| -El Hombre Efímero- |

1K 61 278
                                    

///FLASHBACK///

Sherlock y Cora se encontraban caminando hacia el 221-B de Baker Street, donde Sherlock había acordado reunirse con John para su despedida de soltero.

–¿Escenarios de asesinato, Sherlock? ¿Localizaciones de asesinatos? –preguntó la pelirroja mientras caminaban de la mano.

–Mm-hmm. Ruta de pubs temática. –replicó Sherlock con una sonrisa, observándola de reojo.

–¿Pero cielo, por qué no pueden ser estaciones de metro? ¿O incluso un bar cualquiera?

–Les falta el toque personal, querida. –le dijo el detective con un ligero tono divertido.

–Madre mía... –se lamentó la joven de ojos carmesí antes de negar con la cabeza, sonriéndole–. ¿Entonces vais a tomar algo en todos los lugares donde hemos encontrado un cadáver?

–Exacto. –contestó el sociópata mientras entraban al piso.

–Ay... Sherlock, eres único. –comentó la pelirroja antes de subir las escaleras, entrando en la sala de estar.

Lo sé. –sentenció–. Y por eso me quieres. –apostilló con un tono orgulloso, antes de besar la mejilla de la joven.

–Así es. –replicó ella mientras se despojaba de su abrigo, colgándolo en la percha–. Pero esa es solo una de las muchas razones por las que te amo tanto. –indicó antes de acercarse a su novio, besando ella ésta vez su mejilla.

Sherlock sonrió y la abrazó con mucho cariño antes de acercarse a la mesa de la sala de estar, donde había dos largos cilindros graduados de laboratorio, tomándolos en sus manos. Ante aquello, Cora soltó una pequeña carcajada.

–¿Qué te parece tan divertido, querida? –preguntó Holmes con curiosidad.

–Es solo que es extremadamente divertido el pensar, que en los años que te conozco, nunca te he visto emborracharte. –le contestó Cora con una sonrisa aún en el rostro.

–Bueno, lo cierto es que nunca he tenido ningún motivo especial para emborracharme. De hecho, considero que mi tolerancia es bastante alta, pese a no haber bebido tanto en la universidad como para perder el sentido. Por ello, puedo decir que jamás me he emborrachado en toda mi vida. –le informó el sociópata de ojos azules-verdosos–. Sin embargo, ésta es una situación especial: se trata de la despedida de soltero de John, y como su mejor amigo, debo asegurarme de que sea inolvidable.

–Ya veo... –comentó ella con un tono sereno–. Pese a todo, y conociendo lo minucioso que habrás sido para recabar información sobre cómo no emborracharte, ten cuidado. No hagas ninguna locura. –le advirtió la pelirroja con un tono de preocupación.

–No te preocupes, Cora. –sentenció Holmes acercándose a ella y besándola en los labios–. Siempre tengo cuidado. –le susurró al oído.

Cora observó con una sonrisa cómo Sherlock se separaba de ella antes de brindarle un beso final en los labios, saliendo por la puerta de la sala de estar, escuchando el característico sonido de la puerta principal poco después, acompañado de la voz de John, quien por lo visto acababa de llegar. La joven suspiró y observó el reloj de su muñeca antes de encaminarse a su cuarto, de donde sacó su teclado, colocándolo en la sala, comenzando a tocar a los pocos segundos.


La joven no discernía ya cuánto tiempo había pasado, pero cuando abrió los ojos se encontró con que era ya de noche.

Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora