Capítulo 7.

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—¡Christian! —gritó ella, abriendo bruscamente la puerta y corriendo al dormitorio—. ¡Christian! ¡¡Christian!!

—¿Anastasia? —oyó desde el baño.

Ella abrió la puerta rápidamente y encontró a Christian de pie frente al lavabo, cepillándose los dientes.

Se lanzó hacia él, apretándolo de la cintura desde atrás, hundiendo su cara en su espalda.

—¡Pensé que te habían arrestado! —gritó.

Se aferró a él desesperadamente, llorando en su espalda mientras que él la observaba, la pasta dental goteaba de su boca.

Pensó que escupir en el lavabo
convertiría toda la escena en cómica, pero no tuvo otra opción.

Escupió.

Ella lloró incluso más.

Se lavó e hizo gárgaras.

Ella se sacudía
incontrolablemente.

—Está bien —dijo él, suavemente sacándole los brazos de su cintura. Se dio la vuelta y la abrazó—. Está bien

—¡La Sra. Jackson me dijo que ibas a ir a la cárcel!

—No iré.

—¡Pero eso es lo que dijo!

—Anastasia, está bien. No voy a ir a la cárcel. Hablé con mi abogado hoy. Está bien.

—¿Qué?

—Todo está bien. No pueden presentar ningún cargo contra mí. Perder mi trabajo es el alcance total.

—¡Oh, Dios! —gimió Anastasia—. ¡Oh, Dios! —Se aferró a él con pasión—.
¡Los mataré! ¡Mataré a todo el que te aparte de mí!

Christian atrapó su cara en sus manos y la miró, con la preocupación golpeándole el corazón por primera vez desde que entró por la puerta.

No era cómico después de todo.

Los ojos de ella están salvajes y mostraban miedo (como esos animales perseguidos) e intentó pensar en cómo quitarle eso.

El miedo.

Ella había estado viviendo con miedo desde que su padre la golpeó.

—¡Los mataré! —le gritó ella.

—Shh, está todo bien —dijo él tranquilizadoramente.

—¡No me importa lo que me pase! ¡No te llevarán! ¡No lo harán!

—Nadie me llevará, Anastasia. Está bien —dijo.

El pánico impregnaba sus extremidades y giraban su cara.

Él nunca la vio tan asustada.

Ni siquiera cuando le golpeó la puerta hace unos días, con el ojo morado.

Sin casa.

Sin amparo.

—¡Ya no puedo soportarlo! —gritó.

Él sabía lo que quería decir.

Sus padres: no. Avery: no. Seguridad: no. Éste era el colapso que él había estado anticipando.

La tomó de la mano y la llevó a la cocina.

—Estoy aquí. ¿Anastasia? Mírame —ordenó Christian.

Ella giró su cara hacia él.

Notó que su mente estaba muy lejos.

—Estoy. Aquí. Este es nuestro departamento. No me iré a ningún lado. Nunca te abandonaré.

Grey El Profesor 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora