- Debemos irnos Natán tiene sueño y se puede dormir arriba del caballo.
-Los tres iríamos en mi caballo.
- Natán es muy orgulloso, le gusta montar solo.
Regresaron a la casa, Natán tenía mucha energía pero en cuanto llego a la casa dijo que necesitaba una siesta. Gastón llevó a Ivett a su despacho.
-Esta es tu asignación. -le entregó una bolsa de terciopelo rojo-, si necesitas más, dímelo. Esta es para los gastos de la casa, los de este mes están cubiertos. -extendió una bolsa de terciopelo azul.
-No tengo idea de como llevar la casa.
- Aprenderás con el tiempo y dime sabes organizar fiestas.
- Sólo reuniones pequeñas de no más de 100.
- excelente, si sabes manejar 50 sabrás manejar 500.
Ella le premió con una sonrisa, él también sonrió.
- Dime cual es la situación con el chico.
- Es ilegítimo.
- Tu padre lo quiere eso me pareció.
- Padre no es bueno para él.
- ¿Lo golpea?
- Aún no lo ha hecho.
- Sé que Madie es su madre. ¿Que pasa con ella?
Ivett se pensó muy bien cuidar de hablar con él de ese tema, no lo conocía lo suficiente para tener tanta confianza, era muy cambiante apenas esta era la primera vez que lo veía sonreír, ahora volvía a estar serio.
- sabe estoy algo cansada si me permite quiero tomar una siesta. Él le hizo una seña de autorización para retirarse.
La dejo avanzar hasta subir las escaleras mientras guardaba su distancia, subió los escalones veloz y le dio alcance antes de que cerrara la puerta.
- También quiero una siesta.
- Quisiera estar sola.
- No tienes que cuidarte de mi, puedes asearte, cambiarte y yo esperaré.
Nada de eso le gusto Ivett pero no dijo nada, se quitó el vestido y corsé, tomó aire y salió envuelta en la bata, se la quitó y se metió a la cama, Gastón se acomodo para abrazarla. No pudo resistir la tensión de besar su cuello a pesar de lo rígida que la sentía, pero no esperaba una reacción como la que tuvo. Se levantó de un salto espectacular para poner distancia.
- Usted no está cansado, ni piensa en dormir, usted quiere... quiere hacerme cosas que... yo no quiero que me haga. Váyase y déjeme dormir, necesito dormir.
Su vehemente forma de defender sus sueños casi lo hace reír pero su mujer tampoco estaba tan cansada y mucho menos tenía sueño era una evasiva y comprendía que le molestaba sobremanera que sus ideas de supervivencia fueran frustradas.- Eres mi mujer, mía, me perteneces. A la hora que yo quiera y disponga, puedo tocarte y hacerte mía y no solo eso sino que también me complaceras. ¡Me oyes, aprenderás a complacerme!
El dolor por la certeza de sus palabras se reflejó de inmediato. No dijo nada espero a su verdugo. Cerró los ojos cuando deslizo la camisola para tener una preciosa vista de sus hombros.
-Tocame. Quiero que me descubras.
Sus mejillas sonrosadas le daban un aspecto más inocente si es que cabía.
- Yo no puedo, no sé.
- Estoy seguro que si sabes, si sabes vestir y desvestir a Natán me puedes desvestir a mi. -Las Manos le temblaban mientras desabotonada su camisa, y le deslizaba las mangas.
- Ahora el pantalón.
Tragó duro.
- Por favor -le suplicó
- Te propuse conocernos y es lo que vamos a hacer. Puso las manos de Ivett sobre sus pantalones como indicativo de que continuará y eso hizo, cuando estuvo en sus calzoncillos ella se alejó de él. Él continuó con la tarea que ella dejo a medias. Por el color de sus mejillas y su actitud sabía que ella jamás había visto un hombre desnudo de ninguna edad.
- Creo que deberías abrir los ojos.
- No quiero.
- Eres una chiquilla, necesito que seas mi mujer, que calmes mis ardores, no sabes cuánto lo necesito.Tomó su mano y dejo su palpitante pene sobre la misma. Un grito de indignación y terror fue lo que obtuvo por que obligó a cerrar su mano sobre sí, se jaloneo y resguardo la mano como si la hubiera metido en el fuego mismo. Se abrazo asimisma y se hizo lo más pequeña que pudo aunque permaneció de pie.
- No quiero ser mujer.
Quiso abrazarla y llevarla al máximo placer, se acercó y la depósito suavemente.
- Te haré mi mujer suavemente, aunque me enoje contigo o te desee con vehemencia. No debes temer -deposito un beso en su frente-,
estamos cansados así que será mejor dormir. Ivett no sabía que pensar de él, tenía los ojos cerrados con mucha fuerza a la espera de su ataque y ahora la dejaba dormir, estaba cansada y temerosa así que decidió no abrir los ojos y dormir.
Pronto llegó la hora de la cena y Gastón ya no estaba con ella, aún sentía el calor que dejo en su mano al contacto con su pene.
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Sin derecho a elegir
Historical FictionIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...