Natán pasaba lo días en una rutina que lo hacia muy feliz, pasaba las mañanas con su nuevo padre en el negocio, era un buen lugar perfectamente iluminado, con gente entrando y saliendo, jugando y aprendiendo, un rato con él y otro rato con Madie, salían de paseos, plantaban y para él sembrar la tierra era un hermoso trabajo, se levantaba a las 5:30 al igual que Moth y regresaba con él para tomar un buen desayuno un rico baño y después al negocio claro si lo necesitaba acondicionaban un lugar para dormir, era un vida tranquila, y feliz para un niño, pronto encontró sentido a su nueva vida, a veces preguntaba por Ivett, incluso por su padre biológico así que pronto se encontró escribiendo cartas con ayuda de su nuevo padre. Moth ahorraba para comprar un caballo joven para el chico al cual le ofendia terriblemente tener que ir con él sobre el mismo caballo.
Todo era maravilloso se celebraban algunas cosas o eventos con los hombres y ellos siempre ofrecían alcohol, a lo cual y él se negaba o solo tomaba una copa. Esto lo molestaba sobre manera pues al llegar a su casa sus sentidos se encontraban más relajados y se excitaba con facilidad al encontrar a su esposa en su habitación dormida. Entonces ya no era suficiente abrazarla mientras dormían, no era suficiente tomar su cabello para olerlo, ni mucho menos mirar la silueta de la mujer al levantarse para recibirlo, era su costumbre preguntarle si tenía hambre, era una tentación decirle sí, aunque no tuviera; solo para mirar sus pechos dibujados por debajo de la ropa. Su días a su lado eran los momentos más tortuosos; no sus días sino sus noches, en el día ella sonreía cuando veía a Natán entrar de su lado dejar su sombrero en el perchero y sentarse hacer los mismo gestos cuando ponía su mano sobre la cintura, nadie dudaba de que el niño en realidad fuera suyo. Tomaba su mano y la besaba. Madie llevaba comida al medio día para él y se llevaba a Natán consigo, la vida era más preciosa, solo quedaba un detalle, un pequeño detalle, conseguir su amor, tenía su cariño pero un hombre necesita amor, y él hacia mucho que no tenía amor, sino fuera por Natán sus ojos perderían el brillo y se sumergiría lentamente en la desolación.
Cierto día una mujer embarazada cruzo el umbral, con una preciosa sonrisa mientras se quitaba un precioso sombrero parecido a los que Ivett usaba. Pensó por un momento que era su Vevet, y entonces notó que llevaba a otros dos chicos de la mano y su esposo entró a lo último. No pudo evitar preguntar en la cena al respecto de lo que en su mente se daba vueltas después de esa visita a la tienda.
-Madrre.., -busco en su mente cuales serían las palabras adecuadas y entonces la tranquilidad en la que vivían se quebró de manera imperceptible.
- Dime Natán - servía un poco más de pollo en estofado en el plato de su esposo que parecía algo agotado y distante pero cambio justo en el momento que Natán comenzó a expresar su sentir.
- ¿Estas embarazada?
Madie volteó a verlo y algo incomoda contesto —No.
—¿Cuando estarás embarazada?
Aun más incomoda contesto:
-No lo sé.
-Bien... -Madie pensó que hasta ahí llegaría la plática- podemos preguntarle a un doctorr.
En ese momento volteó a ver Moth que estaba muy, muy, muy, atento a cada pregunta y más aún a cada respuesta.
- Yo le preguntare Natán.
-Madrre extraño a Vevet, pero esta tar-rde una madrre de otros niños entrro eran trres-dos (dijo al tratar de definir la situación de contar al bebé de la panza), caminaban y otro lo llevaba dentro de su panza, eso me dijo, uno tenía mi edad otro apenas y caminaba; madrre yo quiero tenerr herrmanos, el nino tiene una hermana muy bonita con el cabello tan lindo como Vevet, yo quiero tener hermanos, si es nino jugaré con él y si es nina yo cuidare de ella.
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Sin derecho a elegir
Historical FictionIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...