Capítulo 4: El perro de Baskerville | -Experimentos- |

4.5K 174 646
                                    

Cora miraba atónita el vídeo que se acababa de reproducir en la pantalla del ordenador: así que eso era lo que le habían hecho a Michael...


Tras sopesarlo por unos instantes, John decidió mirar en su blog en busca de algún caso nuevo que no requiriera ir a Baskerville, pues notaba que la joven pelirroja estaba todavía muy afectada por lo que había recordado y por lo que acababa de ver. A los pocos segundos logró encontrar algo en el e-mail de Sherlock (el cual había dejado abierto la bandeja de entrada de su correo).

-Sherlock, ¿por qué no aceptas este caso? -preguntó John mirándolo mientras Sherlock no dejaba de observar a la pelirroja, quien aún estaba temblando.

-"Querido Sherlock Holmes: No encuentro a Bluebell por ningun sitio porfi porfi porfi ¿puede ayudarme?" -dijo Sherlock con una voz aguda, notablemente molesta mientras recitaba de memoria el correo, y paseaba por la estancia.

-¿Bluebell? -preguntó John.

-¡Un conejo John! -gritó Sherlock muy enfadado mientras lo miraba.

-Oh... -dijo Watson con un pequeño suspiro, pues sabía que este tipo de peticiones resultaban muy sosas y aburridas (además de estúpidas, como lo calificaba Sherlock) para su compañero de piso.

-Oh, pero hay más: Antes de que Bluebell desapareciera se volvió luminoso, "como un hada",según la pequeña Kirsty. ¡A la mañana siguiente Bluebell no estaba! La conejera sigue cerrada sin indicios de haber sido forzada... -dijo Sherlock mientras les contaba los detalles del caso a sus dos compañeros de piso. -Oh... ¿Pero qué digo? ¡Si es magnifico! Llama a Lestrade, dile que se ha escapado un conejo.-añadió con una voz más calmada.

-¿En serio? -preguntó John con una voz incrédula al escuchar a Sherlock decir esas palabras.

-O esto.... ¡o el Cluedo! -amenazó el sociópata con una voz seria.

-¡Ah, no! -exclamó John mientras cerraba su portátil-. No vamos a volver a jugar a eso.-añadió mientras dejaba su ordenador encima de la mesa de la sala de estar.

Cora ya se había calmado y observaba la escena con atención.

-¿Por qué no? -preguntó Sherlock desconcertado mientras miraba a John.

-Porque no es posible que el culpable sea la victima, Sherlock. -contestó John con un tono de pesadumbre.

-Es la única solución posible. -dijo Sherlock algo exasperado.

-¡No viene en las reglas! -exclamó John mientras volvía a sentarse en su sillón.

-¡Pues las reglas estarán mal! -gritó Sherlock, ya asqueado de esa discusión tan estúpida y sinsentido.

Cora no pudo evitarlo y se echó a reír por la pequeña discusión entre los dos hombres.

Sherlock al escuchar la risa de la joven sonrió de forma imperceptible mientras la observaba: ahora parecía menos tensa que hacía unos minutos.

-¿Qué hacemos aquí parados? ¡Vayámonos a Baskerville! -exclamó el detective asesor mientras se dirigía a su cuarto.

-Espera Sherlock: ¿qué te hace pensar que Cora va a querer volver allí después de lo que sufrió? -le espetó John mientras se levantaba del sillón-. ¡Ten un poco de consideración hacia ella por Dios santo!

Cora se levantó del sofá y puso una mano en el hombro de John para tranquilizarlo.

-No te preocupes John. -le dijo con una sonrisa-. ¿Una desaparición de hace veinte años? ¿un sabueso monstruoso y la oportunidad de cerrar ese lugar para siempre?¡No me lo perdería por nada! -añadió con una euforia casi palpable.

Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora