46 viaje

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Los siguientes días pasaron rápido ella salió con Gabriel que tuvo muchos atenciones con ella.

— Christine me disculpas.
— Nada que disculpar mi señora.
— Solo Ivett, aquí no está Gastón. Yo... le solicitaré el divorcio.

Christine contuvo un juramento. Algún consecuencia debía tener el acontecimiento, Leiber se fue aquella tarde y no regreso había enviado una nota para disculparse por el arduo trabajo y eso tranquilizó a Ivett que no sabía que inventar probablemente que se cayó del caballo era un muy buena excusa.

— ¿Por qué pedirá el divorcio?
— Por que como tú dices él no lo hará y yo ya no sirvo para él, y tampoco soy digna y quiero vivir tranquila y ser libre. Me iré con Madie, dejaré como administrador a Gabriel y cuando pueda volveré, no soy rica pero tengo las joyas de mi abuela y una pequeña herencia que ella me dejó, es poco relativamente pero... es mía.

Christine no opinó tal vez era lo mejor, olvidaba que las mujeres como ella no tenían libertad y si Gastón la quería tal vez reaccionara y pudiera hacerla desistir.

Aquella tarde paseaba tranquila de regreso en su caballo y Gabriel se le unió después de supervisar a unos jornaleros, ella llevaba algunos mechones sueltos que se escaparon del recogido que llevaba con el andar del caballo tenía las mejillas coloradas y Gastón Garbers los había visto llegar y como la ayudaba a bajar ella todavía  estaba débil y él la ayudaba a subir y bajar del caballo.

Verla en sus brazos con esa sonrisa serena y su mejillas coloradas, ese muchacho la había enamorado no tenía duda, nada debía reclamar, la vio cojear al dar unos pasos y se sintió un desgraciado no lo sabía pero tampoco tenía valor para dejarla ir, se dió vuelta y se soltó a llorar por el camino, ella era todo lo que quería, lo que amaba, no quería ni anhelaba más.

Unos días después en su casa recibió una solicitud de divorcio entonces arrasó con todo a su paso bebió como un loco y se negó a dar respuesta.

Christine se fue con Ivett en su viaje, no sin antes dejar una nota para Lady Cinthia avisando de la solicitud de divorcio.

Cuando Gastón se enteró de su partida, se sumió en una profunda tristeza, no había marcha atrás, esperaba noticias pero nadie le dió el paradero de Ivett y se maldijo por no poner atención cuando llegaba una carta de Madie.

Se fue por un mes y a esas alturas encontró su paz, jugaba con Natán se pasaban por el pueblo, disfrutaba del embarazo de Madie, y la tranquilidad de los buenos recuerdos. Recordó como era su vida al lado de Gastón, cada momento de dulce intimidad y felicidad en los más mínimos detalles, el desatino de no contarle lo referente a su padre y no tener la confianza de contar lo del amigo de su padre.

***
Gastón

Dejé correr el tiempo esperando no sé qué, pero esperando, tal vez que la providencia llegara a solucionarlo todo, que demonios había hecho, cerré mis ojos y no pude evitar el impacto del recuerdo de Ivet cayendo por las escaleras, llorando cuando perdió a nuestro pequeño, apenas ahora reconocía la agonía de alguien más que no fuera la mía, ¿podría ser alguien más estúpido que yo? Lo dudo. Ahora sentía el peso del dolor de mi bruja dormilona, ahora que, era demasiado tarde. Poder sentir en mi cabeza aquello que es ponerse en los zapatos del otro, era una reverenda mierda, si antes había experimentado el dolor esto era otro nivel, algo nuevo, algo terrible y devastador, como mi corazón se hubiese vuelto a pegar en cada uno de los pedazos rotos y cosido con hilo de acero y sentir como se desgarra entre los hilos encarnados como jalados a fuerza y a lenta certidumbre de lograr el objetivo sin que pase desapercibido cada instante de dolor. Quería abrir los ojos pero no tenía valor por el temor a que el dolor pudiera ser aún más y más fuerte.

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora