Capítulo 74.

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—Oye, esto suena familiar —dijo Anastasia, rodeando la esquina de la cocina.

Christian se cernió sobre el tocadiscos.

—Debería esperar eso —contestó él, observando el vinilo dar vueltas—. Una de las mejores canciones de amor de todos los tiempos.

—Conozco esa canción —dijo Anastasia. Ella pensó por un momento—. ¡Esa es una canción de Killers!

—Oh. Dios. Mío.

—¿Qué? —gritó ella—. ¡Lo es!

—No, cariño. No, no lo es. Ellos hicieron un cover. Pero esa canción es de Dire Straits —explicó Christian—. Da el crédito como es debido, ¿de acuerdo?

—Nunca he oído hablar de ellos —contestó  Anastasia, encogiéndose de
hombros.

Christian se giró y tomó a Anastasia en sus brazos.

Él suspiró pacientemente.

—Gracias a Dios estás saliendo conmigo.

Ella estalló en carcajadas.

—¿Quieres bailar lentamente?

Ella sonrió.

—Sabes que no puedo bailar.

—No sé nada de eso —dijo Christian—. Tu danza interpretativa de Tori Amos fue bastante buena.

Anastasia soltó una risita.

—Eso fue simplemente tonto. Hablo del baile real. Lo haría mejor de pie en tus pies y tú nos mueves alrededor.

Christian la miró pensativamente.

—Sabes, si me hubieras dicho eso hace un año, podría haber estado de
acuerdo. Pero ya no eres una niña.

Anastasia sacudió la cabeza.

—No, no lo soy.

—Pero eres mi niña —dijo Christian, acercándola a él—. Y eres pequeña.

Ella lo miró y sonrió.

—Pon esos pequeños brazos a mí alrededor —dijo él.

Ella obedeció, envolviendo los brazos alrededor de su cuello.

—Solo sigue mi ejemplo —susurró él, moviéndole de lado a lado.

Danzaron al ritmo de la historia de Romeo y Julieta, y Anastasia pensó que no podía ser más adecuado.

Amor prohibido.

El mundo contra ellos.

Bueno, tal vez no todo el mundo.

Solo la cantidad correcta de melodrama.

Christian besó su cuello y tarareó la melodía en la oreja de ella.

Ella siguió pisando sus pies hasta que él finalmente la levantó puso sus
piernas y las dejaba colgando mientras continuaban por la sala.

—Mira —dijo ella suavemente—. Debiste haberme dejado pararme en tus pies.

Él rio y la apretó un poco más.

—Te amo, Anastasia.

Ella presionó su boca en la de él y habló contra sus labios.

—También te amo —respondió—. Ahora, bájame.

Él la miró confundido pero hizo lo que le pidió, poniéndola en sus pies y mirando mientras ella marchaba hacia el reproductor.

Detuvo el reproductor y sacó el
vinilo.

—Pero si no se había terminado —objetó Christian.

Grey El Profesor 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora