capitulo 56 De frente

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Sintió como el extraño se acercaba y se ponía a su altura pero antes de que pudiera hacer algún movimiento, el hombre le tomó el rostro con cuidado y lo invitaba a mirarle al tiempo que escuchó su voz, una que conocía perfectamente, sin hablar francés.

— ¿Puedes por la razón misma de tu naturaleza noble, perdonar a este tirano?

***

(Ivett)
Mis ojos que ya no lloraban, se colmaron en lágrimas no podía ser que fuera él, apreté con fuerza pero su imagen no se disolvió estaba ahí pidiéndome perdón, era él.

— Gastón -dije como tratando de convencerme a mi misma de que era él, la boca y mi garganta estaban secas, era verdad estaba ahí.

Toqué su mano aquella con la que sostenía mi barbilla. Indudablemente estaba temblando, era mi sueño materializado, mi vida, mi amor, quería besarlo, decirle que lo amaba que no importaba nada, que no había nada que perdonar pero... Él estaba ahí y tan solo de pensar en que pudo haberme visto tan solo momentos antes con Reginal sentí que perdí el color, mi cuerpo se enfrió sintiendo un miedo de muerte.

— Ivett, ¿estás bien?
— sí -solté casi inaudible.
— Respóndeme por favor, ¿puedes perdonarme?
— Gastón -repetí.

Quería gritar, quería correr, quería esconderme. Yo lo amaba y lo perdonaba, lo perdone hace mucho pero él... Él no me perdonaría jamás mi falta, no me perdonaría que me hubiera dejado tocar por otro hombre.

Sentí como el aire abandonaba mis pulmones...

****

(Gastón)
— Ivett, Ivett, ¡Por el amor de Dios Ivett reacciona! Te lo suplico.

Se desmayó antes de que pudiera contestarme, la ví perder el color, me miraba y me tocaba pero el miedo la invadió lo pude ver en sus ojos y después perdió el conocimiento, trate de reanimarla, le tomé el pulso lo sentía débil, me asusté, no esperaba aquello traté nuevamente y nada le di respiración pero no conseguí nada, estaba aterrado.

La tomé en brazos y caminé a paso veloz con ella en mis brazos pero al llegar al establo de la casa pude ver alboroto ¿Que sucedía?

— ¡Ayuda! -grite sin dudar un anciano me miró y por un momento pensé que también perdería el conocimiento puesto que se veía pálido.

— ¿Qué le ha pasado con Lady Ivett?
— Se ha desmayado, vaya por un doctor.
— El doctor ya viene en camino llevela a la casa, la niña le diré dónde está su habitación.

Hice como dijo el anciano, al entrar a la casa noté mayor alboroto la niña Adele tenía en la mano trapos y un olla con agua caliente, entonces escuché el lamento, Madie estaba en labor de parto.

¡Dios de los cielos y la tierra que no fuera yo, mi buen Dios el causante!
Sentí que las piernas me flaquearon, no había sentido cansancio o debilidad alguna mientras llevaba en mis brazos a Ivett pero aquello me sobrepasó logré llevar a Ivett hasta su alcoba pero sentí que yo también perdería el conocimiento, hasta que la niña entró con alcohol y más trapos...
— La señora Madie dice que...

— Le has dicho que Ivett se ha desmayado.

La mire con furia y me envare en toda su estatura la niña se sintió pequeña como una hormiga y estuvo a punto de llorar.

— Yo le he dicho que necesitamos al doctor, ella dice que por favor no descuide a Lady Ivett.

La tomó de los brazos y la alzó...

— ¿Cómo te atreves a decirle a Madie del estado de Ivett? no ves que puede hacerle daño a su bebé.

La jóven Adele palideció, de muerte.

Sin derecho a elegirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora