Capítulo 66.Christian lloró

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—Lo siento mucho, Avery. Las cosas que te grité. Esa embarazosa escena en el centro estudiantil. Dios…

—Oye, todo está bien. Y de todos modos, les dimos un gran espectáculo. Esas personas les contaron a todos sus amigos, y eso es algo genial.

Anastasia sonrió.

—Eres mi mejor amiga, Any. No sé lo que haría si no fueras una parte de mi vida.

Era la primera vez que Avery llamaba a Anastasia «Any». La llamó Any-Any en algunas ocasiones para ser desagradable, pero nunca simplemente Any.

Ese era el nombre de Anastasia reservado solo para las relaciones más íntimas: como su amistad con Avery.

Le gustaba escuchar a Avery llamarla por su apodo.

—Pensé que habías renunciado a mí —dijo Anastasia.

—Nunca. Quiero decir, no podía estar cerca de ti esta semana porque estabas insoportable, pero nunca pensé por un segundo que te dejaría de lado del todo.

Anastasia frunció el ceño.

—Me reí más el año pasado. Cuando salíamos a escondidas y nos metíamos en problemas. Recuerdo que reí mucho más.

Avery consideró esto.

—Bueno, eso es porque no se había armado la gorda todavía. ¿Sabes? No
habías sido descubierta. Kate no te había delatado. Tu padre no te había agredido y luego repudiado.

—Mi vida es ridícula —murmuró Anastasia.

—No, Any. Tu vida es fantástica. ¿Por qué crees que he intentado con todas mis fuerzas copiarla?

Las chicas se miraron y se rieron.

—Eres linda.

—Lo intento. Realmente lo intento —respondió Avery—. Ahora, ¿cuándo vas a perdonar a Christian? Debido a que nuestro plan para que sea el club más fastidioso del planeta no funcionará si estás enojada con él.

—No lo sé.

—Bueno, voy a seguir enviándole mensajes de textos con noticias tuyas hasta que te decidas.

—Estoy bien con eso —dijo Anastasia.

—Sí, ya lo sé, porque en el fondo ya no quieres estar molesta con él —dijo
Avery—. ¡Solo perdónalo ya! Necesitas madurar de una puta vez.

—Lo estoy tratando —espetó Anastasia—. De verdad.

Avery podía verlo en cara de Anastasia: el deseo de hacer las cosas bien luchando contra el resentimiento profundamente arraigado.

Tendría que trabajar duro para sacarlo, pero Avery también sabía que  Anastasia tenía la fuerza para
hacerlo.

—Me escapé de casa —dijo Avery suavemente.

Anastasia le lanzó una mirada exasperada.

—¡No te atrevas a decirlo! —chilló Avery, y luego las chicas se echaron a reír.

—Dios, ¡¿por qué te esfuerzas tanto en ser yo?! —preguntó Anastasia entre risas.

—Sí, ¿verdad? —respondió Avery—. Hasta le pedí a papá que me diera un puñetazo en el ojo antes de irme. Me dije: «Si voy a hacer esto, voy a hacerlo bien». Sin embargo, no tenía un hermano que me ayudara a salir a hurtadillas de la casa.

Anastasia se partió de risa, y Avery se aprovechó de eso.

Había pasado demasiado tiempo sin risas ni bromas entre ellas, y las ansiaba.

—Te amo, Anastasia, y quiero ser exactamente como tú, hacer todas las cosas que haces e ir a todos los lugares que vas.

Grey El Profesor 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora