- Por favor, déjeme, no quiero verle. Déjeme.
La alzo y la llevo a la cama, Ivett se quedo paralizada esperando. Él se recostó sobre ella.
(Gastón)
- ¿Quieres esto? -sí, demonios estaba muy molesto, no le estaba tratando mal porque no lo entendía solo fue que me gano la pasión y el deseo no iba suceder tenía que hacerle ver la diferencia. Su chillido ahogado era lo que espera, necesitaba que cambiara de actitud.
Le gustaba su fierecilla pero no cuando lo trataba de una manera que lo hería, prefería tener el control.
- Contesta -con voz chillona contesto:
- N-no.
- Pórtate bien conmigo Ivett- hizo de nuevo su cara un lado y su preciosa vista, esa de su cuello invitándome para ir bajando, tuve que calmarme por que sentía creciendo a pasos agigantados mi erección. Solo fue un beso suave.
- Todavía me duelen mis piernas, por favor, déjeme descansar. -Mi bruja dormilona me miraba con sus ojos de cachorro herido, me partió el corazón.
- No te quiero lastimar, me levante y la senté, y luego me senté a su lado, bajamos a cenar.
- No quiero, solo quiero ir con Natán.
- Entonces después de cenar te vas a dormir con Natán. Soltó un suspiro cansino.
- Gastón, yo...
- Ssshh. después de cenar te iras, yo no me voy a a enojar por eso. Si me prometes que mañana estarás aquí para mi.
La jale de la mano, con la esperanza de ir a cenar. pero me soltó para decir:
- No puedo bajara cenar así.
La mire y la vi tan preciosa, mi erección empezaba a palpitar.
- Ivett eres dueña de esta casa y yo quiero que estés cómoda. Baja a cenar conmigo por favor.
Un intenso sonrojo la cubrió. La levante en brazos.
- Vamos. Mientras bajaba por las escaleras me dijo:
- Me puede bajar, me avergonzará que nos vean llegar así.
- Estamos recién casados los recuerdas, no creo que se les haga raro. Ahora sí que tenía la cara colorada. Le troné un beso en el cachete y llegamos, Reymond, estaba muy contento con sus andares pizpiretos ordenó que nos sirvieran. Ivett permaneció callada y entonces antes de que se retirará me acerque, intente acercarme a sus labios a besarle y me esquivó mis labios terminaron en sus mejillas. Se levantó deprisa.
- No se enoja si me voy con Natán. -Apreté los labios para decir:
- No Ivett, pero antes déjame darte un beso -me acerque con calma a sus labios los bese, suave lento, intente introducir mi lengua pellizcando su costilla, lo conseguí, pero se separo tan rápido de mi.
- Me tengo que ir.
(Ivett)
No debí hablarle así; subí las escaleras cuidando que no estuviera tras de mi. No sabía que esperar de él, no sabia nada de él, solo conocí a su familia el día de la boda. El día del compromiso fue tan de repente, yo nunca salia a las reuniones de la selecta sociedad, abuela estaba ya muy vieja para eso, salíamos muy poco, sumándole que era desconfiada y asustadiza.
Me aterró cuando me llevo a la cama y se subió encima de nuevo, creo que si entiendo que no le gusta que lo rete, pero es que no quiero verlo, no quiero verlo, me quita el aliento, pensé que me iba a... que haría lo mismo que en la mañana, me dijo que no me quería lastimarme pero ya no le creo nada. No entiendo por que me obligo a cenar a bajar en bata, y por que ahora muy fácil me deja ir con Natán, me siento pequeña y siento que me volveré loca no tengo como huir de él, no hay lugar donde esconderme le pertenezco y mientras más me niegue sé que peor me ha de ir.
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Sin derecho a elegir
Ficção HistóricaIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...