Capítulo 71.

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Se sentaron uno junto al otro en el sofá.

Él la miro por el rabillo del ojo.

Tenía las piernas dobladas al estilo indio, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Estaba nerviosa, podía decirlo, así que decidió dar el primer paso.

—¿Tienes hambre? —preguntó.

Ella negó con la cabeza, mientras su estómago gruño por encima del ruido de la película.

—Oh, Dios mío —dijo ella, agarrando su cintura. Miro a Christian a con los ojos bien abiertos—. Al parecer sí.

—Bueno, tengo esa cosa de cuscús con camarón. No estoy seguro de si es algo que te gustaría, pero eres más que bienvenida a probar —dijo.

Su sonrisa se perdió en ella, aunque vagamente recordaba haber oído esas palabras antes.

Ella intentó de señalarlo pero se quedó con las manos vacías.

—Está bien. —Asintió—. Pero sabes que me gusta el cuscús con camarón.

Él salió de la sala de estar para calentarle un plato.

Regresó con la comida, un tenedor y un vaso de Orange Crush.

—El Orange Crush es para mí —dijo entregándole el recipiente—. ¿Qué
quieres de beber?

—Oh, solo voy a compartir contigo —dijo ella con aire ausente.

Ella se lanzó a eso, todo menos lamer el interior del recipiente cuando el
último cuscús había desaparecido.

Pensó que estableció un nuevo record para devorar alimentos y se preguntó si no tendría empacho en unos pocos minutos.

Y luego la densa niebla que nublaba su cerebro de repente se levantó.

Se quedó mirando de frente a la estantería de libros.

Incluso más registros.

Ella buscaba las palabras, qué decirle después a él, luego de que ella pusiera toda la comida en su boca.

—Perdón por no compartir. —Se giró para verlo y él vio la luz en sus ojos,
recordando un evento pasado, muy importante, que solo ellos podían entender.

Él cogió el tazón de su mano y lo arrojó sobre la mesa de café.

Luego se acercó a ella y la empujó suavemente en su regazo.

Ella inclinó su cabeza al igual que
antes, saboreando el ajo en la lengua y no querer ofenderlo con su aliento.

Ella escondió su rostro detrás de la cortina de su cabello dorado que había caído hacia adelante.

—En primer lugar, quería que comieras toda la cosa. No esperaba que compartieras. En segundo lugar, eres mucho mejor en muchas cosas que yo, Anastasia, así que deja de preocuparte por la diferencia de edad.

Ella se rio, pero mantuvo la cabeza gacha.

—En tercer lugar, di mi nombre.

Ella se reposicionó en su regazo.

—Primero, es de mala educación no ofrecer incluso si no querías que
compartiera. En segundo lugar, tengo que preocuparme por la diferencia de edad porque es grande. ¡Tú eres diez años más viejo que yo! —hizo una pausa y lo miró a la cara—. En tercer lugar, Christian.

No tuvo que esperar para su permiso.

Planeaba preguntar, pero se dio cuenta que tomaría demasiado tiempo.

Aplastó sus labios con los de ella.

Ella trató de retroceder, pero el atrapó su cabeza con la mano, sosteniéndola allí en su regazo
mientras él la buscaba con su lengua, saboreando la dulzura del ajo.

No podía esperar a dirigirse hacia abajo, bajo a través de su cuerpo para descansar entre sus piernas.

Quería probar ahí, también.

—Te amo —dijo en su boca.

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo apretó con fuerza.

—También te amo —dijo ella sobre sus labios.

—Yo... quiero amarte otra vez —susurró.

Ella asintió y se puso de pie, llevándola al dormitorio, donde la quería toda la noche.

Las palabras vendrían eventualmente, pero en los próximos cruciales días, necesitaban la conexión física, la renovación física.

Ellos se curarían entre sí con
sus manos y bocas primero.

Hablar podía esperar....

***

Me he propuesto termina la historia hoy ... quien me va acompañar hoy hasta el final?

Grey El Profesor 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora