| -Jim Moriarty- |

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Esa mañana, Sherlock había recibido el ansiado mensaje que esperaba por parte de Lestrade y junto a la pelirroja y John, se había encaminado a Southbank.

-¡Crees que esto está relacionado con el terrorista? -preguntó Lestrade, mientras los observaba acercarse al cuerpo que habían encontrado.

-Debería, aunque es raro: no ha habido contacto. -respondió Sherlock, ya junto al cadáver.

-Demos por hecho que un pobre desgraciado está condenado a esperar por él.-dijo Lestrade.

-Si. -dijo Sherlock, asintiendo de forma leve.

-¿Alguna idea? -preguntó Lestrade, observando a Holmes.

-Siete. -respondió el Detective Asesor con celeridad -. Hasta ahora.

-¡Siete...! -exclamó el Inspector Lestrade algo atónito.

Mientras Holmes se dedicaba a estudiar y deducir el cadáver, Cora hacía lo mismo, pero de forma más alejada, sin acercarse demasiado al cuerpo. Cuando Sherlock se separó del fallecido, hizo una señal a Lestrade, para que dejara a Watson examinarlo a conciencia, puesto que era médico.

-Murió hace unas... 24 horas. -dijo John, tras analizar de forma simple el cuerpo del hombre que estaba tendido a orillas del Támesis -. Puede que un poco más...

Cora por su parte, acababa de coger su teléfono, y estaba indagando en las Actividades Regionales de la Interpol, concretamente de la República Checa, pues algo del cadáver había llamado su atención.

-¿Se ahogó? -preguntó John.

-Al parecer no, no tenía suficiente Támesis en los pulmones. -le respondió Lestrade, con un cierto tono de sarcasmo en la voz -. Asfixiado.

-Estoy de acuerdo. -concordó John mientras se levantaba, alejándose del muerto.

Sherlock también estaba buscando información en su teléfono móvil, y ocasionalmente dirigía una mirada hacia Cora, pues ella parecía estar concentrada en lo mismo que él. A los pocos segundos, la joven parecía haber encontrado la información que necesitaba, y levantó su rostro de la pantalla de su teléfono, encontrándose con la verde mirada de Holmes, quien también parecía haber llegado a su misma conclusión.

-Tiene muchos golpes alrededor de la nariz y la boca... -dijo John, observando un poco más detalladamente el cuerpo -. Y más, aquí, y aquí. -añadió, señalando algunos puntos clave del cadáver.

Sherlock entonces, comenzó a recapitular todos los datos que había recabado sobre el fallecido en su memoria.

-Yemas de los dedos. -susurró la pelirroja, ya al lado de Holmes -. También lo he notado.

-Lleva bastante tiempo en el río, el agua a destruido casi todos los datos. -dijo Sherlock, observando el semblante de la pelirroja de reojo, cuya atención estaba ahora en las aguas del Támesis -. Pero os diré una cosa: ese cuadro de Vermeer perdido es falso.

-¿Qué? -preguntó Lestrade, completamente confuso por la repentina salida de Holmes, pues no había manera de entender, cómo un cuadro extraviado tenia algo que ver con el fallecido.

-Hay que identificar el cadáver. -dijo la pelirroja observando a John y Lestrade -. Encontrar a sus

amigos y familiares...

-Espera, espera, espera, espera. -dijo Lestrade a toda prisa -. ¿Q-qué cuadro? ¿De qué estás hablando?

-¿No has visto los carteles? -dijo la pelirroja -. ¡El maestro Holandés!

-Se supone que se había destruido hace siglos, y ahora ha aparecido. -comentó Sherlock, continuando lo que la pelirroja estaba diciendo-. Vale treinta millones de libras...

Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora