29 El Dr.

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-Quien te crees para reírte de mi por ser tan idiota.
No soportaba más me rompía el corazón con sus palabras.
- Basta Gastón, no soporto como me hablas.
Me sentí tan débil que tuve que agarrarme de él, un lamento ahogó mi pecho y el lamento salió.
Gastón detuvo el caballo bruscamente y me voto de una forma tan terrible que caí sobre mis posaderas y las caderas parecieron abrirse por el dolor.
Se bajó del caballo y su mirada de desprecio, me abrió el corazón como si de una daga se tratara. Quise levantarme pero no pude, ¡aaaaah! No pude, detuvo su andar para voltear, mi cuerpo temblaba de dolor.
- Gastón... - hablé tan bajo no quería que se fuera, no quería tampoco que se quedará para herirme de la forma en que lo hacía.
- Por eso tu padre te golpeó por tus malas mañas, que bien lo sabes disimular.
- Basta! Quise levantarme y el dolor me mantuvo tirada.
- eso también es un teatro.
- Basta Gastón abre mis piernas hazme mujer, nunca he estado con ningún hombre. -Sentía el corazón hecho pedazos, no dejaba de mirarme con rencor.
- Mandaré a Reymond para que te ayude, ya no me interesa tocarte.
Lloré como nunca antes en mi vida, después de un rato logré incorporarme, mi cuerpo dolía pero no se comparaba a lo que sentía mi corazón, mi alma. No era la primera vez que me golpeaban, sarandeaban e insultaban, entonces por qué me dolía tanto, Reymond venía muy a prisa con Madie cuando se resbaló y cayó.
Madie trato de levantarlo incluso quise ayudarlo pero no pude hacer mucho. Apenas caminaba muy cerca de las escaleras cuando Gastón paso a toda velocidad casi tumbandome, traía consigo a Reymond cuando yo abrí la puerta y la sostuve para​ dejarlos pasar.
- ¿qué ha pasado Ivett? Gastón no se ve bien, estaba furioso, ahora parece muy culpable y preocupado por Reymond.
Le lloré toda mi historia, ahora Madie lloraba conmigo.
- Mi pequeña como pudo golpearte, como pudo tirarte del caballo.
- ¿Por qué? por que me duele tanto.
- Ivett, su enojo pasará.
- Madie, como pude equivocarme tanto, como fue que caí encima del muchacho, como es que no pude levantarme rápido y por que tuvo que ver eso y confundirse.
— Quiero que me perdone por presentarme como Nefilt. No quiero que me desprecie.
— Duerme Ivett descansa lo necesitas.

Después del baño, mire en el espejo mi labio hinchado decidi que no le contaría a nadie más. Ahora me había quedado sola fingiendo dormir. Pronto caí en el sueño que necesitaba.

****
(Gastón)
Quería arrancarle los ojos a Gabriel pero él no la había tumbado eso lo ví con mis ojos. Escuchar que la llamaba señorita Nefilt​ me decepcionó, quien era está que se aventaba a los brazos de un muchacho tan correcto. "Resbaló" claro y por que demoró tanto entre sus brazos los vi rodarse, no escuché lo que se decían. Ella no le temía, él hablaba con confianza de mi esposa incluso me pareció que hasta el último momento pensaba dejarlo engañado y no decir que era mi esposa, quería a un muchacho de su edad que acaso yo le parecía viejo. No supe cómo mi mano impacto su rostro pero lo merecía, era mi esposa, y no se lo dijo a Gabriel, la cara del muchacho al decirle cuales eran mis derechos sobre Ivett mostró toda la reprobación hacia mi esposa yo estaría en boca de medio pueblo si no mantenía su boca cerrada.
Ivett... pensar ahora en nuestra intimidad me parecía irreal, su forma de pedir que parara mi actitud, me quería doblegar, cuando golpeó mi pecho deseé que doliera, lo único que me dolía era el corazón, cuando casi se cae del caballo peleando conmigo me enoje por su seguridad que estaba en juego. Luego no sé que ocurrió sentí que tocarla me quemaba, detuve el caballo y la tire, su lamento me detuvo pero no quería tocarla, le dije que mandaría Reymond. Cuando entre a la casa el viejo preguntó si logramos salvar a la vaca, dije si con amargura, cosa que no le gustó nada y preguntó que me ocurría.
- No preguntes viejo - dije con un sabor amargo en los labios- ve por Ivett que está tirada allá afuera.
- ¿Pero qué demonios te pasa? está lloviendo ¿por qué no la ayudaste?
- Por que le gusta resbalarse.
- ¿Pero qué estás diciendo muchacho? no habrás hecho alguna tontería de la que te puedas arrepentir, a veces la vista engaña.
- Fue más que mi vista.
- También las apariencias, ten cuidado.
- Me importa poco, sólo traela a casa.

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