A la mañana siguiente, todo amaneció en una relativa calma en el 221-B de Baker Street. Cora se sentó en la mesa de la sala, desayunando un café con leche. La joven pelirroja observaba a Holmes, quien parecía estar más calmado que de costumbre aquella mañana. El sociópata ni siquiera dirigió una mirada a la joven, pues ahora se encontraba enfrascado en un periódico. Desde lo ocurrido ayer, ninguno de los jóvenes había tratado de iniciar una conversación, y aquello dolía mucho a Cora, puesto que no deseaba que el sociópata dejara de hablarle. Sin embargo, ella tampoco deseaba meterse en sus asuntos, en especial, aquellos que concernían a la señorita Adler. John se sentó al lado de la joven de ojos rubí, tras haberse cocinado unos huevos fritos. El hombre que ahora se había sentado a la izquierda del Detective Asesor, y a la derecha de Cora (puesto que ésta estaba frente a Sherlock) le dirigió una amable mirada a la joven, pues ya estaba seguro acerca de los sentimientos que la pelirroja albergaba por Holmes en su corazón. Trató de hacerle una seña para que iniciara una conversación con Sherlock, pero notó en seguida que los ojos de la joven estaban llenos de tristeza. La forma en la que su compañero la había tratado la noche anterior la había dejado tocada, muy dolida, de hecho. A los pocos minutos de empezar a desayunar en un incómodo silencio, el timbre de la puerta principal sonó.
-Yo... Yo abriré la puerta. -dijo la pelirroja, levantándose rápidamente de la mesa, queriendo dejar atrás esa incómoda situación con Sherlock. La joven pelirroja bajó las escaleras del piso con algo de aprensión, cada paso sumiéndola aún más en una honda tristeza. Cuando llegó a la puerta principal, la abrió con lentitud. Al abrirla, los ojos de la pelirroja se encontraron con un traje exquisito y un paraguas negro. No le hizo falta levantar la vista para saber de quien se trataba: Mycroft Holmes.
-Buenos días Cora. -la saludó el mayor de los hermanos Holmes con una leve inclinación de la cabeza, dándose perfecta cuenta de que la joven parecía estar muy triste -. ¿Está mi hermano?
-Si. Él está arriba. -respondió la pelirroja evitando mencionar su nombre, pues estaba demasiado deprimida.
-Ya veo... -comentó Mycroft con un ligero tono serio -. No deberías llorar por mi hermano, Cora. Sabes tan bien como yo que él no es un hombre al que se pueda amar. -añadió, observándola con sus ojos, escudriñando cada centímetro de su rostro, para asegurarse de que lo que ella sentía por su hermano era real. Ella levantó su rostro de forma leve, sus ojos llenos de lagrimas. Simplemente se apartó y lo dejó entrar al piso. Tras suspirar, el mayor de los Holmes le ofreció un pañuelo para que secara sus lagrimas -. Debes mantenerte firme.
Tras decir esas amables palabras, Mycroft subió hasta el piso de Sherlock y sus amigos, colocándose frente a la mesa de la sala de estar. Cora entró tras él, retomando el lugar que había dejado vacío anteriormente.
-Las fotografías están a salvo. -sentenció Sherlock dirigiéndose a Mycroft, sin apartar su vista del periódico.
-¿En manos de una trabajadora sexual fugada? -preguntó Mycroft con ironía.
-No le interesa el chantaje. -le replicó el hermano menor -. Quiere... protección por algún motivo. -añadió, sin mirar a su hermano -. Te habrás retirado de la investigación policial del tiroteo en su casa...
-¿Cómo vamos a hacer nada mientras tenga las fotos? Tenemos las manos atadas. -le recalcó Mycroft con un tono serio.
-Ella aplaudiría esas palabras. -comentó Sherlock con una sonrisa en el rostro, haciendo que Cora deje de tomar su desayuno momentáneamente -. Te cuento: ese teléfono es su carta de "salga de la cárcel gratis". Tienes que dejarla en paz. Trátala como a la realeza, Mycroft. -añadió con algo de burla.
-Aunque ella no trate así a la realeza. -comentó Cora con un tono algo más animado. En ese momento, del teléfono de Sherlock provino un sonido algo sensual, pues se pudo escuchar de forma clara un gemido de mujer. Al escucharlo, Mycroft dejó su expresión estoica y comenzó a observar el entorno, en busca del origen del sonido.
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Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)
FanfictionSiempre apartada de la gente corriente, ella pensó que jamás encajaría en ninguna parte... Él siempre pensó que los sentimientos eran un veneno, una desventaja, una debilidad,... ¿Seguirán ambos pensando eso tras llegar a conocerse? ...