Gastón justo llegaba al pasillo. Espero un momento para entrar a la habitación, llevaba una botella y dos copas. No sabía si era para calmarse él o calmarla a ella, de repente se sentía ansioso, quería besarla, descubrirla, disfrutarla, era un hombre de apetito sexual saludable, un hombre de guerra que pasaba periodos largos sin una mujer, no iba a despreciar la carne fresca, limpia y... Pura. Si la muchacha era lista podrían llevarse bien, tal vez... si no era tan cabeza hueca la llegaba a querer. Sí, Gastón era optimista, y quería tener una vida tranquila, siempre podía dejarla ahí y regresar a Londres, cuando volviera llevarse bien, cuando los años pasarán envejecer juntos. Ya estaba pensando demasiado.
Ivett escucho dos golpes en la puerta en señal de la invasión de su esposo a su intimidad, no pudo evitar un jadeo de espanto. Gastón acomodó las copas y el vino en una mesita junto al sillón que formaban parte de la habitación. Sirvió las copas y se acercó a Ivett.
- yo no bebo Sr.
- Beberás hoy.
Ivett sostuvo la copa en su mano pero no bebió.
-Ivett llámame Gastón.
- Si señor, Gastón.
- No me dirás más señor, sólo Gastón.
Por temor asintió y se llevó la copa a los labios, en realidad siempre probaba el vino cuando le ofrecía su abuela, con ella conoció el vino. Este se convirtió en la escusa perfecta para no hablar, sus ojos ardían por el sueño después de tantas noches sin dormir, unas por temores y nervios otras por el dolor de los golpes de su padre; la luz era tenue y solo la inquietante presencia del hombre a su lado la mantenía alerta.
— Estas...
Ivett estaba sentada en la cama y apenas puso un dedo sobre su hombro pretendiendo dar un suave masaje para relajarla antes de empezar a retirar la bata.
— Me...
— Me deja....
— Me deja... Dormir... Solo está noche, es que... estoy muy cansada.
Su voz era aún hilo al principio levanto la mirada pero al finalizar estaba cabizbaja.
Gastón levantó su barbilla con su dedo pulgar e índice.
— ¿En verdad?
La recostó tomando la copa de sus manos.
Y luego camino al otro lado de la cama y se recostó a su lado.
— Me... deja
— Me... deja -acomodó las manos sobre su bata, resguardo sus senos cosa que no ayudaba el encaje, pero si él decidía no dejarla dormir tendría que soltar la bata y descubrirse para él.(Gastón)
Mocosa con ojos de cachorro lastimado, pero ya tenía 20 años por favor conocía y había tenido en su cama jovencita expertas e inexpertas deseosas de sentir su manos y ella quería dormir; era su mujer, era su deber y... quiere dormir. No puedo negarme a eso, yo ya había visto sus ojeras. Mañana, mañana preciosa, mañana. ¡Quién lo diría! yo ansioso de conocer, probar y saber si está mujer que está unida a mi para el resto de mi vida me va a gustar y me encuentro esperando... Grrr. Me choca gruñir por frustración pero es que antes de que llevara las manos a la bata ya me había entusiasmado, encaje cubriendo sus generosos pechos. Y mi cuerpo le responde para escuchar que quiere dormir.
Bruja dormilona, sólo está noche te dejaré dormir, mañana serás toda, "toda" para mi.El brillo del sol no se asomó esa mañana, el golpeteo de la lluvia en su ventana la despertó mezclado con aire fresco, aún traía puesta su bata.
(Ivett)
Me ha dejado dormir, no lo puedo creer y yo no he bajado a desayunar, y ahora que voy a pretextar. No puedo aplazar esto más tiempo.
****
No era un pretexto su sueño pero ahora sentía que había detenido su lenta agonía y ahora el miedo volvía de golpe. Madie llegó media hora después para ayudarla.
— Natán está muy inquieto despertó hace una hora y quiere verte, jugar y no puede salir con esta lluvia y...
Ivett tenía los ojos cargados de llanto, no sabía si empezó la perorata para calmarse ella o distraer a Ivett, el asunto es que no había funcionado y ahora Ivett estaba al borde del llanto.
— ¿Te ha lastimado? -que pregunta más idiota se dijo, su niña ahora era mujer y si en la casa no se escuchó nada no quería decir que no la había lastimado.
—No pero tengo miedo a que lo haga hoy. Soy su esposa y tengo que ser su... Mujer y yo... Tengo miedo.
Le volvió el alma al cuerpo ese hombre no la había tocado, no la había... Bendito fuera.
— ¿Por qué no te... hizo mujer? ¿no le gustas? ¿qué te dijo?
— Le pedí que me dejara dormir y me dejó.Se abrazaron y lloraron ambas estaban asustadas. Cuando Ivett se calmó, le dijo que le había dado de tiempo una semana para que ella regresará a su antigua casa.
— Yo le diré que si puedo quedarme aquí Ivett, no te preocupes por mí y sino buscaré algo por aquí.
— Moth puede ayudarte, padre quería que Natán se quedará con él.
— Moth es un sirviente igual que yo y nada puede hacer.
— Te quiere Madie, no todos los hombres son malos Madie.
— ¿De verdad lo crees? - los ojos de Madie reflejaron el dolor que escondía en su alma.
— No lo sé -susurró- pero el que es mi esposo, él que tiene poder sobre mi, al que le debo obediencia, anoche no me tocó, yo se lo pedí y él me respeto, yo esperaba que me insultara, que me ofendiera, que me golpeara por mí atrevimiento; estaba tan cansada y débil. No sé si es bueno Madie pero anoche no fue malo.
Madie estaba agradecida con Dios de que a Ivett su esposo no la hubiera lastimado.
— Ivett está noche cuando venga a ti no te niegues, pórtate bien con él, es tu esposo él se ha portado bien contigo, así lo haré Madie. -Se abrazaron.
— ¿Sabes que hora es?
— No.
— Es casi la hora de comida. Tu esposo dió órdenes de dejarte dormir.Ambas estaban sorprendidas que ese hombre tan temible se portará tan noble con Ivett.
La residencia contaba con tres plantas el tercer piso tenía desván, 10 habitaciones para a empleados y 8 para invitados divida en 2 secciones, la segunda tenía 20 habitaciones una con sección de niños la otra para los dueños. En la planta baja contaban con tres salones, de pintura, te, baile y música, el despacho, la biblioteca resividor, un salón principal con terraza el comedor, la cocina. Ivett tenía mucho que recorrer. Llegó a la mesa al lado de su esposo con su vestido en todo caqui con detalles en rojo.
— ¿ Haz dormido bien?
— Sí mi señor... Gastón.
— Bien, espero que en la noche puedas atender tus deberes.
Su mirada de cachorro herido volvió aparecer, minutos antes se le veía bastante tranquila.
— En los próximos 15 días permitire que te levantes después de la hora que se acostumbra siempre y cuando, cumplas tus deberes de esposa.El rostro de la bruja dormilona de pálido ahora estaba verde, como verdadera bruja y sus pechos comenzaban a dar diminutos brincos por el sobresalto, simplemente divertido.
— Come Ivett.
Tranquilos en silencio degustaban su comida, cuando Gastón decidió observar a su mujer y comprobar que se sentía gusto cuando noto debajo de su antebrazo un morete, un terrible morete.
— ¿Qué te ha pasado ahí...?
ESTÁS LEYENDO
Sin derecho a elegir
Historical FictionIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...