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Que le ocurría a Ivett, me dolió tanto verla, encontrarla​ rechazandome como nunca antes. Maldito mil veces fuera Leiber, no era difícil deducir que era por él que la había enamorado, probablemente estaba aterrada de que me diera cuenta de que... Oooh Dios me siento enloquecer era mía, mi esposa, mi mujer y este imbécil toma de ella lo que era mío, lo que yo no quise tomar y ahora me lo niega con más vehemencia, ¡no! ¡No! ¡no! Me niego a darle el divorcio, maldita mujer, maldito Leiber.
¿Cómo puedo amarla, cómo puedo aún sentir esto? no puedo negarmelo, necesito borrarle sus besos con los míos, quiero llorar y azotar todo a mi paso. No supe en que momento comencé pero lo hice, con todo y ella permanecía así, hasta que la levanté y ella me miró con el mismo dolor que yo sentía en mi.
— ¿Por qué? ¿ Por qué lo has hecho? -la tome con más violencia de la que pretendía estaba fuera de mi y lloré y no entendía como podía hacer pedazos mi orgullo delante de ella, ya no tenía ni orgullo, ni nada y viviría infeliz por el resto de mis días, sabiendo que otro... que Leiber me había jugado de esta manera la había tocado, pensando que ella lo quisiera y tener su cuerpo no llenaría el vacío de saber... no tener su corazón
- ¿por qué me causas este dolor? Ivett no puedo, no quiero....(dejarte ir) como pudiste...(enamorarte de él).
No ste como me atreví a dirigirla a la cama, sólo necesitaba tenerla, era como una droga para mi, aunque me sentía llorar porque como una droga me iba a destruir. ¿cómo una mujer podía hacer eso? me sentí dispuesto a quitarme la vida después de tenerla pero necesitaba tenerla.

~~~~~

Gastón empezó a romper cosas, a aventar todo, nunca había actuado así, me asuste mucho pero permanecí ahí, esperando para que me golpeará, más no lo hizo, cuando sentí sus manos alzándome sabía que fuera lo que fuera que tuviera pensado no lo pasaría nada bien, alcé mi vista para mirarlo como él quería, yo sabía que no podría ocultar mi dolor por saber que había tocado y estado con otra mujer. Cuan grande era su capricho, entendía que tenía obligaciones pero me sentía herida, en cuanto nuestras miradas se enlazaron, me traspaso algo más grande... Su dolor; él parecía tan herido o más que yo y entonces empezó a hablar a decirme, a reclamarme, que pensaba él, seguía pensando que yo provoque a Gabriel, no negué, eso... esto, era más fuerte, más que el desprecio con él que me miró en aquella ocasión, me llevaba a la cama pero él parecía agonizar por un dolor que yo le causaba con mi desprecio y yo no supe en que momento abrí mis labios para decir.
— ¿Yo que te he hecho Gastón? Tú, tú, ¡tú! Tú ¿como pudiste irte con ella? ¿como te atreviste a besarla y acariciarla a solo unos pasos de aquí?!
Grité todo eso llena de dolor. Me tomaría, era yo solo un objeto y, luego me botaría en la campiña para que agonizara ante el dolor de ser usada por él cuando lo quiera. Me habría válido que ocurriera antes... antes de que lo quisiera, de que mi cariño por él doliera.

~~~~~

Cuando grito todas esas cosas, me quedé atónito, no sabía si reír o seguir llorando o hacerle el amor como un loco, ella estaba así por celos a Cristel o era solo una excusa, tenía que saberlo.
Suavice mi contacto, no quería lastimarla, yo sabía de su miedo, y ella, mi Ivett, ahora la miraba sin la rabia que me embargo, ella tenía en sus ojos su mirada pura.
Tomé su rostro con mi mano derecha y pregunté:
— Por eso no quieres que te toque, porque​ me viste llevar a Cristel en brazos.
Su reacción me hizo gritar de alegría por dentro, cerró sus ojos para ocultar su vergüenza pero toda ella me respondió. Me sentí dichoso y la envolví suavemente en mis brazos antes de tenderla en la cama, la sentía mía sin tocarla pero ahora necesitaba más.
— Dime que no estás enamorada de ese imbécil Ivett -antes de que dijera algo agregué- Cristel está embarazada y esta asustada, por su hijo que esta enfermo la consolé por ello Ivett, no pienses cosas que no son.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro que se acompañó de tristeza al ver su formal escepticismo, quizás porque no me lo esperaba.
— Ella dijo que es viuda.
— Entonces no me crees, ella te contará cuando llegue el momento, confía en mí Ivett -sé que ahora entiende a lo que me refiero, lo sé por su mirada.
— No estoy enamorada de nadie, me dice a mi primer pregunta. -No sé si alegrarme o no, a fin de cuentas no está enamorada de mi.
Empiezo a acariciar su rostro y cuello con mi nariz dejando un beso aquí, otro allá y de una manera audaz paso mi mano cerca de sus pechos, obtengo un respingo y le digo:
— Tranquila Ivett​, hemos aplazado mucho este momento y mira cuantas confusiones han traído.
La siento temblar, toda energía negativa que teníamos se desvaneció, ahora solo estamos así, solo nosotros yo con mis ganas de ella y ella con sus miedos.
— Gastón yo... Tengo miedo aún.
-Me sonrío un poco, acaricio su nariz con la punta de mi dedo.
Después de pensar que se entregara a otro escuchar eso era maravilloso.
— Ivett por favor ya no me hagas esperar, te quiero, te necesito.
La siento incómoda con mis palabras.
La miro a los ojos me pierdo en su mirada, en verdad ya no quiero esperar.
— En verdad te quiero Ivett, necesito tocarte, hacerte el amor, me heriste mucho cuando te negaste a mí, me dolió.
— Gastón -susurró, notaba sus dudas.
— No te dolerá.
— ¿No?
— Ivett, hay formas de amar sin que te duela, sólo no te niegues.
Dudaba, dudaba.
— Gastón -susurró nuevamente- estoy nerviosa.
— Sólo cierra tus ojos y confía en mi.
— Hay mucha luz.
— Cerraré las cortinas.
Me levanté y eché un vistazo antes de hacerlo, sobra decir que no soy un santo, la vista es hermosa a través del camisón. Me quito la pijama, no he sido honesto del todo, deseo todo pero primero le daré lo que necesita, quiero probar de su miel y hacerla olvidar todo, sus miedos, inhibiciones.
Me acerco a ella y la siento, toma mis manos está temblando, la abrazo, poco a poco la siento relajarse, mientras acarició su cabello, la beso suavemente, la levanto, le quito el camisón y la tiendo en la cama nuevamente, otra vez está inquieta, la habitación a media luz me da una vista privilegiada, veo sus preciosos ojos cristalinos , está asustada pero esta vez no la dejaré ir a ningún lado, tenemos todo el tiempo para nosotros.
— No tengas miedo, -le digo suave mientras deslizo mis dedos con suavidad por sus muslos y subo a su cintura. Sus  pequeños gemidos me marcan el camino, hago pausas para que ella tenga tiempo de asimilarlo, está inquieta. A veces me toma con fuerza pidiendo que me detenga siento el calor aumentado en su cuerpo, está asustada de las sensaciones que experimenta.
— Ivett -mi voz es demasiado ronca me estoy conteniendo demasiado- no tengas miedo de lo que sientes, no me detengo, cierra tus ojos mi amor, no voy a hacerte daño.
Lo hace, cierra sus ojos otra vez, despacio, ahora comienzo a bajar hacia la gloria dejo un reguero de suaves besos en su pechos, la escucho agitada contener una gemido en cuanto beso sus senos, la siento tratando de detenerme, entonces con mi lengua hago un contacto que la termina de descontrolar.

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora