así debía permanecer por su propio bien, pues ese sería el incentivo para que su sádico padre no desistiera de casarle y aunque su matrimonio con ese arrogante teniente no era lo que hubiera querido para su querida Ivett, estaría mejor con él que en cualquier otro lado. Al menos lord Eliot se lo había asegurado, y Eliot Garbers tenía palabra, ahora sólo faltaban detalles, mínimos detalles sobre cómo lo había conseguido, acorralar a un hombre como ese ni por un título, pero lo había obtenido; un esposo para Ivett en el tiempo convenido.
Una vez terminada la tanda de felicitaciones le entrego un anillo de compromiso un diamante corte clásico nada más simple y esencial pero bellamente trabajado en el engarce de oro blanco.
En un pasmo brutal fue conducida por su futuro esposo hasta la pista de baile, tensión; ese hombre no estaba disfrutando nada, que acaso tenía por obligación que conseguir esposa y alguien le dijo que con ella, no parecía nada a gusto, no más incómodo que ella, no hubo una sola palabra entre ellos, ni una sonrisa fingida, nada solo evasión de miradas. Claro ¿qué podía hacer Ivett? mirarlo y ahogarse en un llanto aterrador, qué iba a preguntar
¿Usted tampoco se quiere casar?
¿Quiere retractarse? ¿Porque espero hasta este momento para conocerme?
¿Se presentará en la iglesia?
No, no había nada que preguntar, nada que objetar, ni decir, sólo había que esperar a llegar a la iglesia y decir sí... Sería más difícil de lo que había esperado. La devolvió con su padre le dijo que ya se podían retirar puesto que lo tradicional ya había concluido y más tarde el novio se encerró en el despacho de su tío a acabar con el whisky, es que todo esto no lo había esperado.
No llevaba ni siquiera 3 meses de regreso y ya lo estaban casando, y cuál era la escusa, ¿qué era un títere? En realidad no podría decir que le estaban obligando ¿ importaba algo?
Él seguiría haciendo de su vida lo que se le antojara solo se iba a casar, entrar, salir, un cuerpo típico en el cual se podría descargar, formar un hogar y luego, qué más daba lo que luego iba a pasar, no se pensaba enamorar y en algún momento formar un hogar. Bien ya está, solo qué no le gustaba para nada que se lo vinieran a imponer ahora si bien se presentó, le daban ganas de sólo ir al altar y decir las palabras sí, acepto.Esa mujercita sin chiste y además ridícula, bien no esperaba más, pero es que acaso un militar podría aspirar a más.
Lady Ivett llegó a casa arrastrando los pies se acostó en la cama dejando a Madie trabajar con un costal, sí, ella era un costal, la vendían y en una semana la entregaban, sí, qué se podía esperar, por fin encontró alivio al girar, Madie la levanto le puso el camisón y preguntó:
— No me piensas contar.
— Por ahora no.
—Bien -le reto decidida a obtener información-, quiero que me diga que me espera cuando llegue al lecho conyugal, no quiero que me hagas esperar más.
Madie sólo tenía una experiencia sexual, una muy mala experiencia sexual así que si podía lo iba retrasar, lo tenía que retrasar o enviar a alguien más o disfrazar un poco la realidad o consultar con alguien más antes de hablar...
— Mañana; hablaremos mañana pero tú serás la primera en hablar -dijo Ivett al ver la reticencia Madie para hablar del tema.Se encontró hipeando, sería la última noche de dormir tranquila los dedos de los pies le dolían, escalofríos le recorrían y la cabeza le dolía todo le dolía. Mañana sería otro día, era una suerte estar tan cansada....
Madie entró en la cocina y se busco a Martha para preguntar sobre una relación sexual pero esa vieja era tan mojigata que solo la confundia.
—Madie toda mujer sabe lo que pasa, todo es lo mismo. Pero luego se pasa.
Es que en aquellas épocas era así, muy pocas mujeres se casaban con el hombre adecuado o bueno al menos a Martha también la habían casado (y una no anda preguntando por todos lados) se dijo Madie, así que la plática que esperaba fuera de ayuda, no ayudo a mejorar lo que venía preparando.—Bueno y ahora que hemos desayunando, tú hablarás y yo estaré escuchando y Madie suspiró su muchacha la estaba esperando, y no había por que seguirle ocultando.
Le dijo que su esposo vendría a su lado y que según lo poco o mucho que había escuchado (era mejor así, que forcejear) no debía moverse, su esposo haría el trabajo, se subiría en ella, se acomodaría y que le dolería y no había forma de evitarlo.
Quería respuestas y se las habían dado, ahora Lady Ivett sí que se lo estaba pensando.
Ella le dio los pormenores del compromiso el novio y los invitados, la confusión de los Garbers y como lo había tomado.
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Sin derecho a elegir
Historical FictionIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...