53 encuentro privado.

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Estábamos solos, no había testigos, no había excusas, no podía huir.

Quería preguntar qué hacía aquí pero era obvio me buscaba a mí, me quería a mí, era estúpido el hecho de dudarlo , para que preguntarlo, que debía hacer, preguntar si me había seguido, no creo que logrará mucho sí iba por ese camino.

— Te extrañe.

Solté una risa amarga que parecía más un gesto de desagrado que otra cosa, jamás he soportado que me traten como a una idiota.
Ante mi formal gesto de incredulidad le ví hacer una mueca de me gusta pero me desconcierta está actitud. Lo cual me desagrado más.
— Lo dudas.

No era una pregunta sino una confirmación.

Esta vez una mueca más decidida se dibujo en mi rostro, no lo quería cerca de mi, cuando lo sentí acercarse retrocedí pero fue en valde, él había avanzado al mismo tiempo y aunque no deseaba su cercanía me tomó por los hombros y dijo:
— No huyas, no dudes.

*****

Aquella mañana antes descrita como fresca y agradable tenía de especial algo más que aquellos adjetivos calificativos, tenía de especial que, dos hombres se levantaron con la determinación de encontrar a la misma mujer, con el mismo propósito, con atracción y deseo, como una maldición para Ivett. Gastón Garbers y Reginal Travis irían en su búsqueda y solo quedaba esperar que no se encontrarán al mismo tiempo con ella.

Reginal se vistió más formal de lo que habitualmente lo hacía para sus labores, no podía engañarse deseaba ver a la hijastra de Madie, Ivett ocupaba su mente, sí bien en un principio era solo deseo se daba cuenta que ella podía significar en su vida algo más, así que debía presentarse a su dama algo más que como un hombre limpio, sino cautivador y avasallante, aunque era un hombre maduro lo era y ahora pretendía hacer uso de toda su experiencia para lograr su objetivo.

*****
Gastón se levantó con más inquietud que calma, pensando cómo lo hacía por aquellos días encomienda sería encontrarse con Ivett, abordarla, enfrentarla, enfrentarse a la posibilidad de que ella ya no lo quisiera, cada vez esa punzada en el corazón ese presentimiento le provocaba más dolor, ¿podía su corazón sentir la tribulación de Ivett bajó las circunstancias en las que hallaba? Parecía que sí.

****
Decidí quedarme en una posada después cercano a la estación de trenes, no había motivo o tal vez sí de presentarme impertinentemente a esas horas de la noche, a irrumpir en la tranquilidad de aquel hogar donde acogían a mí esposa. La mañana era fresca y casi agradable, tal vez para el resto lo era pero para mí no, no hasta que viera a Ivett. En realidad todos mis días desde que ella no estaba conmigo eran miserables.

Un nudo se formó en mi garganta, otra vez la culpa me abordaba, era merecedor de esta miseria, Ivett había sufrido tanto como yo la perdida del bebé por causa de su padre, sus días también fueron difíciles. Ahora Ivett lo había superado, la perdida de nuestro hijo, nuestro matrimonio y a mi; tan solo de pensar esto último... Caminé dentro de mi habitación de un lado a otro tratando de calmarme, ¿Qué diría? ¿Quién y cómo me recibiría? ¿Cómo actuaría? ¿La vería? ¿Me lo permitirían, lo exigiría o simplemente rendiría? ¿Estaría ella al alcance de mi vista cuando abrieran la puerta? ¿Me tomaría el atrevimiento de revisar la casa en caso de que me la negaran?

No me siento yo mismo, este extravío de mi... Solo me encontraré cuando me mire en sus ojos...

*******

Bien, puedo decir que mi apariencia es cautivadora, me conozco y sé lo que provocó en ella, así que no debo esperar más tiempo a que se enfríen las cosas dos días son suficientes para darle tiempo a procesarlo es una bella y buena mujer y si así lo quiere yo me puedo comprometer...

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora