| -John y Mary Watson- |

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Las campanas de la Iglesia repicaban con fuerza cuando las puertas se abrieron, saliendo por ellas los recién casados: John y Mary. Ambos caminaron al frente entre los aplausos y el ruido de las campanas, seguidos de cerca por Sherlock, Cora, Janine (que era la dama de honor principal), y el resto de las damas de honor.

–¡Enhorabuena! A ver, quietos--quiero una instantánea de los recién casados. –dijo el fotógrafo de bodas.

–Vamos Sherlock. –indicó la pelirroja mientras le sonreía tomándolo del brazo, apartándose del encuadre de la foto–. Aquí estorbamos. –comentó con un tono sereno la de ojos carmesí.

–Oh, claro. –replicó el detective mientras la observaba de reojo.

–A ver... Tres, dos, uno, ¡patata! –exclamó el fotógrafo segundos antes de tomar la fotografía, mientras que las damas de honor lanzaban confeti.

El fotógrafo continuó haciendo fotos de aquellos asistentes a la boda, entre ellas una de John, Sherlock, Lestrade y el niño que había llevado los anillos, que se encontraba frente a ellos.

Más tarde, el fotógrafo tomó una foto de Sherlock y Cora, ésta última con una gran sonrisa en el rostro, pues estaba dichosa por aquel momento. En cuanto el fotógrafo terminó de hacerles la foto, la dama de honor principal, Janine, se acercó a ellos.

¡El famoso señor Holmes! ¡Y la profesora Izumi! –exclamó la mujer de cabellos castaños oscuros.

–Es solo detective ahora. Dejé de ser docente hace dos años. –la corrigió la pelirroja con un ligero tono severo, pues había algo en esa mujer que no le agradaba en lo absoluto.

–Encantada de conocerlos a ambos. –indicó Janine con una sonrisa, justo antes de dirigir su mirada a Sherlock–. Pero sin sexo, ¿vale? –comentó, provocando que tanto Sherlock como Cora la miraran al instante.

Um, ¿perdón? –preguntó Sherlock, confuso.

¿Disculpe? –inquirió la pelirroja al mismo tiempo, pero con un tono mucho más hostil.

–No se asusten, era una broma. La dama de honor, el padrino... Es una tradición. –replicó ella, tras levantar sus manos en un gesto defensivo y dar una carcajada.

–Si es eso lo que busca... aquel hombre de azul es la mejor alternativa. Medico recién divorciado con un gato rubio... –dedujo la pelirroja tras acercarse un poco más a Sherlock, tomando su brazo en un gesto ligeramente protector.

Un granero reconvertido y antecedentes de disfunción eréctil. –dedujo Sherlock, acabando lo que si novia había empezado a decir.

–Quizá deberíamos repasar esa información: no parece ser la mejor opción. –indicó la pelirroja.

–Sí, puede que no lo sea... –comentó Janine.

–Lo siento, he hecho una deducción de más. –dijo Sherlock tras unos breves instantes.

–Señor Holmes... Señorita Izumi... Ve van a venir muy, pero que muy bien. –dijo la mujer con una sonrisa, justo momentos antes de marcharse de allí, bajo la atenta mirada de la pelirroja, que apenas pudo disimular un leve gruñido molesto que su novio escuchó.

–¿Qué pasa? –preguntó Cora con una ignorancia fingida.

¿Estás celosa, querida? –preguntó el detective con una gran sonrisa en el rostro.

Cora lo observó a los ojos unos instantes justo antes de girar su rostro en un gesto enfadado, lo que provoco que Holmes se riera una vez más. A los pocos segundos, la pelirroja notó que su detective le brindaba un beso en la mejilla antes de murmurarle al oído.

Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora