| -De nuevo A.G.R.A.- |

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Sherlock tardó en responder a su mejor amigo, pues se encontraba totalmente enfrascado en sus reflexiones, por lo que John dirigió su mirada hacia la mujer del sociópata, quien se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa pícara en el rostro. Una vez tomaron un taxi y llegaron a su destino, encaminándose a una casa de ladrillos con una puerta completamente negra, Sherlock al fin decidió responder.

–Conozco a un chaval--un hacker magnífico, de los mejores--se buscó un buen lio con los Americanos hace un par de años. Pirateó el sistema de seguridad del Pentágono y yo conseguí, que retiraran los cargos. Por tanto, me debe un favor. –tocó la puerta varias veces antes de alejarse un poco de la puerta.

–¿Y de qué nos sirve? –inquirió John.

–¿Qué? –cuestionó Sherlock.

Toby, el hacker.

–Toby no es el hacker. –rebatió el detective mientras se abría la puerta.

–¿Qué? –se confundió completamente el doctor, mientras que un joven se asomaba por la puerta, sonriendo a los dos detectives.

–Hola, Craig. –lo saludó Sherlock.

–Hola, Sherlock. –lo saludó el chico antes de mirar a la pelirroja–. Hola, Cora. –asintió con la cabeza, reciprocando la de ojos escarlata el saludo.

–¡Craig tiene un perro! –exclamó Cora con una sonrisa, observando al sabueso de color canela que salía a recibirlos.

–Ya lo veo... –comentó John con un tono algo sorprendido.

–Ven, bonito. –le dijo el detective al can, quien se acercó a él. Craig no ocultó la sonrisa de su rostro al observar cómo los tres se agachaban y acariciaban al perro. De pronto, Mary apareció del interior de la casa de Craig con Rosie en brazos.

–¡Hola! –saludó la rubia, provocando que John la mire rápidamente.

–Mary, ¿qué haces...? ¿No acordamos que no traeríamos a Rosie a los casos? –inquirió su marido, mientras ella se acercaba a él con una sonrisa algo pícara.

–Ya. Exacto. Por eso... No me esperes levantado. –replicó ella, entregándole a su hija–. Hola, Sherlock, hola Cora.

–Hola. –comentaron los dos detectives al unísono.

–¿Pero Mary, qué haces aquí? –inquirió John, mientras que Cora se acercaba a él, dándole un beso en la frente a la pequeña bebé.

Hola peque. –la saludó en un susurro.

–Se le da mejor que a ti. –le comentó Sherlock a su amigo, colocándole la correa a Toby.

¿Mejor? –inquirió John, confuso.

–Le mandé un mensaje.

–Espera, ¿Mary es mejor que yo?

Es una súper-agente retirada con unas cualidades que asustan. Claro que es mejor. –replicó Cora con una sonrisa maliciosa, caminando junto a su marido.

–Vale... –dijo John algo apenado.

–No es personal. –comentó Sherlock.

–¿Y qué hago? ¿Me voy a casa y ya está?

–¿Vosotros qué opináis? ¿Nos lo llevamos? –les preguntó la rubia a los dos detectives, Cora girándose hacia ella con una respuesta ya pensada.

¿A John o al perro?

–Ja ja, muy graciosa. –le indicó con una sonrisa ante su comentario.

Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora