El día de comenzó con una lluvia suave y fresca tupida de otoño pero que fue de menos a más como sus propios instintos.
Que rayos me.pasa - se dijo.
Para momentos después perder el sentido sólo sabía que su mujer su esposa era simplemente dulce, tenía un sabor que jamás antes había probado, tenía que tenerla ya, ahora no habría interrupciones... Estaba..
Ella lloraba por que tenía que llorar el era su esposo. Ella recibió una educación para prepararla para esto. No era por esto por lo que las debutantes morían, por ser la esposa de un futuro conde.
- te necesito.
Ella no dijo nada, la sentía aferrada a su vestido en ambos lados, esperando por él, pero le parecía terrible, una enorme frustración se instalaba en su pecho que acaso no podía sentir y dejarse llevar es que tenía algo o alguien que se lo impidiera que fuera Virgen no queria decir que no existía alguien más. Lo descarto, en ella no había una sensación de una enamorada con el corazón desgarrado.
(Gastón)- Ivett estas enamorada de alguien? - por que diablos pregunté, a mi que me importa, acaso ella diría la verdad, por que, por que ( un terror indescriptible a escuchar un sí se apoderó de él)- no tienes que contestar.
- Mi señor...
- Gastón, siempre quiero que me llames por mi nombre o es que temes equivocarte. -que demonios me pasaba, no era justo ser tan ostil en ese momento cuando debía ser prudente para no ponerla más nerviosa, sin embargo aguardaba la respuesta, me retiré, más aún fui quitando su sencillo vestido. Ella se sorprendió de lo rápido que la levanté para bajar su vestido su camisola clareaba los pezones oscuros, y deseaba ver los rizos que tanto anhelaba frotar con embeleso. Ella no había contestado aún pero me miraba, no estaba seguro de sus pensamientos, ni de su turbación, sin mucha delicadeza y sí mucha destreza deslice mis manos debajo de la camisola que daba justo debajo de sus glúteos y baje su ropa interior. Su tembloroso labio me dijo que de no estar paralizada por mi actitud, habría escuchado una protesta. Ahí la tenía semi desnuda deseaba ver más, deseaba que la tela fuera más transparente, deseé arrancar lo que se interponia a mi deseo pero Ivett cubrió con sus manos su precioso monte de Venus, pase saliva o babearia con un lobo hambriento.
Volví a mirarla a los ojos, sus mejillas coloradas y sus ojos muy abiertos, sus pupilas dilatadas, yo sabía que estaba asustada. Acaricie sus brazos, y estaba dispuesto a moverlos para descubrir lo que con afán me ocultaba pero ella interrumpió mis deseos.- No estoy enamorada de nadie. Nunca he estado enamorada.
No sé si solo sonreí para mis adentros, entonces ella me pertenecería en cuerpo y alma. Lleve mis manos a su rostro y la atraje hacia mí para besarla. Mi beso no pretendía ser exigente pero ella estaba muy renuente yo quería entrar en la dulce cavidad de sus labios, hasta que lo logré con exigencia. Ella no estaba disfrutando y eso me detuvo, deje un suave rastro de besos y roces. Tenía que haber algo más, estaba muy asustada, yo era un factor muy importante pero había más no importaba lo que yo hiciera ella siempre temblaba, para mi era todo, necesitaba tenerla debajo y hundirme. No, era algo más y ella estaba ahora mirando por que sentía que eso me tranquilizaria sobre mis dudas, lo veía en sus ojos, miedo, miedo de mi.
- No sabes cuánto deseo esto.Apenas empezaba a deshacerme de mis pantalones cuando la ví llorar y su cuerpo enrojecerse por la tensión y el miedo, su cuerpo parecía doler, no podía hacerle eso, no en ese momento no de esa forma. Me coloque a un lado de ella, bese su sien.
- ¿Qué te da tanto miedo?
- Tú.
- Ivett. Deja de temerme.
Mi mano se deslizó hasta sus rizos.
- Que... No ... No ....
- No va a dolerte.
No estaba tan seguro de eso la primera vez que rompi la virginidad de una mujer fue de esa manera pero esta vez no lo haría. Ivett rehuía y tuve que contener mis impulsos. Me levanté de la cama y me di vuelta.
- ¿Qué temes tanto de mi?
Dirigió su mirada a mi entrepierna.
Llevamos una semana de casados entonces caí en cuenta llevábamos poco más de una semana, nos vimos dos ocasiones antes de la boda y ahora la asaltaba sin tregua. Ella es mía y aunque tenga los derechos prefiero esperar para conquistarla para seducirla.
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Sin derecho a elegir
Ficção HistóricaIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...