51 Temores

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Aquella noche no pude dormir, algo estaba mal...

-Algún día lo entenderás.
Mis palabras sabían amargas, sabían a pasado mezclado con un futuro alcanzado llegado a un presente que no me gustaba nada.

Algo me decía que mi esposa al fin lo había entendido y aquel sueño me atormentó regresandome de golpe a la realidad. ¿Sabía mi esposa, mi Ivett, lo que puede provocar en un hombre?¿Le satisfaría?
Me levanté de la cama eso no podía, no podía ser, no.

Me revolví los cabellos, sentí náuseas, eso no podía ser.
La sola idea de otras manos tocando su cara, sus curvas, sus cabellos... Ivett sintiendo, deseando y consumando su pasión con otro. Esto era la muerte, no... ¡Es el infierno!

Qué podía hacer, porqué tenía que sentir esto ahora, Gabriel no era rival para mí, pero la amaría dulcemente, mejor de lo que yo lo había hecho, al principio me dolió la idea y la furia que pudiera albergar mi alma era mitigada por la sencilla razón de que yo merecía aquello pero... Cuando volví después de que aquella ocasión en que le ví ayudándola a bajar del caballo decidido a saber cuál sería la reacción de Ivett al verme me topé con la noticia que no estaba, entonces me di cuenta que yo seguía siendo parte de su vida y que Gabriel no importaba nada lo ví en los ojos del muchacho.

Yo sabía que se había ido y quería saber a dónde pero seguía con mis dudas, mi enojo, mi dolor, perdí tiempo valioso lamiendo mis heridas, sin reparar en las de ella, a momentos me sentía desesperado tratando de saber de su paradero a ratos desinteresado, enojado, amargado, este sabor amargo no era nuevo pero... Ahora parecía tan real, tan certero, me llené de miedo.

Ivett había vuelto a casa y con ella mi tranquilidad, sabía bien de la nueva relación de Gabriel al que le tenía en constante acecho hasta que perdí el interés, no tenía pensado que Ivett volviera a desaparecer, pero lo había hecho.

¿Por qué no la buscaba? Si moría por ella.

Así como mi cuerpo demandaba su cercanía, tal vez él de ella reclamara la mía. Era una estupidez esperar que ella me buscara o desear un encuentro casual o la exigencia de mis derechos como si nada pasará, tengo miedo de que ella esté con otro, alguien que le dé lo que yo no le he dado, ¿Qué haré? Firmar el divorcio o hacer una escena, porque tengo que esperar porqué no soy capaz de buscarla, hincarme y pedirle perdón.

La he perdido...

****

Ivett
Llegue a la casa, Madie me vió ausente pero no dijo nada cuando entre en mi habitación rompí a llorar, permití que otro hombre tocará mi cuerpo y besara mi labios. Sabía que ese hombre tenía inquietud por mi, lo sentía en cada mirada, me cohibia al tiempo que me inquietaba. Madie y Moth me lo advirtieron, ahora veo de lo que trataban de protegerme, de mi misma.

¿Qué haré? Porque me preocupo, a fin de cuentas estoy por divorciarme pero... Realmente esto es lo que quiero, este hombre ¿es lo que quiero? Algo en mi interior me dice que no, que si permito que esto vuelva a suceder me perderé, cuánto tiempo puede durar el espejismo de la atracción, sé que mi cariño solo le pertenece a Gastón y que la amargura me invadirá cuando busqué con desesperación mirar su rostro, escuchar su voz, sentir sus caricias, sé que las caricias de ese hombre que hoy me han tentado me sabrán amargas, como ahora.

Llorar no remedia la falta, el dolor lastima mi alma. ¡Te amo Gastón! ¡Te amo! Por qué si sé qué amo a Gastón soy capaz de sentir atracción por ese hombre.

Me dormi en medio de una nube de contradicciones...

****

La hermosa mañana llego, Madie se veía muy cansada, probablemente muy pronto entraría en labor de parto pero estaba inquieta, Ivett había llegado a casa muy rara, más de lo que jamás recordara, no quiso adelantarse a lo mejor eran figuraciones suyas pero... Más tarde los pequeños detalles se lo confirmaron algo andaba mal y más mal que no acudiera a ella quizás por sus estado delicado pero podía darle nombre a este cambio y temía en realidad que fuera lo que se pensaba.

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora