cap 18 tragame tierra

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Por la mañana.

Gastón despertó en vuelto en los tibios brazos de Ivett como si está fuera la primera vez que experimentaba esa sensación. Por alguna extraña razón se sentía diferente, especial. Sin pensarlo su mano viajo hasta su cabeza para acariciar su cabello, le parecía tan perfecto, tan suave.

La bruja dormilona fue despertando bajo la sensación de la tierna caricia.

Se respiraba el ambiente de la fresca campiña, conforme más despertaba más lo sentía, la sensación del cuerpo tibio debajo de ella, la saco de golpe del ensueño.
Se levantó de un salto y entonces observo con cautela del pecho a la cara de su esposo.
Tragame tierra.

Sintiendo un costado de su labio húmedo y el pecho húmedo de su esposo, no le costó atar cabos, pasó la noche babeando el pecho de su esposo mientras dormía esa no era la representación de la escena más romántica de eso estaba segura, por algo no estaba incluída una escena así en las historias románticas.

Gastón parecía divertido.
— ahí está la evidencia de que en realidad dormiste muy bien -dijo señalando de su pecho a la boca de su apenada esposa.
— lo siento, en verdad lo siento.

— me parece divertido solo no lo hagas costumbre.

Ivett era sencillamente adorable incluso con el pelo algo enmarañado y graciosa, en cuanto estuvo consiente de que le miraba el escote estuvo a punto de ir al tocador cuando la tomó del brazo.

— Aunque no lo creas, saber que te sientes cómoda y duermes tan bien en mis brazos me gustó.

La piel de Ivett se erizó. Gastón dejo un beso en su frente y cruzo la puerta contigua a su habitación. Ambos llegaron tarde al desayuno, algo natural en unos recién casados, la lluvia continuó sin cambios.
Madie llegó para vestirla y... otra vez se sorprendió al encontrarla relativamente tranquila. Con un gesto le pregunto si ya habían tenido intimidad y ella contestó que no, pero no hubo tiempo para los detalles, sino hasta más tarde.

—¿¡Vevet!?,- Natán estaba buscándola- ¡Vevet! - encuanto la vio corrió hacia ella y la envolvió con su pequeños brazos con entusiasmo- todo she ve muy r-rico y yo tengo mucha hambre Vevet.

Le jalo la mano como era costumbre para que se inclinara y así poder susurrarle —Le pediré al teniente per-rmiso para que te deje ir-r a jugar-r conmigo.

El rostro de Ivett se transformó en evidente consternación, Natán era un hijo bastardo, que comía en la mesa al lado de su padre mientras vivían con Zacaria y también con su difunta abuela; por decisión propia Natán decidía comer en la cocina con Madie pero el desayuno siempre era al lado de Ivett pero aquí era otro ambiente, él era el hijo de una sirvienta, las reglas no estában de lado de su hermano puesto que no llevaban los mismos apellidos, y no podía lamentarse por qué en cuanto el estuviera reconocido, Zacaría podría llevárselo. Como le explicaba las reglas de la sociedad; qué era su hermano pero que no tenía los mismos derechos ni privilegios que ella como en este caso, él debía permanecer en la cocina, no debía pasearse en la casa, no debía solicitar su presencia, ni muchos menos imponer la suya, ni mucho menos encarar a su esposo de una manera dictatorial como ayer lo había hecho, ahora tenía una conversación pendiente con Gastón Garbers teniente de la guardia real, para sólo sabría Dios que asunto aclarar, maldita incertidumbre, no entendía a Gastón, en el día era severo, autoritario, esquivo y a la vez alerta con un león. Un hombre perspicaz que sabía cómo manejar una conversación y dominarla sin mucho esfuerzo. No quería que lastimara a su hermano con duras y crueles palabras sobre su posición en el mundo y la sociedad, ahí en esa casa y mucho menos que llegará a castigarlo físicamente.

— Oh Natán no creo que debas estar aquí, sabes es mejor que vayas con Madie a la cocina.
— Pero yo quería desayunar-r aquí Vevet contigo, como shiempre -con sus ojos de inocente gatito le estaba rompiendo el corazón.
— Natán entiende que el teniente no se sentirá a gusto contigo aquí, primero debemos pedir su permiso.
—¡Ah! Entonces iré a buscar-rlo y hablaremos en shu deshpacho, sobre esta conver-rsación.
— No Natán tú debes esperar a que él te de la indicación.
— ya teníamos una conver-rsación pendiente, lo r-recuerdash.
— Si Natán, ve a la cocina con Madie y te dara galletas, y más tarde te veo.
Natán tenía evidencias de un rostro triste y confundido.
— Vevet tu no quieresh que desayune contigo, ya no me quieresh, lo quieresh más a él. Mamá dice que ya no puedo ir a dormirme contigo.
Un solloso se le escapó.

— No digas ni pienses eso Natán. A nadie quiero como a ti Natán, a nadie me oíste, dijo mientras lo apretaba a su pecho.
— Entonces podré ir-r cuando yo quiera a dor-rmir-r contigo.
Ivett no pudo evitar quedarse cabizbaja. Demoró un poco en contestar hasta que dijo:

— Lo siento pero ya no es correcto Natán.
—¿por-r qué Vevet? -Natan la miraba con dolor-Tú eresh mía, mi Vevet - levanto más la voz para reafirmar una vez más- Tú eres mi Vevet. Cuando vea al teniente she lo diré.
— Natán no debes ponerte así.
— Vevet yo quiero desayunar-r aquí contigo y dormir-r en tu cama y decirle al teniente Gastón que eres mia, ¡mi Vevet! Y que...
— Qué me quieres decir sobre Ivett, Natán - la temible voz de Gastón irrumpió en la habitación de forma inesperada acelerando el corazón de Ivett lleno de pavor.
— Que Vevet esh mía y que ya no te la presto. Ya te la preste ayer-r, conshíguete a tu Vevet.

Gastón levanto la ceja al escuchar el tono de voz de Natán y su decisión terminante, ante el gesto rudo de Gastón, Natán no dio indicio de temor permanecía quieto y firme con los brazos cruzados en espera de su respuesta.
— ¿Por qué me hablas así.?
— por-rque eshtoy muy molesto y hambriento y no puedo desayunar-r con mi Vevet, ni dor-rmir-r con mi Vevet y por-r qué debo pedir-rte permiso a ti para jugar-r con ella y ella es mía, mía, mi Vevet, por que he de pedir-rte per-rmiso a ti, la casa esh tuya pero Vevet no, Vevet esh mía, solo mía y no te la volveré a prestar-r, por que la regañas, y por-r qué ella no sonr-ríe y no quiere estar-r aquí.
Al terminar de hablar Natán se veía decidido a pelear con lo que tuviera por ella, Madie entro susurrando tímidamente un "lo siento" dispuesta a cargar al niño y llevárselo de ahí inmediatamente; pero Gastón la detuvo.

— No se disculpe -se quedó un instante casi imperceptible dudando sobre cuál era su nombre-, Madie retirese yo arreglaré esto encuanto aclare esta situación Reymond(el cuál entró en el comedor con Gastón) lo llevará a la cocina.

Madie asintió y antes de salir con el rostro pálido miro a Ivett, pidiendo que ayudará a su hermano. En cuanto Gastón dió un paso en su dirección se interpuso en su camino para salvaguardar a Natán de su furia. Solo esperaba poder ser suficientemente fuerte. Gastón era mucho más temible que su mismísimo padre el sádico Zacaria Nefilt.

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora