| -Navidad con los Holmes- |

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Apenas habían pasado unos cuatro meses desde lo ocurrido con Mary y Magnussen. En la casa del Sr. Holmes y la Sra. Holmes, Sherlock se encontraba cenando allí por Navidad con su familia y con John y Mary, a quienes había invitado a pasar el día con ellos.

–Madre mía... Solo son las 14:00. –comentó Mycroft con una voz hastiada–. Lleva siendo el día de Navidad al menos una semana –se quejó en un tono molesto–: ¿Cómo es que solo son las 14:00? Qué agonía...

Mikey, ¿ese es tu portátil? –preguntó la Sra. Holmes, señalando un pequeño ordenador sobre el que había colocado una tabla de madera, donde había pelado unas patatas. Cora, quien se encontraba sentada en una silla al lado de la de Sherlock, sonrió divertida ante aquella escena.

Del cual depende la seguridad del mundo libre, y sí, le has puesto patatas encima. –replicó el mayor de los hermanos Holmes con un tono sarcástico, haciendo que la pelirroja esbozara otra sonrisa.

–Pues no haberlo dejado tirado si es tan importante. –replicó la madre del detective con un tono con retintín.

–¿Por qué hacemos esto? ¡Nunca lo habíamos hecho! –indicó El Hombre de Hielo, encogiéndose de brazos.

Estamos aquí porque Sherlock ha vuelto a casa del hospital, se va a casar pronto, y nos alegramos mucho. –le contestó su madre.

¿Yo también? No he mirado... –comentó Mycroft con un tono suave.

Compórtate Mickey. –le indicó la mujer de cabello canoso y ojos azules pálidos.

Mycroft es el nombre que me pusiste, a ver si eres capaz de pronunciarlo bien. –la regañó de forma cariñosa su hijo mayor, ante lo cual ella abrió los ojos con pasmo.

Cora suspiró y observó la portada del periódico de The Guardian donde estaba el título Lord Smalwood se suicida, y con el subtítulo El par avergonzado toma su propia vida, el hombre de 63 años de edad murió tras el escándalo de las cartas. La pelirroja pensaba en lo ocurrido hacía varios días, cuando Sherlock aún se encontraba recuperándose en el hospital, donde había estado hablando con él acerca de la boda. Éste le había comentado que quería casarse con ella en el mes de Febrero, aprovechando el Día de San Valentín, pues aunque pensara que era una tradición sinsentido, él sabia que a la joven de ojos carmesí le haría extremadamente feliz. Ya habían platicado acerca de lo que deseaban para su enlace: primero de todo, no querían una boda extremadamente lujosa. La joven de cabellos carmesí estaba segura de que los padres de su detective asistirían, así como Mycroft, aunque ella no estaba segura de que su familia restante, con quien no había mantenido contacto alguno desde la muerte de sus padres, asistiera a la ceremonia. Por otra parte, Sherlock y ella no tenían demasiados amigos, pero invitarían a aquellos que apreciasen, entre ellos a Molly. La de ojos carmesí se había tomado la libertad de invitar también a la Dra. Stapleton, a Amanda Stapleton, Lily Stapleton, y a Kirsty Stapleton, pues le debía mucho a la primera, y en parte era la responsable de que estuviera viva para poder casarse con el hombre que amaba. Cora había estado pensando en invitar a John y Mary a la boda, pero si seguían enfadados, aquello podría ser extremadamente incómodo. Entre otras cosas, porque ella tenía pensado pedirle a John que fuera el padrino, y a Mary que fuera dama de honor. Por otro lado, ya que no tenía a nadie que la llevara al altar, la joven había pensado en pedírselo a alguien a quien tuviera aprecio, aunque su decisión no terminó de agradar al detective, pues se lo había pedido a Greg. Tras unos segundos, Cora sintió la mano de Sherlock en su hombro derecho, lo que la hizo salir de aquel pequeño trance en el que se hallaba sumida. El Detective Asesor le sonrió de forma cariñosa y tranquilizadora, como si hubiera adivinado que se encontraba algo preocupada por su boda.

Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora