cap 4 La travesura

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Y llegó la mañana más rápido de lo esperado, llegando a su habitación la determinación de encontrar respuestas en WarHall sobre su prometido se afianzo logrando un sueño reparador....

Caminaba de prisa y Madie le reprendió.

-Ivett... es que ¿no te agitas?, no vez que has perdido la compostura ninguna Señorita de tu clase, corre por la calle si quiere mantener a salvo su buena reputación.

- Madie por favor, quiero respuestas y se quien las tiene, ¿no lo harías tú?
- Si tuviera que atravesar la ciudad sin duda pero no es tu caso y yo no soy de la alcurnia.
- Madie por favor es la primera vez que lo hago aquí.
- Cierto pero si tu padre se entera que vas corriendo por la calle, se escandalizará.
- ¿Zacaria escandalizado?
-Es que crees que le será agradable que su hija vaya por la calle como fugitiva, tendrá la acertada idea de que mereces ser metida en cintura.

Esto si tuvo el efecto que esperaba, lady Ivett tenía un terrible pavor sobre los arranques de su padre una mujer debía saber muy bien ser respetable y sumisa, ella sin duda más que ninguna sabía que su conducta debía ser intachable o lo pagaría muy caro. El paso apresurado se tornó lento, apacible, muy decoroso.

El resto del camino caminaron en silencio, Lady Ivett estaba a punto de iniciar un ciclo diferente y tendría que cuidar cada aspecto de su vida, una mujer no tenía otro camino que la oración para no caer en las manos de un tirano. Ella no tenía elección y solo restaba tener algo de conocimiento para estar preparada, ya que el conocimiento es poder.

Pronto se encontró cruzando el jardín hacia el templet de WarHall para encontrarse con la vieja zorra Helen Warbell.

- Hola querida.
- Milady dígame conoce el apellido Garbers.
- Directo al grano, eso me gusta -que la muy ladina Helen no se sorprendiera en lo más absoluto por la pregunta y más aún se dibujara en su rostro la certeza de quien, por que y para que estaba preguntando, no le pasó por desapercibido.
-¡Oh pero por todos los querubines! ¿como es que sabe, por qué se lo pregunto?
- ¿Porqué otra razón podrías llegar a esta hora con esa actitud? y justo después del día en que sería presentada a tu futuro esposo.
- ¿Es que acaso también sabe que ayer quede plantada esperando a conocerlo?
- Ha sido demasiado temprano para tener ese detalle pero dime ¿qué es entonces lo que quieres saber?
- Todo -un destello de travesura brillo en los ojos de Lady Warbell.
- Bien, muy bien. Toma asiento y te diré lo que sé -ordenó de manera elegante, formal y amable propio de ella, de la necesidad de bocadillos y té.

- No es que espere demasiado, sólo es que quiero información para poder sobre llevar mi fiesta de compromiso con aplomo.
- Bien, Ivett Nefilt, no necesito explicaciones.
- Bien, entonces hablé.
- Ivett - se llevó una mano a la boca en fingido sentido de reprobación por su conducta.
- Por favor, no me torture mañana empezaré con esta locura, todo lo que esto requiera y no estoy lista para esto aunque la verdad tampoco lo estoy para resignarme a vivir cerca de mi padre hasta que... Otro heredé el titulo.
- Tienes una forma muy elocuente para decirlo.
Un bufido fue su respuesta, no quería desviarse del tema, todo era tan rápido, que de cierta manera lo que podría ser algo alentador era más bien temible.

- Bien -tomo aire y se recompuso en evidente espacio para mantener el aire tan denso como para cortarlo con tijeras otro de sus sellos personales, si podría jurar que la muy ladina estaba dispuesta a torturarla es que acaso no bastaba con su padre y... entonces dijo lo que sabía- el Sr. Garbers es un viejo conocido mío posee un titulo de que no le gusta ostentar, parece ser algo sombrío, mal de amores en su juventud o al menos eso creo, respetable, poco afable, respetable...
Entonces la interrumpió...
- Ya había comentado lo de respetable.
- ¡Oh si! que despistada, bueno de ingresos considerables, si es algo viejo y quizás poco atractivo, no muy divertido; déjame decirte con sinceridad que lo sé, con ataques de mal humor sí también, ¡oh! pero no frunzas el ceño, no creo que se atreva a darte más de dos cachetadas en caso de que las merezcas, en general creo que estarás bien.

Y eso era todo un hombre mayor poco atractivo, gruñón y aburrido, bueno podría ser peor, peor sí era, pero no era un cambio de padre esté se convertiría en su marido, dormiría con él. En ese instante palideció, en la alta sociedad muchas mujeres parecían sobrias, satisfechas, otras no, resignadas, otras tantas aburridas y quizás muchas más, desgraciadas, otras cuantas optimistas(pronta la esperanza de enviudó), que diablos estaba esperando a escuchar (su edad) que sería peor un hombre joven o un hombre maduro, muy mal y ahí estaban las náuseas, no se demoraron en llegar, se sentía enferma no había diferencia joven o viejo solo una vez en su vida se había cruzado en la calle con un chico amable y no se encontraría casada con un chico de su misma edad en unas semanas, aquel chico amable que atendía en una tienda que estaba enamorado de una muchacha que vendía rosas, ¡oh! la vida de aquella mujer joven. ¡Que dicha! aunque era muy pobre era mucho más afortunada, quien se lo iba a pensar.

Por su parte la muy ladina Helen se pensó que era una travesura mayor pero que su padre la viera ilusionada sería peor.

Madie le consoló por el camino, y su pobre muchachita se encontró sumida en los pensamientos de resignación todo sería mejor, solo mejor, así se lo repitió hasta que... Casi se convenció.

Natán les recibió con una mano en la cintura muy parecido al aire severo de su padre y dijo:
- ¿Donde estabais?¿ es que se han olvidado de mis lecciones hace una hora que las necesitaba?
- Cariño Ivett estará muy ocupada.
-¿ por-r que ocupada? -su pose severa se cambio por una preocupada y se rascaba la cabeza.
- Tu hermana se casa.
- ¡oh! se casa - repitió.
- Me acompañaras Natán.
- Hasta en la guerra Vetvet.

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