Capítulo 75.Montículos que no cicatrizan

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Anastasia lo miró cautelosamente mientras se sentaba en el comedor.

Él yacía en el sillón viendo el campeonato de baloncesto de la NCAA que había grabado, y ella se preguntó si ahora sería un buen momento para preguntar.

Estaba nerviosa como el infierno, ninguna experiencia, ninguna idea de qué esperar, pero pensaba que debía superarlo y hacerlo.

¿Y él no lo merecía?

Después de todo, le había torturado emocionalmente por dos meses.

Seguro, azotó el infierno fuera de ella por eso, pero no se sentía como que eso la absolvía de sus crímenes.

Quería demostrarle lo arrepentida que estaba, incluso si ella no lo hacía
bien.

Caminó a la sala de estar y se colocó directamente en frente de él.

—¿Qué pasa? —preguntó mirando a su cara.

—Quiero chupar tu pene —contestó ella.

Christian se congeló y no dijo nada.

Anastasia empezó a ponerse nerviosa.

—Así que... —miró alrededor de la habitación—. Um, quítate los pantalones.

Christian sonrió.

—Bien, vamos —demandó ella.

—Anastasia, no sé si ahora es el momento oportuno — dijo Christian—. Pareces... bien, pareces aterrorizada.

—No estoy aterrorizada —mintió.

La miró con curiosidad.

—¿Por qué ahora?

—Porque quiero. ¡Para de hacerme preguntas y bájate los pantalones!

—En serio, ¿Por qué ahora?

—¡Porque aún me siento culpable sobre todo! —lloró—. Y quiero intentar  recompensarte. Quiero decir, sé que seré terrible en ello. Solo, no esperes mucho, ¿bueno? Pero una chica tiene que aprender en algún momento. —Lo pensó por un
momento—. Hice algunas investigaciones en internet.

Él sonrió a eso.

Christian se sentó.

—No pienso que lo dejamos todo —dijo despacio Anastasia—. Y de todas
formas, tú me haces eso todo el tiempo. Debería corresponder. Quiero decir, quiero. Pero estás en lo cierto. Estoy aterrorizada porque no sé qué estoy haciendo.

Christian pensó por un momento.

—Para ser honestos, estoy feliz de que no lo hagas. Habría algo realmente
fuera de ti si fueses una experta dando mamadas. No encajaría, ¿sabes?

Ella asintió.

—No quiero que pienses que tienes que hacer cosas o un montón de cosas para compensar estos dos meses. No te dañé tanto, sino más. Pero hemos olvidado y perdonado el uno al otro. La pizarra ha sido borrada.

—Bien —dijo Anastasia—. Entonces quiero hacerlo porque quiero.

—¿Segura?

—Sí. —Sabía que no le creía.

Pero no había argumentos con ella.

Tenía en su mente darle una mamada, y ella no lo dejaría ir antes de que lo consiguiera.

—No te está haciendo entender, ¿no? —preguntó él suavemente.

Ella sacudió su cabeza.

Grey El Profesor 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora