42 Perdidas parte 3

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El brillo de la mañana me trajo a la realidad más dura, había fallado como hombre, como caballero, como ser humano.

Nunca imaginé convertirme en esto, no anhele nada en la vida ni matrimonio, ni hijos, ni siquiera felicidad, miento, si anhele un matrimonio y tal vez cariño pero nunca algo como que encontré en  Ivett, pero me fallo, perdí a mi bebé.

*****

El dolor de perder a su hijo cuando creía alcanzar la felicidad máxima lo dejo muy mal emocionalmente, sus años en guerra una de las cosas más difíciles de soportar era ver cómo niños de cualquier edad incluso bebés eran víctimas de la ambición, era algo que simplemente no podía soportar.

Sí su tío Eliot no hubiera llegado a él con ese rollo de ayudar a Ivett habría pasado muchos años entre mujeres cantinas y ensimismamientos procesando aquellos, probablemente se casaría con alguna viuda o una mujer madura alguna solterona, o tal vez como conde compraría a una esposa, en realidad no sé imagino nunca obtener una esposa simple, sin cariño, tan tímida nunca se imagino amarla como lo hacía y menos odiarla como ahora sentía.

Christine salió al comprobar que Ivett estaba viva, la dejo cerca de la puerta y corrió a buscar a Gabriel Smith para que la ayudará quizás era una imprudencia puesto que supo de los celos de Gastón por el chico pero quizás aquello lo hiciera reaccionar si es que quedaba algo que salvar entre ellos, siempre supo que era un idiota pero no de esas magnitudes.

El muchacho acudió a su llamado mientras que el señor que cuidaba los los establos arreglaba el carruaje y un caballo mando a otro de los hombres a avisar a Leiber sobre la condición en la que viajaba Ivett y le recibiera en su casa, más cuando Ivett escucho sus instrucciones dijo que ella quería ir a la casa que era de su padre.
Para cuando salió el sol estaba acostada con la pierna entablillada y Christine discutía con Leiber sobre la imprudencia de hacerla viajar en aquel estado, temía que su pie quedará con alguna cojera.
— Déjame hablar, el doctor del pueblo estaba en un pueblo más lejano que traerla aquí para que la atendieras.
— No se por qué no te creo te gusta llamar mi atencion.
— Eres un estúpido egocentrista por eso me gustó más Gastón.
— Idiota mujerzuela.
— Mujerzuela quizás pero idiota nunca.
— Así que es mejor mi primo,-dijo con ironía- ese mismo imbécil que ha dejado a Ivett en este estado.
— Está mal, pero tú no vienes de pasar tus días en guerra, él paso años allá.
— Justificalo. - hizo un gesto de suficiencia
—No es el.mismo Gastón que se fue, lo conozco bien.
— Nada lo justifica.
— Leiber mató a su suegro como si fuera un perro, perdió a su bebé, viene con traumas de guerra, creo que ve a Ivett como su enemiga pero sé que la ama.
— Y eso... ¿Te hace feliz?¿No te importa?
— Por su supuesto que no. Tú y él solo era un juego para mí, pero ya madura olvídalo y superalo, el propio Gastón ya lo ha superado.
— Yo no soy él, pero te tengo una noticia Christine yo también ya te he superado.
Ella sonrió sardonicamente y dijo:
— Permíteme dudarlo.

— ¿Tú tuviste algo que ver con él?

Christine levantó la mirada al cielo era demasiado que explicar.

— Por favor Ivett ese hombre te ama y te preocupas por mi.
Ella rompió en llanto.
— ¿crees que me ama después de haber hecho esto?
— Lo hace -dijeron al mismo tiempo.

Leiber no podia dejar de decirlo, su primo era un idiota pero si algo siempre había tenido es que no sabía perdonar, ni reconocer sus errores y más aún siempre lo cegaba la ira, tanto como los remordimientos, sí aunque no le gustará reconocerlo su vida en la guerra y su forma de ser no eran una buena combinación, pero nunca había golpeado a una mujer era terrible que ahora lo hiciera con su esposa, aunque en realidad tal vez ya lo hacía en la guerra, nadie podía saber que cosas había hecho en la guerra.

Sacudió la cabeza y se dijo a sí mismo que no podía  pensar tan mal de él, Gastón debía sufrir demasiado al grado de enloquecer de aquel modo.

Amaba a Ivett nunca lo había visto tan enamorado y si la odiaba tanto como la amaba tenía un gran problema pero no sé dejaría ayudar por él estaba medio mal de la cabeza y se dijo que solo quedaba ayudarla a ella.

***
Una semana completa había pasado cuando llegó el doctor había ordenado que la bajarán a tomar aire fresco, ella parecía ausente, distante hasta que por fin dejo escuchar su voz.

— Mi padre hizo muchi daño Leiber, demasiado a muchos, durante mucho tiempo, yo no estoy enojada con Gastón por matar a mi padre estoy muy agradecida, no sé hasta donde alcanzó su maldad pero es mejor que ya no pueda seguir causando daño.

Las lágrimas asomaban por aquellos ojos tristes y continuó entre sollozos.

— Solo que ojalá hubiera muero antes de esto, de destruirnos y sobre todo destruirlo a él.
— Unos días de dolor no lo destruiran está confundido, tiene dificultad para lidiar con el dolor, su última brillante idea fue irse a la guerra cuando su madre murió creo que quería morir pero ya vez él tiene mucho por vivir y en cuanto pase este trago serán felices.

Tocó la punta de su nariz con su dedo índice.

— No se si podré perdonarlo Leiber, y si me pide la anulación de matrimonio no se la negare.
— Y entonces te casaras conmigo y me harás feliz.

El gesto de desconfianza y horror de Ivett fue todo un más que genial. Las sonoras carcajadas de Leiber llenaron la estancia.

— Lo amas, es bueno saber que estás molesta pensé que eras de esas mujeres masoquistas que les gusta - señaló con el dedo- o creen merecer estos escarmientos.
— No, ninguna mujer lo merece, y si estoy dolida, lo quiero pero probablemente no olvide nunca lo que ha hecho. Yo también estoy sufriendo.

— Esto solo será una pesadilla de la que ambos despertaran Ivett.
—No lo sé, -hizo su cara de lado tratando de disimular la carga de sentimientos, dolor, resentimiento, culpa, desesperanza y orgullo herido.

El acaricio su cabello con ternura, Ivett era toda ternura y ahora la veía como una hermana.

Christine entro con una carta.

—Es de !Madie!
— Leela.

Cuando término todos suspirar con ella venía de camino para apoyar a Ivett.

¿Qué sucederá después de esta separación, será una ruptura definitiva?

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora