Bien su esposa tenía algo de carácter ahora debía averiguar, la situación del niño que llevaba demasiado tiempo a su lado, a fin de cuentas su esposa no cruzaba palabra con él y ya estaban casados.
- Lady Ladina ¡oh disculpe Lady Warbell! si me permite debo bailar con mi esposa antes de salir a nuestra casa en la campiña de Hoobulford.
- Claro. Ivett, que este granuja no te enseñe a decirme en público Lady Ladina o pronto la gente olvidara llamarme por mi nombre.
Se alejó la alegre mujer y las manos de Ivett estaban sudando, las cuales seco tallando disimuladamente en el vestido antes de tomar la mano de su esposo ahora que ya no llevaba puesto sus guantes. Estaba tan rígida como una tabla y él parecía que estaba envuelto en armadura de acero. Al terminar de bailar el nerviosismo aumento, podía percibir la mezcla de hoja de cistus, piña y madera que desprendía su esposo pero no ayudaba a sus nervios a punto del colapso.
Natán empezo a caminar tras ellos y ella le hizo una seña para detenerse.
- ¿Quién viene con él ? -la profunda y autoritaria voz de su esposo, la dejo helada pero debía contestar...contuvo un momento el aire y pudo escuchar los latidos de su corazón.
- Es el hijo de mi doncella y como el llevaba el cojín de los anillos yo me ofrecí a llevarlo.
- Tenía entendido que era tu hermano.
- Así es señor.
Su manos nuevamente sudaron, que debía hacer que haría si le negaba el trabajo a Madie.
- ¿Regresarán a casa de tu padre?
- Si Señor. -su voz se apago, se le hizo un nudo en la garganta, los regresaría a casa.
- Pueden quedarse por esta semana en lo que te instalas, debemos irnos ya, el carruaje nos estará esperando.
Lady Ivett, la ahora sra. Garbers tomo a Natán de la mano y llegaron al carruaje con el vestido algo enlodado subió al carruaje. El tiempo se le hizo eterno con el niño entre sus brazos. Se mantenía alerta pero estaba agradecida con su esposo que le permitiera llevarlo.
- Sabes... esto no es adecuado.
- ¿Mi señor? -no entendía que no era lo adecuado.
- Este niño aquí, -movió su mano definiendo el interior del carruaje- es una carruaje nupcial. Tú deberías estar de este lado conmigo. -su esposa dejo al niño y se sentó a su lado.
No era tan tonta después de todo.
-Debiste de informarme de este inconveniente en la fiesta de los Banhaus.
- No volverá a suceder señor.
- No.
Ivett estaba torciendo los dedos de ambas manos de manera disimulada por los nervios, él no se atrevería a algo con el niño presente ahí¿verdad? Claro no era muy buena carabina si podía oír sus leves ronquidos en señal de estar profundamente dormido arrullado por el movimiento del carruaje. Gastón la observaba de cerca tratando de descifrar las notas de su perfume confundido con el aroma a tierra mojada que se desprendía por el efecto de la lluvia, se le veían una tenues ojeras cuando la luz de la luna iluminaba.
Puso su enorme mano sobre la suyas detenido la tortura infringida a sus falanges.- Deja de hacer eso. Me molesta.
- Lo siento señor ya no lo haré. Su voz era tan chillona, muy diferente de como cuando le habló a su padre.
- Bésame. -(ja, ja, ja). Quería carcajearse de ella casi se ahogaba con su propia saliva de la impresión.
- Sr. Aquí está el niño...-que más podía decir. Debía obedecer no sabía cómo negarse y tampoco debía recurrir al niño si pretendía apelar para que se quedará con ellos en la residencia de la campiña.
Con un gesto de natural obviedad mencionó:
- Está dormido.
- Yo... - estaba sonrojada hasta la punta de los pies.Levanto el rostro y estiró el cuello para poner sus labios lo más cerca de la mejilla de su reciente marido.
Otra vez, otra vez moría por carcajearme ahora sería yo el atragantado, estaba seguro que con los nervios no lo notó y siguió torturando a la causante de que perdiera su libertad.
- Debo ser más específico supongo, bésame en los labios. -moria por reírse de ella. Una risita de lado y un poco de fanfarroneria no estaba mal así que espero por su reacción. Su respiración estaba agitada, ¿estaría exitada? Si seguro lo estaba, no podía considerarse indeseable.
- No se besar.
- Acabas de besar mi mejilla, lo que quiere decir que si sabes.
-¡Oh!Fue todo lo que dijo el carruaje se detuvo salvandola oportunamente y pronto se encontró con la ayuda de los lacayos Gaston llevaba a Natán en brazos y pronto estuvieron a buen resguardo.
-Sra. Garbers, Bienvenida. Se escucho al viejo mayordomo seguido por los demás sirvientes que consistían en 4 lacayos y tres mujeres.
-Sra. Gargers sus doncellas le esperan.
Un gemido ahogado salio del ama de llaves cuando vio al chico que Gaston llevaba en sus brazos.
-Es el hijo de la doncella de mi esposa, ¿donde dormirá? para llevarlo a ese cuarto.
Ivett subió a su habitación y Gaston llevo a Natán a su habitación.
Tan pronto entro en su nueva habitación se lanzó a los brazos de Madie ignorando la presencia de Christine, un pequeño sollozo y su confesión desbordada.
- Me ha pedido que le besara en los labios, yo no se que voy a hacer Madie, no se como voy a hacer para obedecerle -levanto su rostro afligido Madie tampoco era un experta.
- Tranquilice Señora Garbers debemos prepararla, su vestido está totalmente sucio y su esposo no debe encontrarla así cuando venga.La joven mujer parecía muy centrada y comprometida con agradar a su señor, sin perder su aire dulce y amable.
- Christine tiene razón Ivett es mejor apurarnos, no debes hacerlo esperar o peor encontrarte así te sentirás más cómoda cuando estés lista. Al escuchar el carruaje llegar, prepararon su bañera por eso no estuvieron presentes para recibirla, Madie presento a Christine. Ivett bañada entre fragancias de madreselva y jazmines realmente lograron relajarle, hasta que vió el ajuar de su noche de bodas, muy entallado de seda blanca tirantes cruzados con encaje para adornar la zona de los pechos.- Esto no...no es lo que pedí yo.
- Lady Cinthia, tía de su esposo se encargó de agregarlo a su ajuar y cambiar algunos otros que según ella no le favorecieron.
- Esa mujer ¡¿es que todas las mujeres de su edad son tan ladinas?!
-¡ Ivett! -Madie fuerte la reprendió -una señorita no se debe expresar así.
- Y una ya casada ¿sí? -dijo muy lista.
- Si quieres le preguntamos a tu marido.
-¡ No! -dijeron al unísono Ivett y Christine, haciéndole reír. Madie podía ser muy sería en cuanto al comportamiento de Ivett y como no si era prácticamente su madre.
-Vámonos Christine, el Sr. Garbers ya no debe demorar en venir.Ivett la tomó de la mano.
- No me dejes Madie.
-No puedo quedarme Ivett.
Un nudo en la garganta, eso sentía Madie.
Salió dejándola sola con sus nervios.
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Sin derecho a elegir
Historische RomaneIvett es hija del Vizconde Zacaria Nefilt un verdadero tirano, simplemente debe presentarse y decir si acepto, su única opción "aceptar", pero el solo hecho de querer entender la razón por la que su padre decide casarla, la hace acreedora de una te...