30 ausencia.

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Chicas estoy atenta a cualquier comentario o crítica y serán bien recibidas y disculpen los errores muchos capitulos no están editados.

Me levanté muy temprano con el hermoso arrullo del agua golpeteando suave y contaste en los cristales de las ventanas, tome una bata gruesa de color marrón y me acerque al hogar, esperaba que llegará Natán.
— Ese esposo tuyo debió decirrme que se iba para poderr cuidarrte yo. Y no me dijo nada y no te cuide y te enfermaste Vevet. No es buen cuidador de Vevet.
— ¡Oh Natán! -se le humedecieron los ojos- Gastón sabes que tu estas aquí para cuidarme.

Natán hizo un gesto de estarlo pensando detenidamente,asintió en forma de *te creo. Bajaron al comedor para encontrarse con un pulcro Leiber Meizu, en un traje color hueso muy elegante con chaleco beige, incluso sus zapatos llevaban esa combinación casi le robó el aliento a Ivett que ligeramente se aprobó por su actitud, él parecía estar arreglado para una cita y, ella llevaba apenas un vestido digno de ser confundida con una ama de llaves o dama de compañía, no la dueña de la casa. Leiber Meizu era muy atractivo y le caía muy bien pero tenía sus reservas y muy en el fondo de su corazón deseaba encontrar a la mesa a su corpulento y temible esposo, ahora se sentía vulnerable, desprotegida y peor aún abandonada. ¿Qué le sorprendía, acaso esperaba que su esposo se quedará con ella para siempre?, ¿Qué no era eso lo que acostumbran los maridos en la alta sociedad? Un largo suspiro acompañó su lamento interno que el hábil y apuesto doctor Meizu aprovecho.
— Ivett no te lamentes volverá cuando tenga que volver, que suerte que este yo aquí para animarte, pasaré a casa de los heridos en la azaña de salvar la vaca, según dicen mucho mérito tuvo mi querido primo.
El intenso sonrojo de Ivett le sorprendió.
— Creo que aún debo mantenerme en reposo.
— Tonterías, si te apena sonrojarte por cualquier tontería pronto el mundo dejara de mirar esos bellos ojos.
Sentía la cara arder, necesitaba un abanico y huir de ese hombre.
— Pense en mandar a ensillar los caballos para las visitas debes acompañarme
— Yo no se montar a caballo
— Ya aprenderás.
—No iré a caballo, Dr. Meizu pero estaré de visita en el tilbury, si el día continua así.
Una sonrisa pícara asomo a su rostro.
— Me parece perfecto así no me cambiare de traje.
El ayuda de cámara del doctor Meizu salía de la cocina en compañía de Natán.
— ¿Vamosh de pasheo?
— Si, Natán
Una hora después estaban en camino el sol asomaba con confianza. Visitaron a los hombres lastimados y también al dueño de la vaca, su esposa seguía delicada, Natán disfrutaba la vista y el ambiente niños y niñas para jugar en la zona. De regreso Meizu inicio la conversación.
— Siempre he sabido que mi primo es un zopenco.
— No deberías expresarte así de él.
— Te ha dejado aquí a pocos días del matrimonio con su gente en problemas, nunca lo imaginé de él.
— No lo juzgues, por favor. Gastón... Ayudó mucho a otros no les habría importado la desgracia de un granjero. Y sin ánimo de ofender Dr. No creo que usted que usa esas ropas tan finas, luchará hombro con hombro al lado de esos hombres por un vaca.
La vehemencia con la que defendía a su marido le asombraba incluso a ella. Se enojó consigo misma no debía olvidar que él le había golpeado, debía cuidarse en lo sucesivo de su furia como lo hacía de Zacaria.
— Te has enamorado de Gastón, vaya que siempre ha sido y siempre será un tipo con suerte, por mí puedo decir que habría hecho mi parte por ayudar aunque no tengo ni su fuerza ni su ingenio, tengo mucha voluntad, además me gusta salvar vidas, por eso estudie medicina.
— Te diré que yo pienso que a los doctores les gusta torturar.
— Ja, ja, ja, ja, prima eres muy intrépida de donde sacas esas conclusiones.
— De la costumbre por hacer sangrías.
— Yo no las hago, si puedo evitarlo.
— No me atrevería a asegurarlo.
— Ja, ja, ja, ja, así que por mi no estarías dispuesta a meter las manos al fuego. El amor ciega Ivett no lo olvides.
— Yo no estoy enamorada de Gastón - una risa más de Leiber y un sonrojo más por parte de Ivett sólo hizo más audaz la conversación.
—Interesante, lo cual no quiere decir que no estés enamorada de otra persona.
Ivett se pasmó ante la declaración de Leiber, puesto que era peligrosa.
—No estoy enamorada de nadie- se corrigió.
—Bien eso quiere decir que aún tengo alguna posibilidad... - dijo con audacia.
— Dr. Meizu que desvergonzado, jamás lo imaginé de usted.
— Sólo soy un pícaro inofensivo, no temas.
Leiber Meizu solo quería ganar un poco de confianza y molestar a Gastón, le encantaba el aire inocente y algo reprimido de su esposa, no se imaginaba cuál era el motivo de la ausencia de Gastón en su casa, con su reciente esposa que tenía un aura algo angelical y traviesa, inocente y curiosa.

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora