Capitulo 60
— ¿Espero que me expliques lo que pasó aunque dudo que me digas la verdad?
Una sonrisa muy propia del seductor que tenía enfrente fue lo primero que recibió por respuesta. Lo cual le crispó los nervios. Esa actitud amplio más la dolorida sonrisa de Reginal Travis que hacia bien la función de disimular su cabreo. Estaba molesto con Gastón y a la vez lo compadecía, muchas veces escuchó decir a los nada discretos hombres de Moth que la señora Madie sufría por la joven muchacha, problemas del matrimonio por la pérdida del bebe y la furia incontenible de ex-militar, según los relatos Lady Ivett fue despreciada por su esposo al no poder concebir más hijos tras dicha perdida. En algún momento los compadeció a ambos, el era un hombre perceptivo cuando Moth hacia ciertos comentarios no necesitaban la información completa, aquellos soltados al aire como desahogo como: "algunos hombres son demasiado estúpidos", o en las advertencias... Su esposo la ama pero es un imbécil. Aquella frase que vino a su mente le hizo sonreír recordó que momentos antes el había hecho un comentario sobre el aspecto dulce la chica recordaba también que dijo y ve cuán grande es su estupidez que ella está aquí y él quien sabe en donde.
Reginal recordó su primer pensamiento "lo importante es que yo estoy aquí". Sintió vergüenza de sí mismo, de ser un truhán, de haber asediado a Ivett pero no se arrepentía de haber provocado sus labios o sentir su piel, más si de la situación que la chica enfrentaba debido aquello. Mientras los hombres caminaban sumidos en diversos pensamientos, Reginal adivinó que probablemente Gastón se había ido al extremo del asunto al cual él hubiera querido llegar, no era difícil de suponer que Ivett dijera cosas y su imaginación volara, compadecía al hombre pues de ser él no querría estar en sus zapatos. Sonrió con burla.
— No me contestas y sigues sonriendo, debió ser muy divertido que te rompieran la boca.
— No tanto como habérsela roto a él.
— Me dirás que sucedió - le increpó.
Sonrió nuevamente — Déjalo ya Moth, no soy tu hijo, no me harás soltar ni una palabra. Hemos dejado el suceso haya en el jardín, ahora deseo ver al nuevo integrante de la familia.
— ¿Como sabes que ya nació?
— El amable señor Garbers me ha informado en la posada.
Moth estaba realmente intrigado y maldecía el particular ingenio de Reginal. Se escucho gruñir, así como escucho la risa del infame Reginal Travis.
— Debería completar lo que empezó Garbers.
— Te reto a intentarlo -dijo con una amplia sonrisa ladina. Tenía el labio roto, el pómulo hinchado, la camisa arruina, los pantalones llenos de tierra y aun así no perdía la sonrisa, ni le quitaba ese aire fiero, imponente y seductor que el maldito hombre poseía. Se mostraba vigoroso más que nunca.
— No puedes entrar a ver a Novella y Madie en ese estado.
Sonrió nuevamente — ¿Apuestas?
****
Moth
Esa cara quería romperle la esa cara ladina que me decía que incluso estando Madie recién aliviada le representaría un gran placer verlo en aquel estado por ese maldito efecto que solía tener con todas las mujeres, era una afrenta directa y me daban ganas de matarlo como seguramente más de la mitad de los hombres del pueblo y alrededores de todas las edades. Eso me llevo a pensar qué demonios pasó en el bendito jardín si Gastón había llegado con la cola entre las patas como el día anterior, ¡Reginal maldito! seguro encaja en aquella ecuación como la gran incógnita que evidenciaba mi estupidez. Me detuve de golpe.
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Sin derecho a elegir
Ficción históricaIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...