Capítulo 32.Caramelito celoso...

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—¿Qué demonios es un caramelito celoso? —preguntó Avery, riéndose—.Anastasia, eres un bicho raro.

Anastasia soltó una risita.

—No puedo imaginar que tratarías de solucionar las cosas con ella después de lo que te hizo —dijo Avery, abriendo la puerta para su amiga.

Agarraron sándwiches y encontraron una mesa vacía cerca de una ventana para mirar al anfiteatro al aire libre.

Anastasia metió la pajita en su Coca-Cola.

—Tengo que perdonarla en algún momento.

—¿Qué?

—Sencillamente no puedo cargar con todo este odio durante el resto de mi vida—explicó Anastasia—. Y, de todas maneras, perdonarla no sería realmente por ella. Sería por mí.

Avery mordió su sándwich.

—Creo que tiene que correr y ponerse delante de un camión —dijo con la boca llena.

—Avery, vamos.

—Bueno, algo malo tiene que pasarle. A mí me parece justo —replicó Avery.

Anastasia se sentó y luego mordió su propio sándwich.

Quería cambiar la conversación.

—¿Has oído algo de Gavin? —preguntó.

—¿Por qué tendría? —replicó Avery.

—No lo sé. Salieron todo el año pasado. ¿Ni siquiera intentó ponerse en contacto contigo?

Avery negó con la cabeza.

—¿Por qué?

—Porque es demasiado complicado.

—Es un imbécil —dijo Anastasia.

—Usualmente lo son. —Avery se limpió la boca y miró concienzudamente a Anastasia—. Sientes pena por mí, ¿no?

—¿Qué?

Los labios de Avery se curvaron para formar una sonrisa.

—Sientes pena por mí porque no tengo novio. —Estalló en carcajadas—. Dios, eres una de esas chicas.

—¡Cállate! ¡No soy una de esas chicas! Y no podría importarme menos que
tengas un novio —espetó Anastasia.

—No sé cómo seguiré adelante, Anastasia —dijo Avery dramáticamente—. Si no tengo novio, sencillamente no hay razón para todo esto.

Anastasia puso los ojos en blanco.

—Quiero decir, ¿por qué me levanto por las mañanas? ¿Por qué me ducho? Mi vida es tan… —Se detuvo para darle efecto, luego susurró—… patética.

Anastasia miró fijamente a su amiga.

—¿Has terminado?

—En serio, lo único que echo de menos es el sexo —dijo Avery—. Creo que el sexo me ayuda a funcionar mejor.

Anastasia se sonrojó y luego dejó colgar su cabeza.

—Y supongo que el sexo también te ayuda a funcionar mejor —observó Avery.

Anastasia se encogió de hombros.

—¿Cuántas veces a la semana lo hacen?

—No es de tu incumbencia.

—Oh, venga. Somos mejores amigas. Es el código. Tienes que contármelo.

—Pero eso solo te hace sentir incluso más patética —bromeó Anastasia.

Avery se rio por lo bajo.

Grey El Profesor 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora